Cuando se produjo el tirón de orejas a la corporación de monjas norteamericanas por parte de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe fue noticia de portada en todos los medios informativos internacionales.
El organismo vaticano tachó de “radicalmente feministas” las ideas de estas religiosas residentes en Estados Unidos. La opinión más radical fue sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres dentro de la Iglesia Católica, mas otras sobre sexualidad, aborto y eutanasia
Las monjas estadounidenses rechazaron el veredicto vaticano y decidieron enviar a sus superioras a Roma mañana 12 de junio para discutir sobre su situación con los funcionarios vaticanos. El arzobispo Peter Sartain se declaró listo para llevar a cabo un diálogo con las monjas “rebeldes”, en una «atmósfera de apertura, honestidad, integridad y fidelidad a la doctrina de la Iglesia».
Mientras, al estilo plenamente yanqui, las monjas se han echado a la carretera.
No tengo nada en contra de esta gira de monjas por los estados citados. Lo que les aconsejo es que, a la vez, cumplan con sus compromisos de personas consagradas dentro de la Iglesia Católica.
Supongo que en esa tirada por las carreteras federales estas monjas tendrán, cuando puedan, sus ratos de oración personal, el rezo del Oficio Divino y la participación en la Eucaristía. Aquí está la única fuerza para demostrar que están dispuestas a convertirse en religiosas correctas, en vez de componentes de un circo mediático de pueblo en pueblo.
Si mientras, sus superioras llegan un acuerdo con la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, sacarán frutos positivos de ese vivir veinte días por las carreteras de Estados Unidos.
Y volverá la paz a reinar dentro de esta asociación de monjas yanquis. Pero esto, sinceramente, digo que no me lo creo hasta que no lo vea.
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Tomás de la Torre Lendínez