LA BRECHA VITAL: Una realidad inadmisible

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Se habla mucho de la brecha salarial, un presunto desfase entre los sueldos masculinos y femeninos que se calcula sumando sueldos de los seres de uno y otro sexo y dividiéndolo entre el número de hombres y mujeres respectivamente. En esta contabilización no se tiene en cuenta a las mujeres con empleos de media jornada con menor sueldo, los varones con pluses de peligrosidad o nocturnidad… Y de ese prorrateo sin matices, que consigue una estadística sin fundamento, se concluye que a las mujeres les pagan menos, dando a entender que cobran menos en el mismo puesto y con la misma preparación y antigüedad, lo cual resulta a todas luces injusto si realizan el mismo trabajo.

Esta brecha salarial sirve para seguir echando leña al fuego de la discriminación y el maltrato femenino con titulares cada poco tempo donde se afirma que hay un 25, 30 ó 35% de diferencia de sueldo entre hombres y mujeres, con cifras variables al gusto del demagogo de turno. Hay, incluso, titulares asombrosamente proféticos, pues no hay un solo artículo que explique en qué se han basado para tan complicado vaticinio en el que se aventura que hasta 2080 no se eliminará la brecha salarial.  2080, 2200, o 3050… da lo mismo porque esa brecha, exista o no, va a durar lo que los grupos feministas que viven de ello, diez, cien o mil años. Lo asombroso es que haya hombres trabajando cuando las empresas pueden contratar por menos sueldo a mujeres con la misma preparación y haciendo el mismo trabajo.

De lo que no hablan mis reivindicativas y autonombradas representantes en la Tierra, las feministas, es de la BRECHA VITAL: los cinco años de promedio que las mujeres vivimos más que los hombres y que, me parece, debería abordarse con la misma seriedad con la que se abordaría si fuera al revés.

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Háganse idea de esa BRECHA VITAL en situación inversa. Que, en un acto de discriminación extremo, las mujeres viviéramos un promedio de cinco años menos. Lo normal sería una investigación exhaustiva de las causas de la discriminación vital para erradicarlas. Supongamos que además de la difusa opresión de cisheteropatriarcado, que nos restaría salud seguro porque es muy malo (no hay más que verle el nombre-palabro), se descubriera que nos suicidamos cinco veces más que los hombres, una de las muchas causas de esa BRECHA VITAL terrible y esencial. Se investigarían las enfermedades mentales que nos pudieran empujar a ello y las razones por las que la sociedad nos lleva a tomar tan terrible determinación. Programas, seguimientos, campañas, denuncias de casos, legislaciones…

Imaginemos que también influyeran una serie de enfermedades que incidieran más en nosotras: cánceres de órganos propios de nuestro sexo, otros tipos de cánceres, infartos… De inmediato se harían estudios, investigaciones, campañas, colectas, día del cáncer tal o cual, lacito de color, exigencia a las autoridades de que se invierta dinero en erradicar la mortandad, cursos de concienciación de vida saludable para hipertensos e “infartables”…

Pensemos que otra de las causas que separan la supervivencia de unos y otras fueran los trabajos de alto riesgo, en un porcentaje de muertes laborales en edades jóvenes del 95% de trabajadoras de nuestro sexo. Piensen en la cantidad de campañas de seguridad laboral, de prevención de riesgos directamente dirigidos a mujeres. Imaginen los telediarios, día tras día, sacando varias muertas en el tajo con el pie de foto: “siguen muriendo mujeres todos los días”.

En los exhaustivos estudios también descubrirían que afectan ciertos comportamientos de riesgo asociados a nuestras hormonas. Sin duda se invertiría dinero público en cursillos especialmente dedicados a ese grupo hormonalmente propenso a esas actividades o acciones que pueden costar la vida con información, prevención, y formas de eludir peligros.

Como es lógico, todo esfuerzo sería poco para recortar una BRECHA VITAL que discrimina a uno de los sexos restándole una media de vida de cinco años. Pero como esa brecha esencial afecta a los varones… ¿han oído ustedes algún estudio serio epidemiológico para analizarlos? ¿Alguna medida para recortar esa brecha? ¿Alguna profética y deprimente noticia en la que se nos informe que hasta 2080 no ven posible que hombres y mujeres vivamos los mismos años aproximadamente?

Porque la BRECHA VITAL no puede deberse sólo y únicamente a una causa biológica: “ellos duran menos. Son más débiles”. Hace siglos parece que nosotras durábamos menos y éramos más débiles. Nos cuentan que la sociedad debe proteger y velar por los más débiles, y cinco años son una cifra para analizar, porque son diversas las razones y muchas de ellas, entre otras las que he enumerado, pueden ser minimizadas. Pero no hay ni un solo programa para hombres. Ni llevamos lazos en el día del cáncer de próstata, con mayor incidencia que el de mama y semejante mortandad, ni estudiamos la razón de la alta incidencia en suicidios, ni hay programas de vida saludable para sujetos de alto riesgo: los hombres. Por no tener, no tienen ni un día oficial, aunque sólo sea porque cinco años de vida menos es una discriminación a valorar.

Porque esa BRECHA VITAL existe y nos demuestra que hay una discriminación mucho más terrible que la discutible brecha salarial.

Porque no nos degrada como sociedad el hecho de no poder erradicarla por completo, sino el hecho de no intentarlo, de ignorarlo, de no valorar cinco años de vida de la otra mitad del mundo que alcanza cinco años antes su mitad del cielo, o del infierno.

Porque esa brecha, zanja, agujero, grieta, abismo… existe y es la que nos lleva a que las mujeres enterremos mayoritariamente a nuestros varones más amados mientras nos calientan la cabeza diciendo que eran ellos los que tenían todos los privilegios. O casi todos, porque el privilegio de ver amanecer 1850 días más… ¿en qué porcentaje de brecha salarial se cuantifica?

Alicia V. Rubio Calle

 

 

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