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El Quinto Evangelio, de Biffi (IV)

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papa-francisco Os ofrezco una nueva entrega de el Quinto Evangelio del Cardenal Biffi. (Sobre el Quinto Evangelio) Yo he rogado por ti, Simón, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando vuelvas, refuerza a tus hermanos (Lc 22, 32). * Yo he rogado por ti, Simón, para que tu fe, confirmada por la opinión  de  la  multitud,  no  desfallezca  y  tú  seas  sostenido  por  las afectuosas críticas de tus hermanos.   ¿Quién sostiene la fe inconmovible de Pedro? La oración de Cristo, parece enseñar el tercer evangelio; es la opinión de la mayoría de los fieles, insinúa en cambio nuestro texto. Cuando en la Iglesia hay alguna incertidumbre sobre qué camino tomar, ¿qué debe hacer Pedro? Debe fiarse de su carisma interior que goza de la asistencia de la plegaria del Señor, «obispo y pastor de nuestras almas», parece sugerir Lucas. Debe fundarse en el resultado de un referéndum entre los bautizados o cuando menos en un sondeo de opiniones, diría el quinto evangelio.Si la grey no sabe por dónde ir, ¿qué debe hacer? Mirar a Pedro, el pastor delegado, parece aconsejar el evangelio según Juan. De ningún modo: reúnanse las ovejas, decídase el camino por mayoría y el pastor obedezca, enseña el evangelio según Migliavacca. Estamos, como se ve, ante dos concepciones bien diferentes de la Iglesia y de su cabeza visible. Es difícil un acuerdo. Es necesario una opción. Por nuestra parte, no hay duda: la teología del primado subyacente en este  pequeño  fragmento,  aunque  en  desacuerdo  con  los  evangelios canónicos, es más democrática, más de acuerdo con la mentalidad actual, más conforme con los signos de los tiempos, más aceptable. Querríamos subrayar el gentil equilibrio que envuelve las últimas palabras de la perícopa. Los católicos de este siglo con respecto al papa parecen incapaces de tomar cualquier camino intermedio entre la adulación y el insulto, entre el culto  a  la  personalidad  y  el  desprecio,  entre  el  «¡hosanna!»  y  el «¡crucifícale!». ¡Cuánta mesura, en cambio, qué buen sentido en esas «afectuosas críticas» que, según las palabras de Jesús, aquí referidas, serían el verdadero secreto de la firmeza de Pedro y su escondida fuente de consuelo!

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