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En Tarrasa 42, en otros sitios ni informan

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En los últimos días se comentan las cantidades de seminaristas que están ingresando en los seminarios en el comienzo de curso. En algunas partes no existe informaciones veraces. En otros, como ocurre en Tarrasa, se han contado 42 seminaristas. ¿Cuales son los motivos?.

Incluso, donde falta información, han invitado a algunos de los seminaristas a dejar los estudios, porque han visto los superiores situaciones poco claras en sus vidas. En algún caso ha sido gente que estaba, con los estudios acabados, al borde mismo de ser ordenados.

Para animarse y conocerse entre sí durante todo este puente todos los seminaristas andaluces están reunidos en Sevilla, donde desarrollan un programa de actos de oración, de cultura y de intercambios de experiencias.

¿Qué está ocurriendo en algunas diócesis donde el número de seminaristas mayores es ínfimo?. Ahora el ingreso de un solo alumno a un seminario es una noticia de primera página.

Mi opinión sobre este asunto es la siguiente:

1.- Donde el obispo diocesano es el primer pastor para suscitar vocaciones hasta en el fondo del mar, ahí surgen las vocaciones tanto en las parroquias como en las familias cristianas. Para esto el mismo obispo debe ser el padre y pastor que ponga las semillas y él mismo las vaya siguiendo, regando, abonando y recogiendo los frutos.

2.- Las comunidades cristianas, con los curas al frente, deben ser, también, los ámbitos esenciales donde crezcan las vocaciones sacerdotales. La catequesis y la responsable pastoral juvenil parroquial deben tener una fuerza y dinamismo capaz de ofrecer los medios a los chicos que sientan la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal.

3.- La familia es el marco primero. Si la familia apoya al niño o joven
que desea ser cura, entonces se han dado muchos pasos. La animación debe suponer que la familia es un clima hogareño donde se vivan las virtudes de la Sagrada Familia.

Insisto, para terminar, poco podemos hacer los demás, si el obispo diocesano no es el primer promotor de vocaciones sacerdotales, en vez de ser el primero que, por miedo u otros motivos, les diga a los jóvenes que abandonen su empeño vocacional.

Sabemos que las experiencias negativas pesan mucho. Pero serán menos si el obispo se implica personalmente en la selección de los candidatos.

Tomás de la Torre Lendínez

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