Pactos

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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31 Tras el domingo próximo los elegidos de los comicios generales conjugarán con toda perfección un verbo llamado: pactar. Lo dirán en singular, en plural y en mayestático. Lo repetirán por activa, pasiva, media y perifrástica. Saldrán en todos los medios de comunicación social alardeando de ser buenos agentes de pactar todo lo posible por pactar, siempre sin perder el rabo del poder que tanto alimenta el ego, el tú y el nosotros de todos los que acuden a las elecciones generales. ¿Qué opina la Iglesia Católica de los pactos?. El primer pueblo en firmar, sellar, cumplimentar, crear alianzas y pactos fue Israel, con quien Dios entabló una alianza perpetua desde Abraham en adelante. En todos los casos los rupturistas del pacto eran los propios israelitas, dado que la inconstancia, la pereza y la deserción anidan en el corazón humano desde los felices días del alba de la Humanidad cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron del fruto prohibido. Más tarde, el Hijo de Dios hecho Hombre, nacido de la Virgen María, cuya natividad vamos a celebrar en los días próximos, Jesús de Nazaret, enseñó con sus palabras y obras, que pactar es humano, bueno, sano y ayuda a buscar la perfección siendo mejores las dos partes que firman alianzas y acuerdos. El mismo Señor, en la noche del Jueves Santo, selló un pacto con todos los apóstoles, entregando su Cuerpo y Sangre como alimento de salvación eterna en el sacramento de la Eucaristía, y a las pocas horas protagonizó esa Alianza Nueva sufriendo las calamidades propias antes de ser clavado en la Cruz en la que murió por nuestra salvación y rubricó con su Resurrección de entre los muertos al tercer día, como lo había anunciado repetidas veces. La propia Iglesia Católica cuando comenzó su andadura en la historia humana creó los primeros embajadores o nuncios ante los diversos Estados con los que firmaba pactos. Fue el nacimiento de la diplomacia donde se cuadró aquel axioma: Pacta sunt servanda. Es cierto. Si los pactos son necesarios a partir del domingo próximo es para que sean guardados, cumpliendo cada parte la alícuota responsabilidad que haya contraído a la hora de firmar y sellar ante la autoridad soberana que es el propio pueblo español que ha expresado sus deseos en las urnas electorales. Sin embargo, con la historia española en la mano, sabemos que los pactos que se firmaron hace equis años fueron rotos por la envidia, la ambición, la avaricia, la lujuria y el latrocinio, tan presentes en la vida humana individual y grupal, tan viles como incívicos engañando al electorado que habla siempre sabiamente, pero no siempre los protagonistas elegidos saben ser dignos del encargo que se les encomiendan, pues engatusan entre circunloquios, entre odios ancestrales, entre juegos de manos y de villanos, a los responsables ciudadanos que han depositado sus votos en el interior de las urnas. La Iglesia Católica es cuadro ejemplar del pactismo y el diálogo, buscando siempre el bien común de la sociedad entera, huyendo de enchufismos, nepotismos, entreguismos, o ventas al por mayor del producto averiado. Los resultados de la cita electoral serán aceptados por todos los españoles, quienes libremente hemos votado a tal o cual sigla partidaria, desde el domingo serán los elegidos quienes se hagan dignos del encargo o encomienda que les damos. Si tienen que pactar que lo hagan, pero que cumplan lo que dicen y hacen. No nos mientan, por favor. Tomás de la Torre Lendínez

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