| 06 diciembre, 2011
El profesor José Luis Illanes —del Opus Dei, insospechable de pertenecer al mitológico filolefebvrismo— publicó un comentario a la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo (24-V-1990) en el que analiza el fenómeno del disenso progresista. Repare el lector en la definición, la raíz, las verdades que cuestiona y su fundamento ideológico, y podrá juzgar si la posición de la FSSPX tiene suficientes semejanzas con el disenso postconciliar.
“¿Qué es, en efecto, el disenso? Dejando de lado otras posibles significaciones o usos del vocablo, digamos que por disenso teológico suele entenderse, y entiendela Instrucción , no la simple diversidad de parecerse ni tampoco la mera existencia de roces o incluso de conflictos entre teólogos y Pastores —fenómenos que, con mayor o menor intensidad, se han dado en muchos momentos de la historia—, sino la actitud de «oposición sistemática»; más exactamente, la consideración de la actividad científico teológica como instancia suprema en orden a juzgar de la verdad de la fe o, al menos, como instancia autónoma que puede contraponerse en pie de igualdad («magisterio paralelo») a la función magisterial ejercida por la autoridad eclesiástica. El debate versa, pues, no ya sobre cuestiones jurídico-disciplinares, ni tampoco, meramente, sobre la libertad de investigación, de discusión y de crítica, sino, antes y mucho más radicalmente, sobre la naturaleza de la verdad —también de la verdad cristiana— y sobre el ser dela Iglesia. Es precisamente ese núcleo esencial lo quela Instrucción aspira a recordar…
En la raíz del fenómeno del disenso se encuentra —afirmala Instrucción — «la ideología del liberalismo filosófico», es decir, el planteamiento según el cual «Un juicio es tanto más auténtico cuando más procede del individuo que se apoya en sus propias fuerzas»; de esta forma —añade— «Se opone la libertad de pensamiento a la autoridad dela Tradición , considerada fuente de esclavitud» y se termina por afirmar, que «la libertad de juicio, así entendida, importa más que la verdad misma»”
Publicado en: SCRIPTA THEOLOGICA 22 (1990/3), ps. 865-880.