| 26 mayo, 2011
Con un poco de atraso, publicamos la siguiente reseña que hiciera nuestro enviado José Nerdo de la reunión de blogueros que tuvo lugar en el Vaticano el pasado 2 de mayo de 2011, organizado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.
Llegué a Roma el domingo 1º por la mañana. Ya en el avión veía las caras, los gestos y actitudes intentando descifrar si alguno de mis compañeros de travesía era uno de los afamados bloggers invitados por el Vaticano a la reunión. Difícil decir, el tráfico aéreo hacia y desde Roma es uno de los más nutridos del mundo. Además, laptops, smart-phones y tabletas ya no son privativas de nosotros los fanáticos de la computación, hombres de negocios, jóvenes viajeros, seminaristas y estudiantes, o simples peregrinos… todos parecen tener su Blackberry, su notebook o su iPhone. Ya pocos “geeks” conservan la imagen de que gozábamos, con orgullo, en los ’80 y ’90, y que popularizó el célebre Bill Gates. En fin, deduje al menos 10 candidatos de entre los que podía ver desde mi asiento.
Aterrizamos en el aeropuerto “Leonardo da Vinci” de Fiumicino, a unos 30 kilómetros de Roma, a las 11 de la mañana. Desde la terminal 5, tomé un taxi que, en un rato y por sólo 40 euros, me dejó en el centro de la Ciudad Eterna. Por supuesto que iba dejando asentado en mi Twitter, cada uno de estos movimientos, mientras chateaba gracias a mi Blackberry con Juanma, amigo virtual al que por fin conocería. Unos días antes me había descargado del Apple Store una serie de canzonettas y óperas de Rosini, Verdi y otros clásicos que ahora escuchaba con mi iPhone, ambientando el paseo.
Trataba de no respirar el smog romano y di por fin con un McDonald’s donde pude almorzar a gusto, mientras abría la laptop para dejar un post en uno de mis blogs. Aprovechando que al menos el wi-fi de la cadena de hamburguesas era respetable en su velocidad, visité un par de museos virtuales en Internet. ¡Qué lindo el Vaticano pensé! ¡Qué alegría estar aquí! ¡Qué privilegio! Dos o tres horas después, con una buena idea de lo que quería visitar, tomé otro taxi que me llevó por los alrededores del Coliseo, Plaza de España, la Fontana di Trevi, etc. Siempre con mi Blackberry, o mi iPhone alternativamente, iba sacando fotos que dejaba en Twitter y en Facebook, para que todos mis amigos (¡tengo unos 1300!) pudiesen envidiarme (sanamente, se entiende, ¡je!).
Le pedí que me dejara en Via Della Conciliazone a pasos de la Plaza de San Pedro. Por suerte, gracias a Wikidictionary podía ir traduciendo lo que quería decir al taxista. Pero tengo que reconocer que fue una desilusión. El Vaticano no se parecía en nada a lo que había visto por Internet, las fotos de Flickr, la web vatican.va, los portales católicos… Pensé para mis adentros: “¡qué bien le vendría el PhotoShop! Para limpiar las imperfecciones, las manchas de humedad, el guano de paloma, los papeles y envoltorios dejados por los turistas…” Me vino un poco de vértigo, que se fue empeorando al ver la cola que debía hacer para ingresar a la basílica papal. ¿Quién quiere entrar cuando se puede ver todo por Internet? Sólo hay que saber buscar, ¿no?
Pero tenía que ir a misa. La Iglesia, que es lenta en sus decisiones (como todos sabemos), aún no aceptó que se pueda cumplir el precepto dominical por Internet. Ya vendrá, tiempo al tiempo. Pero, mientras tanto, nos fuimos a una misa que, siendo que estaba llena de turistas, podía ser lo suficientemente rápida como para permitirme ir a algún lugar donde pudiese reconectar mi laptop y moderar los comentarios de los blogs (y, de paso, aprovechar a colocar algunos “Me gusta” en Facebook), antes de ir a mi hotel a registrarme, comer algo y dormir. Cambié todas las alarmas a modo de vibración, me senté y me dispuse a participar de la Cena del Señor. Ah, otra desilusión: era en francés y ni siquiera había guitarras o música de Taizé para amenizar la celebración. ¡Con lo fácil que es hoy bajarse esto de Internet! No entendí nada, ¿cuándo tendremos traductores simultáneos a la manera de los museos?
De allí salí corriendo, no fue tan corta como imaginé. Encontré un Kentucky Fried Chicken, donde, mientras comía unas alas de pollo fritas con Ketchup, pude reconectarme con mis amigos de Facebook, Twitter, el blog, los foros, etc. ¡Qué alegría! Todos me preguntaban por mi viaje. Aproveché a mandarles fotos y hasta las recomendé un par de webs para que viesen lo mismo que yo.
Luego de tres horas en KFC, actualizando mi blog, comentando en los foros, visitando los perfiles de mis amigos de FB y leyendo algunos “twitts”, me fui para el hotel. Otra desilusión (¡dos en un mismo día! No da ganas de salir de mi apartamento). No se parecía en nada a lo que vi en su web. Pero, en esta ocasión, les hice saber de mi descontento y los “amenacé” con iniciar una campaña virtual (“para algo tengo más de 500 contactos en LinkedIn”, pensé). Pero no fue necesario, me regalaron entradas para ir al cine a ver “Río”, lo último de Disney. ¡Qué gente tan amable!
También me bonificaron los 5 euros diarios que debía pagar para tener acceso a Internet en mi habitación. Lo que me sirvió más aún. Que nervios tenía, ¡mañana estaría en el Vaticano! No pudo ser una noche demasiado productiva. No conseguí que me trajeran un café Latte de Starbucks a la habitación y el espresso que me ofrecían no me gustó. Una pocillo de cerámica que vaya saber Dios si lo habían esterilizado apropiadamente.
Al día siguiente, me calcé la mejor de mis camisetas de la Guerra de las Galaxias, una camisa encima, y partí, nuevamente en taxi, hacia vía “Della Conciliazione”, nº 5, donde tendría lugar la jornada luego del almuerzo. Llegué bastante rápido y allí estaban los “colegas”, conversando o haciendo cola frente a una mesa donde se hacía la registración. También había otros que, sin contar con invitación, estaban rondando por allí: acompañando a algún amigo o quizá pensando que podrían ingresar a último momento.
Me encontré con un par de bloggers a los que reconocí por sus fotografías en Facebook (a otros, la verdad que no, puesto que parece que abusan del PhotoShop). Con un grupo de cinco, nos fuimos a recorrer un poco los museos vaticanos. Hablamos de los beneficios de Blogger versus WordPress, discusión que nos vio enfrentados 2 y 2, mientras uno se reía por no tener ese problema, puesto que su blog estaba albergado en un portal católico. Así que de ahí pasamos a discutir formas de financiar el blog, o si eso no era lícito. En fin, estuvimos toda la mañana debatiendo, comparando Android con Blackberry, iPad con Kindle, Apple con Windows/PC, rock metálico cristiano con la Hermana Glenda, misa en latín con misa rock, Guerra de las Galaxias con Crónicas de Narnia, Bush con Reagan, etc. Cuando quisimos acordar habíamos dado la vuelta por todo el Vaticano, ya era tarde y fuimos a comprar un Burger King, mientras volvíamos al lugar del encuentro.
Nos fuimos sentando. Todos nosotros respirábamos orgullo. ¡Qué honor estar entre los 150 invitados! 750 solicitudes se habían recibido, por lo que sólo uno de cada cinco fue aprobado. Era ésta, sabíamos, la aceptación formal, por parte de la Iglesia, del blog como un medio de comunicación de la palabra de Dios. Nos sentíamos, por ello, muy importantes. Éramos la vanguardia, los “rohirrim” de la Nueva Evangelización (el que no entiende que lo busque en Wikipedia J).
El Padre Antonio Coltello SJ, del blog Teologiacyber, había explicado que uno de los fines de esta reunión era una mayor colaboración entre los bloggers, dado que la gran mayoría no se conocían entre sí. A lo sumo eran amigos virtuales.
Las palabras de apertura estuvieron a cargo del arzobispo Claudio María Violino, jefe de la Oficina de Comunicaciones Sociales de la Santa Sede. Dijo éste que el Vaticano no buscaba con este encuentro “controlar” la blogósfera, poner normas o marcar guías , sino dialogar, escuchar preocupaciones y ver qué es lo que sale de el mismo. Elizabeth Ascensore, también conocida por su blog The Hermit, dijo que los participantes venían con la idea de que “Roma es muy seria acerca de construir una relación cohesiva y cooperativa con los difusores de las medios sociales católicos”.
Rocco Olivo, cuyo Hints in the Columnata es una institución, dijo a los invitados que representaban a “muchos de los mejores comunicadores sociales” que trabajaban para la Iglesia gratis. La reunión, agregó, es un reconocimiento de “nuestra contribución a la vida de la Iglesia”.
Los representantes vaticanos no podían estar más de acuerdo. El arzobispo Violino alabó “el rol concreto, importante y único de vuestra presencia en el mundo de la comunicación”, mientras que el vocero Padre Federico Veneti dijo que los blogueros católicos son “la opinión pública de la Iglesia”. ¡Aplausos!
De acuerdo con el bloguero brasileño Wagner Alentejo, la reunión se resumía en tres puntos: 1) para que los blogueros reflexionen acerca de su papel al servicio de la comunidad más que de ellos mismos, 2) para que el Vaticano escuche las ideas y experiencias de auqellos que trabajan en los “nuevos medios”, y 3) para comunicar la nueva estrategia de la Santa Sede para Internet. Respecto a esto último, se hizo el anuncio de una nueva web 2.0 del sitio de noticias del Papa, news.va, que pronto será lanzado oficialmente.
Entre los reunidos, se hizo el meaculpa de que la blogósfera católica tiende a ser sectaria y obsesiva consigo misma. The Hermit señaló que “la claridad católica, por supuesto, no puede ser diseminada sin una medida de caridad, y la caridad puede ser algunas veces el mayor desafío que enfrentamos en los nuevos medios”. La libertad de estos medios, agregó, “es al mismo tiempo un don y una terrible tentación para nuestros egos, una fuerza de desorientación y, por lo tanto, un verdadero campo de batalla para nuestras almas”.
El vocero Federico Veneti SJ, además de asentir a lo expresado por la Sra. Ascensore, añadió que el ego “es un elemento significativo a la vez que problemático en la vida de los blogueros”. Y sugirió que, como forma de contrarrestarlo, debíamos usar la noción de servicio. Y se puso como ejemplo: “trato de vivir mi vida de comunicador alrededor de esta palabra ‘servicio’. Soy enemigo del ego. En la comunicación, la dimensión de servicio para mi interlocutor es la clave: servicio para un crecimiento de la comunidad humana en democracia, respeto y diálogo”.
El católico británico Dylan Wardoff, también conocido como A Reluctant Criminal, registró en su blog palabras del P. Veneti señalando que es un ávido lector de blogs católicos luego de la misa diaria de 7.30 de la mañana, para estar informado de los asuntos que pueden aparecer ese día.
Casi a las ocho terminaba. Con algunos fuimos a comer una pasta italiana, al menos para colgar la foto en Facebook. La acompañé con un poco de Ketchup y una Pepsi grande. Seguimos conversando sobre lo importante que somos ahora los blogueros. Y decidimos organizar un encuentro latinoamericano a la brevedad. Ya os contaremos.
De ahí, al hotel. Comunicarme con mis amigos, ¡son tantos! Ver sus nuevas fotos, colgar las mías. Un par de twitts y a dormir.
Regresé a la mañana siguiente, puesto que del aeropuerto me iba al trabajo. Lindos días he pasado. Quería compartirlos con vosotros. ¡Qué Dios los bendiga!
J. Nerdo