Texto clásico: «Los dos poderes» (Jean Ousset) XII

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TODO AL REVÉS

Sólo el retorno a la sana distinción de los dos poderes nos permitirá evitar tantas desventajas.
Únicamente ella puede ofrecer las múltiples posibilidades de una acción diversificada; posibilidades de maniobra de diplomacia, necesarias para la salvaguardia de todo lo que merece ser defendido sobre la tierra.
Únicamente ella puede hacer que el clero sea lo bastante independiente, lo bastante libre, sin que el justo poder del laicado resulte por ello paralizado.
Únicamente ella puede ofrecer a la evangelización el campo de una misión verdaderamente universal, sin que sea necesario, para facilitarla, debilitar con concesiones, con actitudes desastrosas, la salvaguardia de un orden temporal cuya armonía es la paz de los seglares.
Únicamente ella puede dotar al laicado de la eficacia temporal cristiana que puede y debe tener, sin dejar de obedecer a las directrices morales, doctrinales y religiosas del Magisterio sagrado.
Si se menosprecia esta distinción del poder espiritual y del poder temporal, si se rechaza el estudio y la formulación precisa de sus justas relaciones y autonomía; si se hace como si éste no existiera o no mereciera existir, o no interesaran más que las relaciones de la Iglesia con la no-Iglesia; si, sobre todo, se actuara como si la autoridad de los clérigos bastara y debiera ser suficiente: la confusión no cesará de crecer, y lo que puede quedar de cristiano en las instituciones se corromperá, se hundirá, desaparecerá.
Prueba de que el sacerdocio no es únicamente el que puede y debe asegurar la salvaguardia.
Finalmente, ¿quién osaría sostener que el celo en la defensa de la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo se mide por el número de las colaboraciones eclesiásticas de las que pueden honrarse grupos o periódicos?
Y, a la inversa, ¿puede decirse que el celo en sostener la causa del derecho natural y cristiano decrece en la medida en que estos grupos, estos periódicos católicos, tienen menos “mandato” y cuentan con menos colaboraciones eclesiásticas?
Lo que ha ocurrido en el III Congreso Mundial del Apostolado Seglar, ¿no es acaso muy significativo? Ha discutido los poderes del Romano Pontífice. Ha reivindicado la elección de una jerarquía seglar, paralela a la jerarquía eclesiástica. Ha sustituido el compromiso apostólico por el compromiso político. Ha votado a favor del derecho de los esposos a escoger los medios anticonceptivos que prefieran…
Esto prueba que el sentido de los dos poderes se hallaba casi perdido en el alma de estos “seglares”… ¡a pesar de su “mandato”!
Todo parece al revés.
Como escribía un amigo médico en “diálogo” con un vicario que le enviaba casos conyugales difíciles: “Usted, sacerdote, ha llegado a ser especialista ginecólogo y distribuidor de hojas de temperatura para rellenar… y esperáis, de hecho, del médico, que soy yo, que recuerde a vuestros protegidos el camino real de la Cruz.”
El mismo tipo de argumento vemos en los labios de un seglar afiliado a la Acción Católica: “desde que el párroco me pide que comente el evangelio a los fieles de la parroquia, lo veo más resuelto que nunca a obligarme a aceptar ideas políticas o consignas sindicales…”
Por lo menos será preciso escoger:
-O no existe clericalismo en la Iglesia, y un seglar cristiano, invocando la doctrina cristiana, debe poder combatir en lo temporal al liberalismo, al socialismo, al progresismo, al comunismo, sin “mandato” de la jerarquía.
-O si se requiere un “mandato” para cumplir una obra que tan evidentemente necesaria es para la defensa de la ciudad, es preciso que entonces haya la honestidad de convenir en que “el clericalismo” es flagrante.

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