El próximo domingo, 18 de enero, el obispo de Tarrasa va a ordenar dos nuevos sacerdotes. Casi todo lo que hace un obispo lo puede hacer un sacerdote. Sólo hay un sacramento que le está absolutamente reservado. El del Orden. Nadie tiene esa potestad excepto los sucesores de los Apóstoles. Sin ella no habría nuevos sacerdotes ni nuevos obispos. Por ello pienso que los obispos deben sentirse especialmente felices cuando incorporan a su presbiterio o al episcopado a nuevos dispensadores de la gracia de Dios. Creo que el egarense es uno de los obispos óptimos de nuestra Iglesia. Mucho tiempo no pocos pensaron en él como el mejor sustituto del cardenal de Barcelona cuya estrella inevitablemente declina por los años y parece que en cuestión de pocos días. Hoy nos dicen que no es esa la sucesión. Barcelona se lo pierde y gana Tarrasa. Tiene a su cargo una de las diócesis más importantes de España, con 1.200.000 fieles encomendados y para ellos el domingo va a ordenar a dos nuevos sacerdotes. Salidos de un seminario que es el más numeroso de Cataluña. Ese obispo, solo, tiene casi tantos seminaristas como todos los del resto de Cataluña, Barcelona incluida, juntos. Lo que significa muchísimo en el erial de la Iglesia catalana de hoy. En esa trayectoria suicida de la Iglesia de hoy se desaprovechan valores seguros por opciones ad experimentum. Y así nos va. Hoy lo que procede es felicitar a Tarrasa, por el obispo que tiene, y a su obispo que el domingo incorporará a dos nuevos sacerdotes a su diócesis. http://www.revistaecclesia.com/ordenacion-de-sacerdotes-en-la-catedral-de-terrassa/
Y vamos a seguir con buenos obispos
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