PUBLICIDAD

Texto de la homilía del obispo Novell

|

Confieso que no conozco el catalán. El texto de la homiía del obispo Novell está en esta lengua. Lo ha traducido el sistema de Google.

La homilía es ésta:

‘Hoy celebramos la Fiesta de la Virgen del Claustro. Todos en Solsona
ama su venerada imagen, la invoca y le pide protección. Quienes
piensan que la chica de las trenzas es un personaje mítico propio de las
leyendas ancestrales de Cataluña se equivoca. María del Claustro es una
chica que vivió en un lugar y en un tiempo de la historia, pero que, sin ser
hija de Solsona, se ha hecho tanto de aquí que es, no es la primera ciudadana,
es la Patrona.
Recordemos las grandes pinceladas de la vida de Santa María del Claustro, de
la Virgen.

María es judía. Nacida en el otro extremo del Mediterráneo. Hija de un
pueblo de Galilea. De hecho, no se le conoce más apellido que Nazaret: María
de Nazaret. Sólo debía hablar su lengua, el arameo. Se casó con
un chico de su pueblo y, con él, experimentó el peso de una ley forastera
que les obligaba a subir a Judá, la tierra de los antepasados reales de José.

Poco después del nacimiento de Jesús, sufrió persecución de parte de sus
propios gobernantes y tuvo que huir a Egipto hasta la muerte del rey
Herodes. De vuelta a Nazaret vivió largos años en la discreción de la
vida familiar consagrada a la educación del Mesías esperado de Israel, cuando
aunque nadie nada podía imaginar. Cuando su hijo inició la vida pública,
le siguió, como vemos en el episodio de las bodas de Caná y en otras
ocasiones que han recogido los evangelios. María, como hemos escuchado en
el evangelio de hoy, estuvo junto a su Hijo Jesús, a la hora suprema de
su muerte.

María, al pie de la cruz, junto a Juan, recibió el encargo de Jesús
de estar siempre en casa del discípulo amado de Cristo. La tradición de
la Iglesia muestra que este mandamiento de Jesús no se circunscribía sólo
en la casa de Juan, sino a la casa de todos los discípulos amados de Jesús partes
y siempre hasta el fin del mundo.

La historia de la Iglesia testimonia como María ha cumplido este encargo
excelentemente. María no sólo estuvo al lado de la comunidad naciente,
no sólo partió con Juan al exilio de Éfeso cuando la persecución hizo huir
los cristianos de Jerusalén. Sino que María, asunta en cuerpo y alma al cielo,
ha estado al lado de todos los discípulos de Cristo en todas partes y siempre. Se convirtió en la
Señora de todo el oriente próximo: la Theotokos. Pronto fue a Roma Salus populi
romani. Pilar de España. Montserrat de Cataluña. Claustro de Solsona.

María ha convertido Patrona de casi todos los países y los pueblos donde ha
sido anunciado el evangelio de su Hijo. María es Remei, Dolores, Montalbo,
Alba, Sabina, Camino, Aguda, Coaner, Patrocinio, Cuellos, Lord, Castillo,
Guardia, Antigüedad, Quar, Queralt, Pajar y Falgars, por sólo decir las
advocaciones más conocidas de nuestra diócesis. Ha vestido como nosotros,
ha hablado como nosotros, ha configurado nuestras fiestas, ha modelado la
nuestra cultura.

María encarna como nadie el carácter católico del nuevo pueblo que Dios ha
constituido a través del misterio de su Hijo. María se ha hecho de cada pueblo hasta
a ser Patrona y al mismo tiempo es universal hasta ser reina del mundo. Los devotos de
María son personas bien arraigadas y amantes de su tierra, miembros vivos
de su Iglesia particular y, al mismo tiempo, se sienten miembros de la gran
familia de la Iglesia católica, que va construyendo el único pueblo de Dios que
habla todas las lenguas.

Ayer, cuando la imagen de la Virgen del Claustro subía hacia la Plaza
Mayor de Solsona para recibir el homenaje anual de todos los solsonenses, fue
contemplar de nuevo las calles engalanadas para su fiesta. Se dio cuenta
de las muchas banderas que adornan los balcones de la ciudad. Va
sorprenderse, como muchos de vosotros, de ver tantas estelades.

María del Claustro nacida en un país ocupado y oprimido, que ha conocido la
persecución y el exilio, que ha sufrido la condena injusta de Jesús a la muerte,
sabe bien lo que significan estas banderas. ¿Qué le debemos explicar nosotros
sobre deseos nobles y justos de independencia de un pueblo.

Pasado mañana, en Barcelona, una gran manifestación reclamará la
independencia de Cataluña: ‘Cataluña, próximo estado de Europa’. Muchos
municipios han modificado sus actos institucionales con motivo de la festividad
nacional para facilitar la participación en esta manifestación.

Ante estos hechos, puede preguntarme, ¿cuál es la palabra de
la Iglesia?
En primer lugar, hay que decir que la Iglesia, como dice el Concilio Vaticano II en la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, no es ajena a los gozos y las
esperanzas, los llantos y las angustias de los hombres contemporáneos. Más aún
‘No hay nada verdaderamente humano que no resuene en su corazón’.

En segundo lugar, la Iglesia reconoce los derechos de los pueblos a la autodeterminación
y, más aún, a la independencia, como afirmó explícitamente el Papa
Juan Pablo II en los discursos con motivo del 50 aniversario de la Segunda
Guerra Mundial y con motivo de la audiencia anual al cuerpo diplomático
acreditado ante la Santa Sede, en 1988.

También, los obispos de Cataluña, hace ya más de 25 años, en el documento
‘Raíces cristianas de Cataluña’, fueron afirmó: ‘la existencia de la nación
catalana ‘y el derecho a’ una adecuada estructura jurídico-política que haga
viable el ejercicio de los derechos ‘que tiene como nación. Al tiempo añadían que ‘la
forma concreta más apta para el reconocimiento de la nacionalidad, con los
sus valores y prerrogativas, corresponde directamente al ordenamiento civil ‘. No
corresponde paso a la Iglesia determinarlo.

Recientemente, conmemorando el aniversario de este importante texto, los obispos
de Cataluña en el documento ‘Al servicio de nuestro pueblo’ afirmábamos de
nuevo que: ‘reconocemos la personalidad y los rasgos nacionales propios de
Cataluña (…) y defendemos el derecho a reivindicar y promover todo lo que ello
conlleva ‘. Pero hacíamos un paso más en sintonía con el creciente sentimiento
independentista de este país: ‘Hoy se han manifestado nuevos retos y
aspiraciones, que afectan a la forma política concreta como el pueblo de
Cataluña debe articular (…).

Como pastores de la Iglesia no nos
corresponde a nosotros optar por una determinada propuesta a estos retos
nuevos, pero defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que
se basen en el respeto inalienable de las personas y de los pueblos y que
Búsquedas con paciencia la paz y la justicia ‘.

Dejádmelo decir más
claramente: estar a favor de la independencia de Cataluña es legítimo
moralmente y, por tanto, los católicos pueden ser independentistas.

La Iglesia, como siempre ha hecho a lo largo de la historia, como sucedió
recientemente en el nacimiento de los nuevos países independientes del este
de Europa, como no puede ser de otra manera, estará al lado de este
pueblo en lo que decida mayoritariamente sobre su autodeterminación.

La Iglesia, recordando siempre que su misión es el anuncio universal de
el Evangelio, no abandonará este pueblo en una hora crucial de su
historia.
Santa María del Claustro, proteja sus hijos.’

Catedral de Solsona, 9 de septiembre de 2012

Fuente:Homilía en catalán

http://www.bisbatsolsona.cat/pdf/festamajor9-12.pdf

Hace dos días escribí mi opinión en este Blog. Ahora dejo a los lectores amigos que comenten lo que deseen, dentro las normas de rigor del portal de InfoCatólica. Muchas gracias a todos.

Tomás de la Torre Lendínez

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *