[X], te expones cuando ‘apocaliptizas’ de esa forma. Los tiempos de Dios y su hora no son conocidos por los hombres, ni están cifrados en el Apocalipsis, ni en ningún libro, ni en ninguna revelación particular, ni tampoco en las supuestas (y muy discutibles) profecías de San Malaquías. Tiempos malos con crisis doctrinales y morales los ha sufrido
la Iglesia desde su sagrado origen, y todos han pasado dejando más o menos huella y purificando ala Iglesia cuando han sido superados con santidad y virtud. El embate terrible de los revolucionarios de los siglos XVIII-XIX fue interpretado por algunos como el final, pero pasaron los hombres y sus violencias yla Iglesia siguió. En el tremendo siglo IV, el arrianismo invadió todo el cuerpo dela Iglesia , pero la herejía se extirpó yla Iglesia fue saneada; en el siglo XV-XVI la corrupción de los Papas y la herejía de luteranos y calvinistas debilitaron y rompieron ala Iglesia , pero el siglo siguiente abrió una época de Santos y significó la consolidación del Catolicismo. Soy consciente de la gravedad de este tiempo, de sus pecados y de sus corruptelas y debilidades doctrinales, institucionales y personales, perola Iglesia es más grande y mas santa que todo esto que vemos y padecemos. También me resulta chocante ver cómo los que recurren a ese estilo apocalipticista-tremendista parece que entienden que Cristo Juez va a venir a castigar «a los otros», como si «nosotros» estuviéramos libres de culpa y fuésemos irreprochables, cuando la realidad es que todos – de una u otra manera – compartimos los defectos y los vicios de nuestro tiempo, todos respiramos el mismo aire contaminado. No te comento esto con irritación, [X], pero sí con preocupación. Conque oremos para que mejoremos y dejemos en manos del Justo Juez el futuro que, sea como sea, será un futuro con punto final de salvación y de gloria:La Vita Venturi Saeculi debe animarnos, no atemorizarnos.
De pluma ajena: el peligro de apocaliptizar
| 01 diciembre, 2011
Ha sido un gran acierto del P. Castellani llamar la atención sobre la centralidad del dogma esjatológico como especificativo del ser cristiano: «…creer en su segunda venida es necesario para creer en Cristo, es distintivo de la auténtica fe en Cristo”. Pero otro acierto no menor ha sido advertirnos de los peligros de la curiosidad indiscreta y el quietismo apocalíptico:»...tenemos que luchar por todas las cosas buenas que han quedado hasta el último reducto, prescindiendo de si esas cosas serán todas «integradas de nuevo en Cristo».» Hay grandes verdades que, enloquecidas, resultan peligrosas. Tomamos un comentario del autor de la estupenda bitácora exorbe. Hemos suprimido el nombre del destinatario del mensaje para no personalizar unas recomendaciones que pueden ser para el bien de todos.