El beso del Corán

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Todos sabemos que un gesto es un movimiento corporal que expresa diversos estados interiores. Coincidimos con D. Iraburu en que, por lo general, los gestos pueden ser más equívocos que las palabras, pues un mismo gesto exterior puede tener significados opuestos: en los evangelios tenemos el beso de Judas y el beso de la pecadora a los pies del Señor; en la cultura occidental el eructo de un comensal se interpreta como una falta de cortesía, mientras que en países de origen árabe no se interpreta así, significando saciedad. En lo que diferimos de nuestro vecino infocatolico es en el subjetivismo con que interpreta los gestos pontificios.

Se suele clasificar los gestos en emblemáticos, que son aquellos que tienen una clara intención que los receptores comprenden perfectamente, porque conocen ya de antemano su significado; e ilustrativos que son los que se utilizan intencionalmente junto a una expresión oral a la que acompañan, y cuyo significado refuerzan. Así, el significado objetivo de un gesto emblemático le viene principalmente de las circunstancias en que se realiza. En cambio, el significado objetivo de un gesto ilustrativo, deriva principalmente de la expresión oral a la que acompaña.

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Dado que no tenemos certeza de que el beato Juan Pablo II empleara el beso del Corán como gesto ilustrativo de sus expresiones, ni conocemos declaraciones interpretativas autorizadas, lógico es suponer que se trató de un gesto emblemático. Tenemos a mano el primer tomo de la más completa biografía del reciente beato (G. Weigel. WITNESS TO HOPE. Harper Collins Publishers, 2001), un verdadero campeón del juanpablismo, y ninguna de las 1038 páginas explica el gesto de besar el Corán. El libro trata in extenso sobre las relaciones con los musulmanes, el encuentro con los jóvenes mahometanos en Casablanca (1985), etc. Pero acerca del ósculo, nada de nada… ¿Por qué? Doctores tiene el juanpablismo que nos sabrán responder…

Ante un gesto emblemático del beato Wojtyla, hay que considerar las circunstancias. Y como la Iglesia es una sociedad tradicional, lo primero es indagar en su historia. ¿Alguna vez, en el pasado, un papa (beato) besó el Corán? Sinceramente, lo ignoramos.

Además, hay que reflexionar sobre las circunstancias que acompañaron al gesto del nuevo beato. Por los datos que tenemos, el beso fue un acto breve, fuera de lugares de culto, con un efecto de repercusión pública mundial. Y esta última circunstancia es la más delicada, porque las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. A millones de cristianos, que viven en un mundo relativista, se les mostró a un Romano Pontífice besando el libro sagrado de una religión falsa. Un gesto que para los católicos, además, evoca el beso litúrgico del Evangelio y del Altar.

Para D. Iraburu, la una única explicación posible no es más que un juicio de intenciones, en verdad incognoscibles porque no fueron explicitadas. Para nosotros, sería mejor incluir el ósculo del Corán en la petición general de su testamento:

…A todos les pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad.”

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