Tradicionalismo pretridentino

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La bitácora Liturgiae Causa es representativa de una forma un tanto singular de tradicionalismo, que podríamos denominar tradicionalismo pre-tridentino, radicalmente antimoderno o “primomilenista”. Por lo que nos parece conveniente hacer algunas aclaraciones sobre esta forma de tradicionalismo: dogmáticamente, es imposible  prescindir de los concilios tridentino y Vaticano I. No obstante, sería posible, y deseable, que la teología –sin afectar los dogmas definidos por los concilios- redescubriera el valor de la Tradición, sobre todo en el testimonio de los Santos Padres, y volviera a jerarquizar lugares teológicos devaluados por esa magisterialista, en virtud de la cual la tarea del teólogo pareciera reducirse a encadenar fragmentos de documentos oficiales y glosarlos sin mayor atención a la Paradosis. Litúrgicamente, sería muy provechosa una restauración litúrgica de todas las formas tradicionales del rito latino, sin imponer de modo uniforme el rito romano de 1962. Por último, en cuanto al ejercicio de la autoridad jerárquica, nos parece muy discutible que la superación de la actual crisis eclesial pudiera llevarse a cabo mediante un simple retorno al modo de gobernar de los tiempos de Pío XII y el cardenal Ottaviani. Con las aclaraciones precedentes, ofrecemos nuestra traducción de la entrada de Patricius, animando como siempre a tomar lo verdadero y desechar lo falso.

El P. Chadwick en English Catholic ha escrito una entrada muy relevante, advirtiendo a los anglicanos papistas en contra de la comunión con Roma; o, al menos, así lo leí yo. El mensaje principal de la entrada es que no existe lugar para ninguna clase de tradición (o “patrimonio”) anglicano en la Iglesia romana; sólo obedecer ciegamente la nueva ortodoxia definida y mandada por el Magisterio contemporáneo (expresado en las filias y fobias del Santo Padre), como ser, formas ordinaria y extraordinaria del rito romano, etc. Y uno no puede contener la risa. Del mismo modo que yo, como tú, querría algo más que una cotta ordinaria cada domingo; y uno se vuelve sospechoso, hasta que algo menos conveniente aparezca y uno sea expulsado.

Actualmente soy de la opinión de que los neoconservadores son más peligrosos que los “tradis”. Los tradicionalistas, al menos, tienen cierto grado de distanciamiento con Roma; muchos quieren ver al “viejo rito” en cualquier forma más o menos reconocible, otra vez in situ, incluso si los ornamentos y las rúbricas son más bien modernos.Algunos expresan en forma privada su frustración ante Summorum Pontificum, viéndola como una medida temporaria, un medio para un fin, una mano tendida hacia la SSPX, etc. Algunos son peligrosos y quieren un regreso a 1962.

Para los neoconservadores, sin embargo, para quienes las expresiones forma ordinaria y forma extraordinaria son como su segunda naturaleza, la Tradición no significa nada. Para ellos la obediencia al Magisterio es lo primero, la consciencia y el conocimiento de la Verdad, lo segundo, es decir, son irrelevantes. Que la Tradición pueda tener una auctoritas independiente al Papa reinante es un concepto que no penetra en sus pequeñas mentes, encantados con un Papa totalitario y su entorno de obsecuentes en el Vaticano.

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