El porqué de la fuerza de Francisco está aquí: son unas palabras de la Evangelii Gaudium. Este es el porqué de su vida, de sus decisiones, de todo lo que hace. En él no hay pose. Y éste es el porqué de cualquier santo: Jesucristo. Juzguen ustedes mismos.
266. Pero esa convicción se sostiene con la propia experiencia, constantemente renovada, de gustar su amistad y su mensaje. No se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo. Por eso evangelizamos. El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.
Me parecen maravillosas estas palabras, a la altura de otro gigante como Benedicto XVI, o del mismo casi santo Juan Pablo II.
Para llevar un mensaje de esta envergadura, no podemos ser meros carteros que entregan sobres cerrados. Hemos de vivir y experimentar primero esa Verdad que se nos entrega y nada mejor para entender que CONOCER al remitente en cada gesto, en cada palabra, en cada acciòn hasta que Su mensaje se haga luz en nuestra mente y en nuestro CORAZON, es por ello que pienso que las palabras del Santo Padre son autenticamente ciertas.
Este párrafo es bastante deficitario. No queda explicitada la acción de la gracia. Es ambiguo. Cabe interpretar el seguimiento de Cristo como un esfuerzo voluntarista, no como obra de la gracia. Más que estar Cristo «con» el evangelizador, el evangelizador está «en» Cristo.