Cuando marchan conjuntos todos los implicados los resultados son excelentes.
La benemérita Hermandad que lleva tantos años cuidando ese sagrado recinto, y no pocos contra viento y marea, manteniéndolo limpio como una patena y que lleva ya tiempo comprobando como tanto esfuerzo callado y perseverante está fructificando maravillosamente.
El señor obispo de Alcalá que ha erigido estos campos regados con sangre de mártires, no pocos de los cuales están ya en los altares, en su segunda catedral diocesana, la que él llama con toda razón la catedral de los mártires. Su catedral de los mártires. Todos los años, un domingo de noviembre, celebra aquí una misa emocionante y una posterior procesión con el Santísimo bendiciendo con el Cuerpo de Cristo Mártir y glorioso, las fosas comunes y el lugar donde fueron asesinados tantos hijos suyos que, la inmensa mayoría sólo tenía una culpa, la de amarle a Él mucho más que a sus propias vidas. Cada año son más los fieles que asisten a esa celebración que pone los vellos de punta.
Y las órdenes y congregaciones religiosas que tienen hijos allí asesinados y enterrados no pocos ya declarados beatos por nuestra Santa madre Iglesia. En esa misa que os he mencionado concelebran los provinciales, o sus delegados en los escasos casos en los que al provincial le es imposible asistir.
Hace algunos años, no muchos, los agustinos levantaron un hermoso monumento a sus hermanos mártires. Que es engañoso. Entiéndaseme lo que quiero decir. Yo advierto del engaño todos los noviembres a algún amigo para que vea todo lo que esa conmemoración, ciertamente bella, encierra. Porque, sin advertencia, pasa desapercibida. Hay que rodear el monumento y ver su parte posterior. Donde figuran los nombres de los agustinos asesinados, mártires de Cristo. Es una lista numerosísima, impresionante y conmovedora. Dad, cuando vayáis, la vuelta al monumento. Eso confirma en la fe y en la memoria.
Los Oblatos de María Inmaculada acaban de levantar otro, todavía no lo he visto presencialmente, que me parece también obligado y muy hermoso. Dios quiera que todas las demás órdenes y congregaciones terminen colocando el suyo en memoria de unos hijos admirables, muchos por su vida y todos por su muerte. Y a lo que se deberían sumar las diócesis que tuvieran hijos, al menos sacerdotes, allí enterados por confesar a Cristo con su vida. Al precio de su vida.
Os dejo la fotografía del hermoso nuevo monumento. En estos días complicados pidámosle a ellos que intercedan ante Dios por su Iglesia.
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