En estos días vuelve a la palestra de la actualidad eclesial el caso de Mons. Isidro Puente Ochoa.
En fechas pasadas le dediqué dos artículos: uno expresando mi tristeza por su decisión errada de separarse de su obispo y unirse a una sociedad sacerdotal sedevacantista (no juzgo su motivación); y otro, el más reciente, expresando mi alegría al oír de su boca que volvía a estar en paz con su arzobispo por el cual siguió rezando y nos hizo rezar a todos por su salud.
Pero cuál es mi sorpresa al saber en el día de ayer del precepto penal tan severo que le han impuesto. Dado que entonces me manifesté acerca de monseñor, creo en conciencia que debo hacerlo ahora.
En primer lugar, expreso mi cariño y cercanía hacia su persona, pero creo que ha cometido graves errores y debe repararlos en la medida que la Iglesia le pide.
Segundo: los excesos verbales de sus vídeos, sus voces o expresiones duras, no creo que deban ser materia de juicio porque cada uno se expresa como sabe, como puede y como quiere. Aunque las formas pueden ser cuestionables, que los árboles no nos impidan ver el bosque.
Tercero, en cuanto al contenido de sus vídeos, me parece que es un hombre sabio, estudioso, erudito y pedagógico, aunque se pueda discrepar en algunos temas donde su opinión no sea la mas acertada.
Cuarto: las medidas que se le han impuesto, según se lee en el decreto episcopal, me parecen oportunas salvo la de la cancelación de su canal de Youtube. La razón es doble: a) en aras a la libertad de expresión y b) por la privación a los fieles de una buena formación teológica, filosófica, filológica, histórica,… Considero que debe retractarse de los errores y seguir con la publicidad de sus homilías.
Quinto: con respecto, a la actitud del arzobispo se demuestra su paternidad, pero también una severidad pasmosa en lo tocante a la rama masculina ¿No hubiera sido más fácil reconocer ese seminario y haberlo integrado de alguna forma en el diocesano?
Ciertamente, vivimos tiempos recios y ahora se pretende acallar una de las voces más preclaras y preparadas del clero mundial, sin embargo, en mi opinión, creo que Monseñor debería obedecer en virtud de su ser hombre de Iglesia. Si algo caracteriza a los fundadores de órdenes religiosas es su profunda obediencia a las disposiciones de la Iglesia porque es ahí donde se prueba y aquilata la verdad del carisma fundacional y si es, o no, obra de Dios.
Desde aquí mando mi cariño y respeto a Mons. Isidro Puente. También mi respeto a su arzobispo. Y, por mi parte, me quedo con todo lo bueno que he aprendido de Monseñor y rechazo aquello con lo que no he estado de acuerdo. Rezo por ambos para que todo se arregle de la mejor manera y pronto podamos felicitarnos de la verdadera paz eclesial en la Iglesia que peregrina en Tijuana y en el mundo entero.
Yo también rezo por ambos, por Monseñor Isidro Puente Ochoa suplicando a Dios Misericordia, y por su arzobispo Moreno Barrón clamando a Dios Justicia.
Gracias por expresar lo que usted considera con respecto a Monseñor Isidro, me apenó mucho el que se separara quizá por la desesperación, no sé cómo se regulan entre obispo y sacerdote pero muchas veces los obispos abusan de su autoridad. En lo personal no me agradó lo que hicieron con el Padre Francisco Delgado y ahora con Monseñor, es también querer callarlo. Sé que debe haber obediencia y respeto y al acordarme del Padre Pío, pues me callo. Muchas gracias Padre