Scott Hahn-Jaime Socias, Edibesa, 604 páginas
Del mismo modo que después del concilio Vaticano II se produjo un hundimiento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, también se produjo otro fenómeno significativo: la disolución de la catequesis rebajada a mera sociología, política y psicología religiosa. Para valorar adecuadamente esta magnífica obra, única en su género, antes es necesario conocer la historia que la precede. En 1966 veía la luz, con el titulo Nuevo Catecismo, precedido de un prologo firmado por los obispos holandeses y una pastoral colectiva leída en las iglesias de Holanda este volumen, más conocido como el «catecismo holandés». Fue publicado con imprimatur (aprobación oficial) del Cardenal Alfrink, primado de Holanda, presidente de la Conferencia Episcopal, uno de los padres más influyentes durante el Vaticano II y amigo personal de Pablo VI. El Catecismo holandés fue un auténtico best seller, las editoriales católicas de todo el mundo se disputaban el privilegio de editarlo, se la consideraba: «la mejor presentación que de la fe pueda hacerse en el mundo moderno». En España, el gran teólogo Cándido Pozo SJ, sería uno de los pocos que denunciara sus errores en su obra Correcciones al Catecismo holandés.
Este catecismo negaba la existencia de los ángeles y del diablo, el sacerdocio sacramental y la presencia real de Cristo en la Santísima Eucaristía y ponía en duda la filiación divina de Jesucristo, entre otras muchas herejías. No entraremos en las verdades morales que también negaba pues la lista sería demasiado extensa. La Santa Sede permitió su total divulgación con la única condición de que se añadiese el decreto que lo había condenado. El Catecismo holandés fue suprimido oficialmente en 1980, después de un sínodo extraordinario de los obispos holandeses celebrado en Roma bajo la presidencia de Juan Pablo II. Dicho Papa pasará a la historia de la Iglesia no tanto por sus viajes u otros tantos gestos y eventos que tanto llaman la atención al mundo, sino especialmente por publicar el Catecismo de la Iglesia Católica en 1992. Después del rotundo fracaso del sínodo de 1977 sobre la catequesis, donde volvió a hacerse patente la división entre los obispos no sólo en la nueva forma que debía tener la catequesis (¿tan mala era la anterior? ¿tan maravillosa es la actual? «por sus frutos los conoceréis») sino también en los mismos principios, el sínodo de 1985 pidió al Santo Padre un catecismo oficial que sirviera como punto de referencia en medio de una exuberante proliferación de catecismos a cuál más mundanizado.
Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica no deja de ser una obra que, al mismo tiempo que debiera de ser fundamental para la formación de los seminaristas y la formación permanente de los sacerdotes, no deja de resultar demasiado «monumental» a la hora de transmitirlo a los fieles en la predicación y la catequesis. La obra de Scott Hahn y Jaime Socias viene, por decirlo de algún modo, a explicar y traducir a un nivel más divulgativo, más popular, las riquezas del Catecismo para que puedan alcanzar a un mayor número de fieles cristianos que hoy más que nunca necesitan urgentemente ser formados por la verdad de la fe católica confesada, celebrada y vivida íntegramente.
Scott Hahn es un seglar norteamericano, casado y padre de familia, converso del protestantismo, economista y teólogo especializado en la Sagrada Escritura. Gran escritor católico, sobre todo apologeta, en el futuro analizaremos otros de sus libros más relevantes. Esta obra es sobresaliente y especialmente recomendada para la formación de catequistas, grupos de jóvenes y matrimonios, cursillos prematrimoniales, catequesis prebautismales y de adultos; así como de religiosas tanto de clausura como de vida activa. También el sacerdote encontrará en este libro un repertorio inagotable de temas de predicación en el decurso del año litúrgico. Enumeremos, brevemente, algunas de sus virtudes:
- Lo que primero salta a la vista del volumen es su gran tamaño. No obstante, lejos de asustar al lector poco habituado o con poco tiempo, enseguida descubre que el motivo de él es la belleza que destilan las 580 obras de arte católicas que pueblan sus páginas. Arte cristiano de todas las épocas que nos habla sin palabras diciéndonos que la Belleza (pulchrum) es uno de los trascendentales (propiedades) de Dios. Especialmente en estos último 50 años, en los que la Iglesia se ha sumado al mundo en su gusto por la estética de lo feo, no hay más que ver tantas iglesias nuevas, imágenes, ornamentos litúrgicos, etc. Lo cual no deja de tener una remota raíz, más o menos consciente, en la negación de la encarnación de Cristo, la desencarnación.
- Posee un lenguaje claro, asequible para no especialistas, cosa que no siempre sucede con el Catecismo de la Iglesia Católica, pues supone un trasfondo de conocimientos filosóficos y de vocabulario teológico rara vez alcanzados por los fieles. Explica detenidamente todo el contenido de cada verdad católica con continuas referencias a la Biblia y al Catecismo.
- Al finalizar cada capítulo incluye un resumen biográfico de un santo que, por su vida y obra, tenga una especial relación con la materia estudiada.
- También aporta, cada capítulo, un utilísimo vocabulario teológico donde en definiciones sintéticas el lector puede acudir para resolver cualquier término que desconozca, enriqueciéndose así con un lenguaje conceptual que le será de gran ayuda para seguir profundizando en su formación católica.
- Del mismo modo también adjunta una serie de preguntas para el estudio y una selección de textos del Catecismo acerca de la cuestión estudiada.
En definitiva, una obra excepcional cuya lectura y consulta son indispensables tanto para el sencillo como para el que se cree sabio.
Me encantó su libro Roma dulce hogar, escrito con su mujer Kimberly, en el que narran su atormentada conversión, nada fácil. https://www.youtube.com/watch?v=hsXV2JXLxu8