| 01 diciembre, 2012
No sabemos muy bien qué dijo Müller y probablemente sus palabras quedarán en una nebulosa. Pero la noticia ha sido aprovechada en la vecina infocatolica por el apologeta bolivariano. En uno de sus comentarios el Doctor Eximio redivivo ha estampado la siguiente sentencia: “la afirmación de que los textos del Concilio contradicen el Magisterio anterior… es el tipo de interpretación que el prefecto de la CDF llama herética”.
Si el bolivariano estuviera en lo cierto, a la luz del texto que transcribimos a continuación, deberíamos concluir que el teólogo jesuita Avery Dulles fue un hereje al que Juan Pablo II hizo cardenal en 2001…
Es más interesante para nuestro problema observar que el Vaticano II dio marcha atrás silenciosamente sobre posiciones anteriores del magisterio Romano en numerosas cuestiones de importancia.Los ejemplos más claros son suficientemente conocidos. En los estudios bíblicos, por ejemplo, la Constitución sobre la Divina Revelación aceptó un acceso crítico al Nuevo Testamento, apoyando así las iniciativas previas de Pío XII y liberando a la Iglesia, de una vez por todas, de las pesadillas de los decretos anteriores de la comisión bíblica. En el Decreto de Ecumenismo, el Concilio dio la cordial bienvenida al movimiento ecuménico y comprometió a la Iglesia Católica en la cuestión más amplia de la unidad Cristiana, acabando así con la hostilidad santificada en la Mortalium animos de Pío XI. En las relaciones entre la Iglesia y el Estado, la Declaración sobre la Libertad Religiosa aceptó al Estado religiosamente neutro, negando así la opinión aprobada previamente de que el Estado debería reconocer formalmente la verdad del Catolicismo.
Misil caza-herejes. |
En la teología de las realidades terrenas, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, actual adoptó una visión evolutiva de la historia y un optimismo moderado con respecto a los sistemas seculares de pensamiento, acabando así con más de un siglo de denuncias vehementes contra la civilización moderna.
Como resultado de estas y otras revisiones de antiguas posturas oficiales, el Concilio rehabilitó a muchos teólogos que habían sufrido restricciones severas en su capacidad de enseñar y publicar. Los nombres de John Courtney Murray, Teilhard de Chardin, Henri de Lubac e Yves Congar, todos ellos tenidos como sospechosos en la década de los 50, aparecieron de repente rodeados por un halo brillante de entusiasmo.
Con su práctica concreta del revisionismo, el Concilio enseñó implícitamente que es legítimo y hasta valioso disentir.
De hecho el Concilio admitió que el magisterio ordinario del Romano Pontífice se había equivocado, y había dañado injustamente las carreras de hábiles y fieles teólogos.
Tomado de:
¿QUE ES ELMAGISTERIO? FUNCION DE LOS OBISPOS Y DE LOS TEOLOGOS.
P.S.: gracias a Miles Dei contamos con la versión oficial de las palabras de Müller publicadas en L´Osservatore Romano (en italiano, aquí) en la que sí aparece -rectificamos el anterior p.s.- parte de lo que le atribuye Vatican Insider pero no las delirantes aplicaciones de Arráiz sobre la herejía por contradicción de textos.
P.S.: gracias a Miles Dei contamos con la versión oficial de las palabras de Müller publicadas en L´Osservatore Romano (en italiano, aquí) en la que sí aparece -rectificamos el anterior p.s.- parte de lo que le atribuye Vatican Insider pero no las delirantes aplicaciones de Arráiz sobre la herejía por contradicción de textos.
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Al di fuori di questa unica interpretazione ortodossa esiste purtroppo un’interpretazione eretica, vale a dire l’ermeneutica della rottura, sia sul versante progressista, sia su quello tradizionalista. Entrambi questi versanti sono accomunati dal rifiuto del concilio; i progressisti nel volerlo lasciare dietro, come fosse solo una stagione da abbandonare per approdare a un’altra Chiesa; i tradizionalisti nel non volervi arrivare, quasi fosse l’inverno della Catholica.
Fuera de esta única interpretación ortodoxa existe por desgracia una interpretación herética, vale decir la hermenéutica de la ruptura, sea en la vertiente progresista, sea en la tradicionalista. Ambas vertientes están unidas por el rechazo del Concilio; los progresistas al querer dejarlo atrás, como si fuese una estación a abandonar para llegar a otra Iglesia; los tradicionalistas al no querer llegar, como si fuese el invierno de la [Iglesia] Catholica