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La “Primavera Árabe” o “Musulmana”

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La caída del Muro de Berlín y el desplome del comunismo soviético (Unión Soviética y países satélites del Este europeo) en el año 1989 provocó la reflexión de no pocos sobre su sentido y sus consecuencias. ¿Y ahora, qué?

  1. ¿El islam, la gran amenazada de Europa?

Pues, ahora una amenaza muy peligrosa para Europa, especialmente para la Europa tradicionalmente griega (filosofía/arte, pensamiento), romana (derecho) y cristiana (religión) al menos culturalmente, aunque los gobiernos europeos han dejado de ser. cristianos en su gran mayoría. Esta amenaza está siendo promovida en gran medida por los europeos mismos, tanto por los empeñados en transformarla conforme al paradigma relativista, naturalista, dialógico y laicista, o sea, masónico como por la ceguera y la mundanización de los creyentes.

Acaba de fallecer Gillaume Faye, un destacado pensador. Resulta oportuna la lectura de su famoso manifiesto (8, marzo, 2019): “El hecho decisivo de los últimos cincuenta años no son las derivas mundialistas de este titánic herrumbroso al que llamamos Unión Europea, ni la guerra de los Balcanes, ni siquiera la caída de los regímenes comunistas. El hecho de mayor transcendencia, el que de verdad va a transformar nuestro continente en otra cosa, es la islamización acelerada de su zona occidental: España, Francia, Inglaterra y Alemania (…). Son decenas de millones de hombres que han plantado sus alminares en el corazón de la Europa excristiana, degenerada y suicida de nuestro tiempo (…). Hasta las más altas instancias espirituales, las que tendrían que velar para que se mantenga la Tradición, han desertado de su deber y se han pasado al enemigo (…)”.

Estas palabras pueden sonar a hiperbólicas, pero, si se analizan bien, no lo parecen tanto. El tiempo en su devenir socio-religioso irá mostrando el grado del acierto de este pronóstico, cuya progresiva realización vamos comprobando.

Los promotores de la primavera árabe o islámica pretendieron “desnaturalizar” el islam moviendo los hilos de su tramoya desde atrás y con procedimientos ilegítimos. Pero, como era lógico y casi inevitable, fracasaron. Para colmo, por reacción lanzaron sobre Europa masivas oleadas descontroladas de refugiados y de emigrantes, que contribuirán a la descristianización de Europa y de Occidente, como el masón conde Coudenhove-Kalergi, primer Premio Carlomagno (año 1950), ya había proyectado y diseñado en su manifiesto Pan-Europa (ediciones Paneuropa, Viena 1923) y en los tres volúmenes de su obra Kampf um Pan-Europa, “Lucha por Europa” (1925-1928)[1]. No hace falta aclarar que “pan” significa “todo” en griego.

  1. Algunos efectos del desplome del comunismo soviético

Acaeció en el año 1989. Una generación más tarde (años 2010-2013) salieron a la superficie las consecuencias que ahora nos interesan.

  1. ¿“El fin de la historia”?

Seguramente el diagnóstico y pronóstico más divulgado ha sido el propuesto por Francis Fukuyama en su obra El fin de la historia y el último hombre (Planeta, Barcelona 1992, original: The Free Press, New York 1992). Superados los grandes desafíos del siglo XX, a saber, el nazismo y el comunismo, según este pensador la historia habría alcanzado su última etapa y la definitiva de la humanidad, o sea, la de la democracia liberal y de la economía del mercado, es decir, la liderada por Estados Unidos.

No han transcurrido treinta años y el pronóstico necesita no pocas matizaciones. Además, desde la perspectiva religiosa y espiritual predominante en el mundo occidental, que es la cristiana, conviene añadir que el cristianismo y más concretamente la Iglesia católica, en la medida de su fidelidad a Jesucristo, seguirá siendo la levadura fermentadora de la masa, o sea, de la temporalidad y de las circunstancias socio-culturales e históricas, las que sean en el devenir de los pueblos y de la humanidad, transformada cada vez más en la ”aldea global”.

  1. La ”primavera árabe” e “islámica”

Se produjo solamente en países, cuya religión mayoritaria, a veces casi única, es la musulmana. Por eso, esta primavera tal vez mereciera ser apellidada “islámica” o “musulmana” tanto o más que “árabe”.

Pero, por otra parte, la gran mayoría de los países afectados son árabes, o sea, de lengua y cultura árabe. Es el área de la primera expansión de la huestes musulmanas al galope militar de sus conquistas. Desde su punto de partida: “Arabia”, el islam fue expandiéndose por otros territorios que ahora son de religión islámica y de lengua árabe, así como por muchos de lengua generalmente no árabe. Si el islam árabe se extiende desde Arabia e Irak hasta Marruecos y Mauritania, el iranio va desde Irán /Persia hasta la India/Pakistán, el turco (Turquía, los Balcanes), el malayo (desde Malasia e Indonesia hasta el sur de Filipinas) y el negro africano (África subsahariana).

Las revueltas de la primavera analizada ahora florecieron también en países islámicos, pero no árabes, por ejemplo Irán (2011), Turquía (2013) y entre los tuaregs (2012).

  1. LA “PRIMAVERA ÁRABE”

3.1. Su significado

El sintagma “primavera árabe” designa la serie de manifestaciones realizadas en los países musulmanes árabes desde el Sáhara Occidental y Mauritania hasta Arabia saudí entre los años 2010 y 2013. En varios países tiene también un nombre simbólico y popular: “Revolución de los Jazmines” (Túnez), “Revolución Blanca” (Egipto), “Revolución de la Cintas Rosas” (Yemen), etc. En Yemen se llamó así porque los protagonistas de su revolución consideraban el rosa como el color que simboliza la no-violencia, la protesta y revolución pacíficas.

3.2. Su datación en cada país

A continuación, cada país por orden alfabético, asi como la fecha inicial y final de su revolución “primaveral”:

Arabia Saudí: 21, enero, 2011/mayo, 2011.

Argelia: 28, diciembre, 2010/abril, 2011 (todavía con ramalazos de manifestaciones y protestas).

Bahréin: 14, febrero, 2011.

Egipto: 25, enero, 2011/3, julio, 2013.

Irak: 10, febrero, 2011/agosto, 2011.

Jordania: 14, enero, 2011/diciembre, 2011.

Kuwait: 18, febrero, 2011/31, marzo 2011.

Líbano: 12, enero, 2011/diciembre, 2011.

Libia: 15, febrero, 2011/20, octubre, 2011 (ahora, abril 2019, con una guerra civil en perspectiva entre el gobierno apoyado por la ONU y el Ejército Nacional Libio, liderado por el mariscal Jalifa Hogtar).

Marruecos: 20, febrero, 2011/julio, 2011.

Mauritania: 17, enero, 2011/mayo, 2011.

Omán: 17, enero, 2011/mayo, 2011.

Sahara Occidental: 9, octubre, 2010/mayo, 2011.

Siria: 15, marzo, 2011/23, marzo, 2019.

Sudán: 17, enero, 2011/abril, 2011.

Túnez: 17, diciembre, 2010/marzo 2011.

Yemen: 27, enero, 2011/27, febrero, 2012.

Provocadas las dos primeras revueltas en 2010  (Sahara Occidental y sobre todo Túnez), los 17 países van cayendo como las piezas del dominó, aunque el proceso, las consecuencias y el desenlace no siempre coincide.

3.3. Sus rasgos definitorios

Pueden reducirse a dos: democratización y laicización de países islámicos en su base (el pueblo, los gobernados) con una cúpula gobernante autoritaria, que se ha hecho con el poder generalmente tras un golpe de Estado militar.

“La revolución democrática árabe es considerada la primera oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI” (Wikipedia). Es sabido que el término “laico” en cuanto sinónimo de “laicista” –por influjo francés- se ha generalizado en el lenguaje socio-político, del Nuevo Orden Mundial y originariamente en el masónico.

Las manifestaciones y revoluciones de la primavera árabe pretenden sustituir un gobierno autoritario, militar, por otro democrático al estilo de las democracias liberales occidentales y que, además de democrático, sea laicista, o sea, que asiente la separación de lo religioso respecto de lo sociopolítico y estatal. El laicismo condena a las religiones concretas y su simbología (cruces cristianas, media luna islámica, etc.,) a una especie de arresto domiciliario, pues lo encierra en el foro interno de la conciencia individual y dentro de los templos, desterrándolos de los espacios públicos (calles, centros educativos, hospitalarios, etc.,)[2].

  1. La “aitía” y las “propháseis” tucidídeas y su vigencia en este proceso

En la traducción de Tucídides con D. Antonio Tovar, en las clases salmantinas de Filología Clásica, descubrí la clave capaz de profundizar en la interpretación de los acontecimientos socio-culturales e históricos sin dejarse fascinar ni engañar por las apariencias divulgadas y mediáticas.

La clave tucidídea ayuda a no engrosar la tercer categoría de gentes, es decir, “la amplia mayoría que no conoce jamás lo que realmente ha sucedido” y que si no te incorpora a la primera categoría: “el número muy reducido de los que hacen que los acontecimientos se produzcan” ni a la segunda: “un grupo algo más numeroso que vigila su realización y que observa para que se cumplan”, al menos te permite intuir sus tejemanejes y vericuetos[3].

4.1. Los “pretextos”

Tucídides (siglo V a. C.), en su Historia de la Guerra del Peloponeso, descubre la clave necesaria para interpretar los acontecimientos políticos y bélicos. Lo hace cuando afirma que, si queremos conocer la aitía o “causa” verdadera, no debemos quedarnos en las propháseis o “pretextos” que los políticos tejen delante de la opinión pública para que la gente no logre transcender las apariencias. Claro que la dificultad suele estar en librarse de las ataduras y redes manipuladas por los poderosos.

En el origen de la primavera árabe suele ponerse un hecho aparentemente insignificante. Mohamed Bouazizi, joven de 26 años de edad, vendedor ambulante, es despojado de sus mercancías y cuentas de ahorro por la policía en la ciudad de Túnez el día 17 de octubre del año 2010. Como reacción, Mohamed se autoinmola. Su agonía prolongada hasta su muerte el 4 de enero de 2011 provocó las manifestaciones de miles de tunecinos en protesta contra las malas condiciones de vida del pueblo. A mediados de ese mismo mes de enero dimitió el presidente tunecino.

4.2. La “aitía” o causa verdadera

¿Pero, este hecho y la reacción del pueblo bastan para explicar la génesis y el proceso de las revoluciones de los países musulmanes de toda la zona sureña del Mediterráneo y del Oriente Medio, producidas inmediatamente y en cadena? Pudiera ser. Pero, si se escarba, quedan aldescubierto las verdaderas causas,

4.2.1. La situación interna

Durante el siglo XIX y primeras décadas del XX se desmorona el imperio turco, que es sustituido por la colonización de las potencias occidentales, europeas, especialmente Inglaterra y Francia. Parecía como si el empuje islámico estuviera agotándose y le quedaran días contados antes de su descomposición y muerte. Los musulmanes procuraron salir de semejante letargo por medio de dos actitudes y movimientos.

  • a) El laicismo político-religioso: modernizar y occidentalizar los países de mayoría musulmana. Es lo que triunfó en Turquía (1922, Atartük).
  • b) El reformismo o modernizar el islam sin occidentalizarlo, practicado por Habid Burguiba (independencia de Túnez. año 1956), Gamal Abdel Nasser (Egipto, 1952), Muamar el-Gadafi (Libia, 1969, etc. Aspiran a la reunificación del mundo árabe, ya en una sola nación o imperio bajo la dirección suprema de un “representante del Profeta” (=halifa, “califa”), ya en una federación democrática de todos los países islámicos. Pero, con el paso del tiempo, el empuje e ilusión iniciales se desgastan y amortiguan. El pueblo comprueba la debilitación de la fe islámica en los gobernantes, la precariedad de las condiciones de vida y, en contraste, el espectacular progreso, el desarrollo tecnológico y el bienestar de los países europeos, que ellos llaman ”cristianos”. Es el clima oportuno para sembrar la democracia y el laicismo, indirectamente la asimilación a Occidente y de que florezca la primavera.

4.2.2. El agente exterior

Pero, la causa de la primavera árabe, efímera como toda primavera, no ha sido solo interna en cada país. Además hubo un agente externo que atizó y contribuyó a propagar el incendio. Fue principalmente el proyecto y tarea de la administración Obama, interesada en incorporar al musulmán al Nuevo Orden Mundial de signo masónico, es decir, laicista, dialógico, democrático, etc. Barack Hussein Obama, masón grado 32º antes del 2009, hijo de un keniata musulmán agnóstico, fue presidente de Estados Unidos precisamente desde el 20 de enero del 2009 hasta el 20 de enero del 2017.

Obama contó con el apoyo de Hillary Rodhan Clinton, su Secretaria de Estado (correspondiente a Ministro de Asuntos Exteriores en los gobiernos europeos) desde el 20 de enero del 2009 hasta 2013. La administración Obama contribuyó al entrenamiento de los rebeldes (ISIS, DAESH) contra Assad, presidente de Siria, y los respaldó con armamento y dólares. Lideró la intervención militar en Libia (año 2011) contra Gadafi, traspasando luego el liderazgo a la OTAN. De una forma u otra estuvo detrás de las diferentes manifestaciones de la primavera árabe o islámica.

La administración Obama promovió dentro de Estados Unidos las subvenciones a las ONGs practicantes y promotoras del aborto también fuera de EE.UU; apoyó la legalización del matrimonio homosexual (año 2012), el uso de fondos federales para la investigación con células madre, etc. Con otras palabras, lideró la implantación del Nuevo Orden Mundial.

4.2.3. La acción quintacolumnista de las logias masónicas

La masonería operativa o medieval, constructora de catedrales y monasterios nació y fue católica. En cambio, la masonería moderna o especulativa, la que “trabaja” con ideas, nació anglicana, protestante, es llamada “inglesa” por el lugar de su nacimiento (Londres, 1717) y por la sede de la logia matriz (Gran Logia Unida de Inglaterra), también “francesa” tras la escisión del Gran Oriente de Francia respecto de la anterior en 1877.

Fueron precisamente los colonizadores británicos y franceses los que introdujeron la masonería en los países árabes[4]. Muy pronto hubo logias masónicas en Esmirna (1738, Turquía), Alepo (1748, Siria) y distintas ciudades de los países árabes, integradas al principio por diplomáticos y comerciantes, luego también militares, británicos, ingleses, alemanes, españoles e italianos. A comienzos del siglo XXI estaba trenzada una red más o menos densa de logias masónicas

Lógicamente la colaboración de los masones habrá sido importante. Desconozco si hay un estudio monográfico sobre esta materia ni si el secreto masónico permitirá que se elabore en el futuro. Además, en algunos países la primavera árabe era para los masones la liberación de la opresión e incluso clandestinidad. Un caso concreto, en 1932 la familia real egipcia participó de los ideales masónicos y ayudó a la masonería. Se inició su declive cuando los militares expulsaron al rey Faruk. Nasser la prohibió en 1967.

  1. Una primavera frustrada[5]

Cuando oí hablar de la primavera árabe y analicé su naturaleza, no pude evitar preguntarme: ¿pero el islam es compatible con un régimen democrático y laicista? Tuve la impresión de que sus promotores desconocían la realidad musulmana.

5.1. ¿El islam, incompatible con la democracia?

5.1.1. El islam, una religión totalizadora, universal y única

Islam (Corán 3, 17/19) es el nombre impuesto por Mahoma a la religión de Alah (Corán 5,5). «Islam» y sus derivados: musulmán, muslim (= «sometidos», el de sus miembros) captan lo esencial del islamismo, pues significa «aceptación» de la voluntad de Alah/Dios y «sometimiento, sumisión» un tanto fatalista, presente en la interjección española: «ojalá», derivada de la frase árabe significativa de «si Alah lo dictamina, quiere». Como «religión» es la «religación sumisa» del hombre respecto de Alah (Corán 3,17/18), las palabras «religión» e «islam» son sinónimas. Consecuentemente el hombre religioso es islámico, musulmán. Más aún, según un hadiz[6], «todo hombre nace musulmán. Son sus padres  los que lo hacen judío o cristiano». Por eso, el que no se llama musulmán ni cree serlo ha caído en «apostasía» con todas las consecuencias.

Parece lógico que Mohammed ´Aziz Lahbadi, filósofo marroquí, haya reformulado el principio cartesiano: «Pienso, luego existo» en sintonía con la idiosincrasia islámica, cambiando su primera palabra: «Doy testimonio de Alah, luego existo». Para el islam, no dar testimonio de Alah es estar  muerto, no alcanzar la salvación. La profesión de fe se llama precisamente «testimonio» (Sahada): «Yo atestiguo: No hay más Dios que Alah y Mahoma es el Enviado de Alah» (su Profeta). Es el primero de los cinco pilares del islam; lo primero que se dice al oído del recién nacido y lo último que oye el moribundo.

5.1.2. Además de a «todos los hombres», el islam comprende a «todo el hombre»

El islam es omnicomprensivo. Abarca a todos los hombres, también (al menos al nacer y al final de los tiempos) a los que no son oficialmente musulmanes. Además, abarca a «todo el hombre», pues toda la actividad humana en todas sus vertientes es regulada por lo religioso. Precisamente ahí radica el problema estructural del islam, consubstancial a su propia lógica, que tan acertadamente expuso Benedicto XVI en su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona (año 2006), a saber, su dificultad para entender la libertad religiosa y para establecerle un ámbito adecuado por una parte y, por otra, su incapacidad para distinguir entre autoridad religiosa y autoridad política. Estas dos insuficiencias del islam dimanan de la misma fuente, a saber, la incomunicación, en el islam como sistema de creencias, entre Dios y la razón.

5.2. El islam incompatible con el laicismo y con la laicidad

5.2.1. Laicidad y laicismo

La “laicidad” consiste en la aconfesionalidad o separación del Estado y de la Iglesia, es decir, que el Estado no tiene ni impone una religión concreta, sino que procura crear un clima de libertad religiosa, en el cual cualquier ciudadano puede profesar y propagar sus creencias o increencias religiosas con tal que no se opongan al bien común ni perturben la paz social. En cambio el ”laicismo” despoja al hombre de la vertiente social de su sentido religioso, recluyendo lo religioso en el foro privado de la conciencia individual y dentro de los templos. Por influjo del francés va divulgándose un confusionismo que atribuye a “laicidad” el significado de “laicismo” y a “laico/laica” el de “laicista” como si fueran sinónimos, por ejemplo cuando se habla de “sociedad laica, escuela laica, constitución laica”.

5.2.2. Todo, ”sometido” a la regulación exclusiva del Corán y de la ”Sunna/Tradición” islámica

El islam no diferencia entre «lo de Dios y lo del César» (Mt 22,21). Lo confunde y lo identifica, pero subordinando lo profano a lo religioso. Lo somete todo a la regulación exclusiva del Corán y de la Sunna o tradición islámica, también lo específicamente profano o no religioso (lo administrativo, lo penal, lo judicial, lo comercial, lo socio-político). En el proceso de inculturación de la fe el islam peca por demás y se va a un extremo, pues se aferra a la fe religiosa, pero margina y desnaturaliza la cultura. El naturalismo y el laicismo de origen e impronta masónica, al revés, cae en el extremo opuesto en cuanto se aferra a la cultura secularizada de cada época y pueblo, pero margina la fe religiosa e incluso la combate, oponiéndose hasta al sentido religioso, connatural al hombre mismo en virtud de su racionalidad. Un ejemplo: antes de la invasión musulmana, la mitad mediterránea norteafricana, con Alejandría como foco principal, era de fe cristiana y de cultura griega; la mitad occidental con Cartago como centro, de religión cristiana y de cultura latina. En cambio, tras la invasión musulmana, la religión y la cultura se identificaron, fueron y son islámicas.

5.2.3. La «sharia» o la teocracia islámica

La palabra árabe sharia (según la transliteración inglesa, charia según la francesa) etimológicamente significa «camino ancho, frecuentado». De ahí pasó a designar tanto la ley canónica del islam según los juristas de las cuatro escuelas ortodoxas del islam como el conjunto de mandatos de Alah reguladores de las acciones humanas. Es el camino que deben recorrer todos los musulmanes en cuanto individuo y en cuanto integrados en una comunidad o colectividad social, estatal. Por eso la sharia ni es ni puede ser territorial; obliga al musulmán donde quiera se halle. Pero su vigencia y sus manifestaciones son plenas solo en los países donde se ha implantado oficialmente, o sea, en los países de mayoría musulmana. En ellos hay una verdadera «teocracia» o «mando/gobierno divino». En ellos el no musulmán, si es ciudadano, lo es a lo más de segunda categoría. La sharia, a saber, la teoría y práctica del estado islámico o el sometimiento en todo a lo religioso y a sus representante, se fundamenta en dos «aleyas» o versículos del Corán ( 4, 61/58-62/59).

Por eso, el musulmán de países así, si se convierte a otra religión, se siente fuera no solo de la religión dejada, fuera del islam, sino también fuera de la legalidad vigente y del clima socio-cultural. Por otra parte, si un cristiano de un país tradicionalmente cristiano, se hace musulmán, se sabe fuera del cristianismo y pronto se sentirá fuera del clima socio-cultural de su patria a no ser que resida en una localidad o en un barrio de mayoría islámica en una ciudad (Londres, Barcelona, etc.,), donde de hecho -aunque no legalmente- impere la sharia, por ejemplo: la prohibición de la alimentación halal, o sea, de la venta de «alimentos» identificados por la ley islámica (sharia) como haram, ya por sí mismos (cerdo, los corneados, aves de rapiña, peces sin escamas, etc.,), ya por el modo matarlos (si no lo han sido tras invocar el nombre de Alah, orientados hacia La Meca y degollados con el pie del matarife encima para que viertan toda su sangre); su ausencia en la dieta escolar para los alumnos musulmanes; la prohibición de la venta de vino y de licores; la posibilidad y facilidades para asistir a la oración pública los viernes y para la observancia del ramadán, etc. Los musulmanes no disimulan la implantación de la sharia siempre que pueden lograrla.

5.2.4.  La «taqiyah» o la licitud del disimulo y de la hipocresía

No obstante, entre los chiíes (generalmente no entre los suníes) existe la norma ética de la taqiyah, que les permite el disimulo y ocultamiento prudente de su condición islámica, por ejemplo: mentir de palabra, hacer algo prohibido (comer carne de cerdo, beber vino o licores, no observar ostensiblemente el ramadán) para no ser considerado musulmán si las circunstancias así lo aconsejan para beneficio del islam o para conseguir sus objetivos, por ejemplo terroristas.

5.2.5. El islam o la aspiración a convertir la «humanidad» en «umma-nidad» o comunidad islámica

Cuando Mahoma llegó a Yatrib, los grupos de árabes musulmanes, gracias al deseo y al arbitraje de Mahoma, hicieron un pacto[7]. Fue una alianza formal que precisa su naturaleza, los derechos y obligaciones de los firmantes, así como la relación con los judíos, entonces todavía aliados. Al definir esta alianza o pacto dice que los musulmanes residentes en Yatrib (Medina desde entonces) integran «una comunidad única (umma) distinta de la de los hombres», o sea, de los no musulmanes. La razón es clara: «los creyentes son hermanos» (Corán 49,10; 9,11), todos los creyentes en Alah forman una familia unida por los lazos de la fe religiosa, no por los de la sangre o tribales como antes en cada una de las tribus arábigas. La palabra umma, a través de su raíz umm (= “matriz, madre»), connota la noción y realidad de una «comunidad” integrada por todos los concebidos en la misma matriz y nacidos de las misma madre que, en este caso, es la religión de Alah.

La fe islámica es personal y personalmente compromete a cada creyente en Alah, pero el musulmán no adquiere conciencia plena de serlo si no es en un clima específico, el de la umma. La «humanidad» volverá a ser umma o comunidad islámica, integrada de nuevo por todos los hombres al final de los tiempos, o sea, cuando Jesucristo retorne a la Tierra para vencer al Dayyal con la ayuda del Mahdi, quien, según los chiíes, es el duodécimo y último Imán, que permanece oculto desde el siglo IX hasta que regrese para instaurar la justicia, el orden y la paz. El Dayyal es el Maligno, pero no Iblis (= «Demonio») (Corán 7,10/11-17/18), sino un ser correspondiente al Anticristo del cristianismo, pues anunciará el fin del mundo; su reinado será un periodo de inmoralidad e injusticia. Algunos musulmanes le despojan de los rasgos personales y lo identifican con la mundanidad y el materialismo del mundo moderno. Cuando retorne Jesucristo, practicará el islam en sintonía con Mahoma durante cuarenta años y toda la humanidad se le unirán en las creencias y prácticas islámicas. También los cristianos, al reconocerle y escuchar su predicación de la doctrina islámica, se harán musulmanes.

  1. El islam, la violencia y el terrorismo religioso

No cabe duda que el epígrafe anterior enuncia una cuestión de palpitante y trágica realidad.

6.1. ¿El islam, una religión genéticamente violenta?

“El islam, una religión de paz” es un eslogan repetido una y otra vez, también por los musulmanes “propagandistas que coquetean con Occidente”. Ojalá fuera y sea así. En labios occidentales y de cristianos suena a recurso psicológico de quien ansía convencerse, confundiendo su deseo con la realidad. Puede aceptarse que persiguen no ”las religiones”, sino sus adeptos.

Pero, el islam lleva los gérmenes de la “violencia” en sus mismos “genes”, desde sus orígenes. Es más bien “la religión de la espada contra los infieles” y como realización de la voluntad de Alah: ”No los habéis matado vosotros, los creyentes: Alah los ha matado ya” (Corán 8, 12 y 17; 47, 4). Mahoma mismo practicó la guerra, a veces como recurso para subsistir, de ordinario como medio de “sometimiento” (islam) de otros pueblos a Alah. Mahoma, en diez años, entre el año 622 (“hégira” o “emigración, huida” desde La Meca a Medina) y el 632 (su muerte), hizo unas setenta razias o incursiones contra las caravanas de de beduinos, mecanos o no.

En el año 627 diez mil mecanos (habitantes de La Meca) aliados con los beduinos sitiaron Medina, pero la hábil estrategia de Mahoma consiguió vencerlos. Entonces se apoderó de un cuantioso botín y practicó lo que luego será norma ordinaria de comportamiento con los idólatras: quitó la vida a todos menos a uno que se hizo musulmán. Una y otra vez insiste Mahoma en la eliminación de los idólatras: «Matad a los asociadores donde los encontréis» (Corán 2,187/191; 9,5; 4,89 y 91, etc.,).

Los de las religiones de Libro (cristianos, judíos, zoroástricos) pueden escoger la conversión al islam o la muerte como los idólatras. Además, tienen una tercera opción: el abono de un tributo especial. Los yihadistas actuales tratan a los cristianos, etc., como a idólatras (conversión o muerte) por su fe trinitaria, que, según ellos, es politeísmo. El asesinato de los considerados “infieles” es un asesinato de signo y substrato religioso. Los yihadistas catalogan como “infieles” o “no-musulmanes” a los judíos, a los cristianos  e incluso a los musulmanes nominales o solo de nombre, pues no practican el islam o ”sometimiento a Alah” ni aspiran a la implantación de la sharia. Es cierto que no todos los musulmanes –ni mucho menos- son terroristas, pero no es menos cierto que los yihadistas o terroristas islamistas son musulmanes y que matan en nombre de Alah y del lslam a los “infieles” o no musulmanes y que, si uno o más de estos manifiestan convertirse o hacerse musulmanes, se libra de la muerte violenta.

6.2. La desactivación de los genes violentos del islam

Al menos en teoría, es posible sin que se vea afectada la estructura interna de la fe islámica, pero, en la práctica, resulta muy difícil sin que se resienta su talante y el comportamiento tradicional durante un milenio y medio. Puede contribuir el paso del tiempo, el cambio de las circunstancias socio-culturales, el agotamiento de las reservas petrolíferas, etc.

Los actos de diálogo interreligioso entre católicos y musulmanes cada vez más frecuentes y más comprometidos pueden contribuir aparentemente. Pero, en su intencionalidad secreta y programada por el laicismo, son recursos para sembrar la creencia en la igualdad salvífica de todas la religiones, así como para levantar el vestíbulo de ingreso en la religión única y oficial del laicista Nuevo Orden Mundial con la consecuente reclusión del cristianismo, del islam y de las restantes religiones concretas existentes en el foro privado de la conciencia individual y dentro de sus templos. Y va realizándose.

Pero, la eliminación de los “genes” islámicos violentos es muy difícil de realizarse e imposible de predecirse. Pues figuran en su texto sagrado: El Corán con el agravante de que su texto estaba escrito en el frontal del trono de Alah. Mahoma lo vio y el arcángel Gabriel se lo leyó y tradujo al árabe. El autor del Corán es Alah, no Mahoma. Por ello, es inmutable y no admite más interpretación que la literalísima.

El yihadismo o terrorismo islamista parte de los mandatos “divinos” y justifica en ellos su existencia y hasta su necesidad. Puede afirmarse que la verdadera apertura de los musulmanes a la tolerancia y libertad religiosa depende de una tarea hermenéutica, es decir, de la admisión y difusión de la interpretación no literalísima, alegórica, del Corán en todas las ramas islámicas, también en las más reacias a la misma. De ahí que, para sorpresa de lo expertos en el islam, el terrorismo islamista es promovido en nuestros días (al-Qaeda, ISIS/Daesh) precisamente por adeptos de la rama más numerosa (el 87% de los musulmanes) y tradicionalmente la más pacífica y tolerante, la suní o sunita, la que generalmente no considera la yihad como sexto pilar del islam. En cambio, además de la profesión de fe, de la oración canónica, de la limosna, del ayuno (mes del ramadán) y de la peregrinación a la Meca, la yihad en cuanto guerra santa” contra los enemigos exteriores, los infieles, figura como sexto pilar en la otra rama islámica, la de los chiíes o chiítas (en torno al 13% los musulmanes, unos 160 millones).

6.3. El contraste entre el cristianismo y el islam

En contraste con el islam, el cristianismo es una religión “genéticamente” no perseguidora, sino perseguida. Todavía en nuestros días es la más perseguida de todas las religiones y con mayor número de mártires. Su “Dios es Amor” (1Jn 4, 8 y 16) y su fundador, Jesucristo, vino “no a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45) y murió dejándose crucificar, no crucificando a otros. No obstante, sus seguidores e imitadores, los cristianos, con el paso del tiempo a veces hemos actuado con violencia. Si ha sido así en la religión pacífica por antonomasia, no extraña que, en el islam, rebrote la belicosidad latente y el terrorismo religioso. Pero este tema y realidad, la de las religiones “genéticamente” violentas, perseguidoras, y las perseguidas merece un artículo aparte.

Últimamente se habla bastante de “fraternidad” entre los musulmanes y los cristianos. Sería más apropiado sustituir “·fraternidad” por “solidaridad”, pues la fraternidad presupone tener un mismo padre. Los cristianos somos “hermanos”, o sea, estamos unidos por lazos de fraternidad sobrenatural, porque somos “hijos (de Dios Padre) en el Hijo” (fórmula preferida por los Santos Padres). Alah es un solo Dios (monoteísmo), pero no trinitario como el Dios cristiano. Además, en cuanto Uno y Único, Alah no es Padre ni Amor. Luego, hablando con propiedad, no puede decirse que cristianos y musulmanes adoramos al mismo Dios.

El islam se queda en la periferia monoteísta sin vislumbrar ni entrar en la interioridad trinitaria. Es fácil ver a musulmanes desgranando las bolitas de una especie de rosario de 99 cuentas agrupadas en tres secciones de 33 bolas cada una mientras recitan los 99 nombres o atributos de Alah, a saber, “Clemente, Absoluto, Accesible, Acogedor, Alabado, Altísimo, Apedreador del Demonio, etc.,”. Pero ni ahí ni en el Corán figura “Padre”, “Amor”, omnipresentes en los textos cristianos, especialmente en los de san Juan Evangelista, y expresivos de la esencia del Dios cristiano. Lógicamente los textos islámicos nunca dicen que el musulmán es hijo de Dios. Más aún, el decirlo y hasta el pensarlo sonaría a tentación del Maligno y a blasfemia desde la fe islámica.

  1. Incoherencia de la primavera árabe: intento de imponer la democracia por medios antidemocráticos

El proceso de esta incoherencia coincide en sus pasos básicos, a saber, gobierno autoritario, generalmente prolongado, impuesto por la fuerza militar. Su derrocamiento tras una revuelta popular fomentada desde fuera. Como no establece un régimen democrático y laicista, sino islamista e integrista, los nuevos gobernantes son destronados de modo violento.

7.1. Un modelo: la Turquía de Atartük, ¿rectificado por Erdogan?

Apoyado por los Jóvenes Turcos, casi todos agnósticos y masones, y masón él mismo, Mustafá Kemal, conocido como Atartük (= «Padre de los turcos», apellido honorífico concedido por el parlamento en 1934), abolió el Imperio turco en 1922, proclamó la República turca en 1923, suprimió en 1928 el califato, que era considerado la clave en la bóveda histórica de la umma o comunidad islámica; trasladó la capital de Constantinopla a Ankara y estableció en Turquía el laicismo de origen e impronta masónico.

Atartük reemplazó de golpe o bruscamente el fundamentalismo de signo religioso, islámico, vigente en Turquía durante más de un milenio por otro laicista, masónico y opuesto al islam. Lo consiguió por la fuerza y no sin hacer miles de «mártires» entre los practicantes y defensores del islam tradicional.

Ante la urgencia de salir del atraso y atasco de los países islámicos, la masonería turca -con Atartük y sus sucesores al frente- se inclinó por modernizar el país occidentalizándolo y marginando al islam. Impuso el alfabeto latino en vez del árabe (año 1928), el calendario gregoriano vigente en Europa y Occidente, la monogamia, la igualdad de hombres y mujeres (en cuestiones de divorcio y herencia, el uso del apellido, etc.,), la indumentaria occidental (las mujeres: faldas, blusas, etc.; los hombres: chaqueta, pantalón); los códigos civil, penal y comercial, basados respectivamente en el modelo suizo, italiano y alemán. Introdujo el derecho de la mujer al voto (año 1934, diez años antes que en Francia). El laicismo impuesto fue radical; afectó a todas las religiones existentes, especialmente al islam y al cristianismo. Se prohibió la construcción de iglesias o templos cristianos. Hasta el año 2011 no hubo la primera excepción.

Al implantarse el laicismo y ya antes de la muerte (de cirrosis en 1938 a los 57 años de edad) de Atartük, el ejército turco recibió el encargo de custodiar la vigencia del régimen laicista, tarea previsiblemente no fácil, dada la aplastante mayoría islámica de sus 40 millones de habitantes de Turquía. Tal vez por ello, para garantizar la lealtad del ejército al laicismo, sobre todo de su oficialidad, los cristianos han tenido cerrada la posibilidad de ser oficiales o mandos en la fuerzas armadas turcas, prácticamente incluso el ser soldado.

En 1923 Atartük inclinó bruscamente la balanza hacía el fundamentalismo laicista y la occidentalización de Turquía. ¿En 2016 Erdogan, gracias a un contragolpe, la ha inclinado hacia el fundamentalismo islámico, silenciado en Turquía durante casi un siglo? Tras ganar la elecciones presidenciales, Erdogan es proclamado jefe de Estado el 28.8.2014. El 15.8,2016 el ejército, guardián oficial del régimen laicista, irrumpe con un golpe de Estado y, en su pronunciamiento, declara traidor a Erdogan, que, como respuesta, invita al pueblo a llenar las calles de las ciudades para defender su gobierno. Las multitudes de religión islámica las llenan. ¿La detención inmediata de 32.000 personas, ordenada por Erdogan, y la depuración de más de cien mil militares, profesores y jueces habrá eliminado del horizonte turco el retorno al fundamentalismo laicista? ¿El fundamentalismo de signo laicista terminará por ser sustituido por el de signo islámico, con o sin la occidentalización jurídica y socio-cultural todavía vigente en Turquía?

7.2. El preludio argelino

Hace ya varios años en un viaje, en autobús, desde Burgos-ciudad a Medina de Pomar me tocó como compañero en el asiento contiguo un joven argelino. Le dije que no entendía lo ocurrido en su patria: la anulación de las elecciones (1991), la declaración del estado de excepción, la disolución del FIS (“Frente Islámico de Salvación”, organización política argelina islamista, fundada en febrero de 1989, declarada legal en 1990) y la encarcelación de sus dirigentes tras un autogolpe del presidente Chadi Bendjedid del partido único Frente Nacional de Liberación (FNL), gobernante en Argelia desde su independencia de Francia en 1962.

El joven argelino se explayó un tanto exaltado. Precisamente era sobrino de uno de los directivos del FIS. Él, como otros jóvenes, había salido de la ciudad a zonas desérticas de su país. Ahora estaba exiliado con la intención de curtirse en la adversidad y luego volver a su patria para reconquistar el poder. Así imitaban a Mahoma que había emigrado (hégira, 622 d. C.) de La Meca a Medina (300 km de distancia) para regresar y conquistar La Meca. Al parecer este es uno de los hadices, constitutivos de la Sunna islámica. El joven estaba al frente de algunas células islámicas en la provincia de Alicante. Hacía aquel viaje, en el puente de la Inmaculada y de la Constitución, para formar a los componentes de una célula que habían trabajado en la recolección de patatas en los Altos, zona norteña y fría de la provincia burgalesa. Fuera, cellisca, o sea, temporal de agua y nieve menuda, lanzada por el viento contra los cristales del autobús.

7.3. Egipto y Siria

Michael Flynn, exdirector de DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa, bajo la jurisdicción del Departamento de Defensa estadounidense) ha reconocido la existencia de un informe clave de Inteligencia del 2012, que anunciaba el respaldo a la creación de un «Estado islámico» en Siria y la protección de los yihadistas por parte de la Casa Blanca en su lucha contra el régimen sirio de Al Assad. Estos yihadistas radicales se transformarán pronto (29.6.2014) en ISIS, acrónimo de Islamic State of Irak and Syria. Algunos gobiernos occidentales han pedido que, en su lugar, se use el acrónimo DAESH, porque este, en árabe, suena ofensivo (= «algo que aplastar/pisotear»).

Flynn reconoció que el apoyo a los yihadistas fue «una decisión deliberada». Según información de José Félix Merladet, exembajador de la UE, Flynn ha hecho estas declaraciones en una reciente entrevista en el programa Head to Head de la cadena Al Jazeera. Esa «decisión deliberada» se tomó cuando Hilary Clinton era Secretaria de Estado. El presidente Obama la ha aplicado sin vacilar hasta que ha intervenido en apoyo de Al Assad el presidente de Rusia, Putin, tras la sugerencia del patriarca ortodoxo. La «decisión deliberada» iba encaminada a la imposición de la «primavera democrática árabe». Es una táctica similar a la del mismo EE.UU cuando apoyó a Al Qaeda en Afganistán para que Rusia desistiera de dominar este país, o sea, como meter al lobo para adueñarse del rebaño ajeno. Parece lógico que el vicario apostólico de los Latinos en Alepo (Siria), mons. Georges Abou Khazen, en una entrevista en la televisión italiana Tv 2000, manifestara: «El Estado Islámico es un instrumento en manos de las grandes potencias; ha sido creado por ellas, armado y apoyado (…). Les compran el petróleo y los hallazgos arqueológicos robados en estas tierras» (ZENIT, 30, julio, 2015).

Las manifestaciones en Egipto lograron derrocar a Hosni Mubarack (11, febrero, 2011). Se celebraron elecciones libres. Pero, en ellas salió vencedor Mohameh Mursi con el 51,90% de los votos y, con él, triunfaron los islamistas bajo la dirección de los Hermanos musulmanes, que trataron de imponer la reislamización desde arriba, desde el poder, y de islamizar la modernidad. Abdul Fatah al-Sisi, militar egipcio formado en el Army War College de Carliste en Estados Unidos, lideró un golpe de Estado militar (3, julio, 2013), les despojó del poder y encarceló a muchos de sus directivos y miembros. En julio del 2014 se convirtió en el presidente constitucional de Egipto. Una vez más la llamada “primavera árabe” tuvo el desenlace contrario al proyectado. Ha quedado congelada en Siria. Libia ha degenerado en una nación desestructurada, caótica y sin control.

  1. Repercusión negativa de la primavera árabe en la vida de los cristianos en esos países árabes

Antes de la provocación de la ”primavera”, en esos países árabes había generalmente gobiernos reformistas, militares, autoritarios, que procuraban modernizar, no islamizar la modernidad como los yihadistas. Los gobiernos reformistas tienden a conceder cierto grado de libertad religiosa a los cristianos, que al menos no son perseguidos. Más aún, en algunos de estos gobiernos ha habido ministros que eran católicos, por ejemplo, Tarek Aziz, llamado «el rostro amable del régimen», ministro de Asuntos Exteriores (1983-1991) y viceprimer ministro adjunto (1979-2003) en el de Sadam Husseín en Iraq. Han practicado el reformismo Habid Burguiba desde la independencia de Túnez (año 1956), Muammar el-Gafafi desde 1959, etc.

La primavera árabe ha sido un verdadero invierno para los cristianos acosados por los yihadistas tanto mientras ocuparon el poder como cuando, desalojados del mismo, actúan desde su existencia subterránea y a veces oficialmente ilegalizada. Además, ellos como en general los musulmanes, identifican ”cristianos” y “occidentales”, que serían los causantes de todos sus males. De ahí su resentimiento tradicional, especialmente tras el desmoronamiento de los dominios turcos junto con la colonización de todo el norte de África y del Oriente Medio, precisamente la zona de la primavera árabe, durante los siglos XIX y XX.

  1. ¿La “primavera católica”?

¿Pero, puede hablarse de Primavera católica? Aunque pudiera hablarse de ella, ¿no ha sobrevenido –sin saber cómo- una helada que ha destrozado la floración incipiente durante el concilio Vaticano II? Parece oportuno dejar el discernimiento de esta cuestión para otra ocasión.

Manuel GUERRA GÓMEZ

[1] Cf. M. Guerra, La guerra de don Manuel, Homo Legens, Madrid 2018, 135-137.

[2]  Cf. M. Guerra, El árbol masónico. Trastienda y escaparate del Nuevo Orden Mundial, Digital Reasons, Madrid 2017, 113-126.

[3]  Las entrecomilladas son palabras de Nicholas Murray Butler, presidente de la Universidad de Columbia y de la fundación Carnegie, miembro del Council on Foreign Relations (CFR, integrado por 3 800 personas el año 2001), cf. M. Guerra, Masonería, religión y política, Sekotia, Madrid 20135, pp. 269-271.

[4] Cf. Bernard Antony, Vérités sur la Franc-maçonnerie. De la subversion des loges à la république des initiés, Godefroy deBouillon, Paris 2007, 193-216; M. Guerra, Masonería, religión y política, Sekotia, Madrid 20135, 167-174.

[5] Cf. M. Guerra, Historia de las Religiones, B.A.C., Madrid 20104, 275-304 y los artículos Modernizar el islam, islamizar la modernidad y Resentimiento islámico en el blog www.infovaticana.com/blogs/manuel-guerra 

[6] La sunna (= «camino transitable, tradición») trata de responder a la pregunta: «¿Qué diría o haría el Profeta en este caso concreto, no regulado en el Corán? Los dos compiladores de los «hadices» (hadith> «hadiz»  = «narración» de los dichos y hechos de Mahoma), muertos en la segunda mitad del siglo IX, consideraban auténticos 7.000 de los 60.000 hadices examinados

[7] Cf. su texto en J. Vernet, El Corán,  pp. XXIII-XXVI

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