Artículo publicado hoy, en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 32
Recientemente, el Papa ha afirmado que no podemos acomodarnos a la
evidente carencia de vocaciones sacerdotales y religiosas. Ya que la
misión evangelizadora de la Iglesia debe continuar hasta el final de
los tiempos. La insistencia de Benedicto XVI es que sean los laicos
cristianos quienes tomen la responsabilidad de asumir funciones dentro
de la Iglesia y en la sociedad para que la evangelización no se detenga
nunca.
Hoy, celebra la Iglesia la Pascua de Pentecostés, es la conmemoración
de la venida del Espíritu Santo a la Iglesia primitiva reunida en el
cenáculo. Gracias la fuerza del Espíritu Santo los apóstoles pudieron
con los dones recibidos salir de Jerusalén y llevar el evangelio de
Cristo hasta el último extremo de la tierra.
En esta exigencia, sitúa el Papa, el llamamiento a los cristianos a
que ocupen las responsabilidades eclesiales, por ejemplo, en el
ministerio de la catequesis parroquial, en el servicio de Caritas
sirviendo a los más pobres y desamparados, en la misión visitadora de
enfermos y ancianos impedidos por los achaques propios de su edad, y en
todas las necesidades propias que la Iglesia lleva a cabo a favor de
las personas de la sociedad en la que vivimos.
Los obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar han escrito
un mensaje con motivo de la Pascua de Pentecostés. En él afirman lo
siguiente:
“No debemos olvidar nunca que la eficacia del sacrificio de
Cristo proviene de su total libertad y de su amor incondicional al
Padre y a los hombres. Los cristianos, revestidos de Cristo en el
sacramento del bautismo, tenemos que vivir y actuar como criaturas
nuevas, proclamando las maravillas de aquel que nos llamó de las
tinieblas a su luz admirable. Acogiendo el amor de Dios, que es
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, debemos hacer
del mandamiento del amor la brújula de toda nuestra existencia”.
Esta novedad que da el Espíritu Santo es la que tiene que buscar el
relevo generacional dentro de los laicos servidores de la comunidad
cristiana, sabiendo sacar nuevas vocaciones, que releven a las personas
que hoy son piezas claves en el servicio del ministerio de la Palabra,
de la Caridad y de la Liturgia.
En esta renovación desde abajo, las hermandades y cofradías, dan un
sano ejemplo, ya que siempre encuentran aspirantes cristianos a tomar
la responsabilidad de la directiva cofradiera.
En las parroquias se necesitaría esa misma generosidad y libertad para que en la catequesis,en la acción caritativa y en la liturgia se pueda encontrar la
sustitución de las personas buscando siempre sumar, nunca restar ni
dividir, ya que en la comunidad cristiana todos tenemos un papel
eficaz, del que solamente nos debe jubilar el Señor cuando nos llame a
acudir a la Casa del Padre.
Tomás de la Torre Lendínez