LOS NUEVOS PECADOS

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LOS NUEVOS PECADOS

Con motivo de la celebración penitencial  del primero de octubre en la Basílica  de San Pedro, que presidirá  el papa Francisco, llega a los católicos una lista de nuevos pecados, respecto de los cuáles se nos invita al arrepentimiento.

Estos pecados noveles son: contra la paz, contra lo creado, las poblaciones indígenas, los inmigrantes; contra las mujeres, la familia, los jóvenes; de la doctrina que es usada como piedra de fulminar contra…; contra la pobreza; contra la sinolidad, falta de escucha, comunión y participación de todos.

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Como pienso que el redactor de esta lista no se encuentra en pleno goce de sus facultades mentales y fomenta la confusión en un tema tan importante, debemos tratar de aclarar las cosas.

Por eso, en primer lugar debe el católico recordar que el pecado es la desodebiencia a un mandato divino, que se expresa en la ley natural o en la ley divina positiva.

Como enseña Tomás de Aquino: el pecado “es un apartamiento o transgresión voluntaria de la ley de Dios” (Suma Teológica, 1-2 q. 72,  a.1) y tiene dos componentes: adversio a Deo et conversio ad creaturam. Alejamiento de Dios y vuelta desordenada a las criaturas.

La distinción más importante es entre pecado mortal y venial. Ambos constituyen un desorden, pero en el segundo, el mismo, según el Aquinate, es respecto de los medios, pero no respecto del fin. En cambio, el primero produce la muerte del alma, la pérdida de la gracia divina.

Para que cometa un pecado mortal debe existir materia grave, advertencia clara en el conocimiento y consentimiento pleno, ejercido por la voluntad libre.

Como aclara el P. Miguel Ángel Fuentes, “la gravedad puede venir del acto mismo o de una circunstancia. Existen actos que en sí mismos son materia grave, como el homicidio. Otros, son graves por razón de alguna circunstancia, como por ejemplo, los daños morales que puede causar un escándalo” (Revestíos de entrañas de misericordia, IVE, San Rafael, 1999, p. 55). 

Ahora, a encarar el tema: pecados contra la paz. ¿De qué paz se trata? ¿Del sosiego interior? o de la paz social, política, internacional? No se aclara.

Pecados contra lo creado, las poblaciones indígenas, los inmigrantes. Aquí cabe aclarar que lo creado, en sí bueno, se desordenó con el primer pecado, el original, el de Adán y Eva, que afectó todas las cosas y cuyas consecuencias sufrimos todos los hombres de todos los tiempos. Entnces se produce un enfrentamiento entre las criaturas y el hombre, la única criatura creada a imagen de Dios, que debe defenderse de otras criaturas: serpientes venenosas, hongos venenosos, insectos que transmiten enfermedades, mosquitos, tábanos y defender a unos animales de otros, por ejemplo, a las vacas de las moscas de los cuernos, que las pican y enloquecen.

Acerca de las poblaciones indígenas, aquí en la Argentina, sirven de disfraz para que delincuentes amparados en su nombre, usurpen, incendien, destruyan y oliguen a los demás a defenderse, porque a veces, como en los últimos veinte años. los funcionarios eran cómplices de los delincuentes.

Respecto a los inmigrantes, la Argentina siempre ha tenido las puertas abiertas a todos los hombres de buena voluntad y ayuda sobre todo en el orden de la medicina, a los países vecinos, a veces sin retribución ni recinocimiento alguno.

De los abusos, prefiero no hablar, porque excede mi competencia.

Pecados contra las mujeres, la familia, los jóvenes. Respecto al los primeros, un pecado fue la adulación que llevó hasta dedicar un Ministerio a la mujer, hoy por suerte, eliminado y si no debemos acusar a los demás, sí podemos mirar lo que sucede en Alganistán y en otros países musulmanes, seguidores de “otras tradiciones religiosas” para comprobar hasta donde pueden llegar en la práctica graves errores doctrinarios. Invito a examinar el Corán y los dichos de Mahoma.

La Iglesia Católica nunca pecó contra la mujer. Por encima de todos los santos le rinde a una de ellas, la más excelsa, en forma exclusiva, el culto de hiperdulía, un respeto muy especial. La figura de la mujer brilló en sus orígenes con Marta y María de Betania, en la Magdalena. En tiempos de la Patrística, con Santa Mónica, sin la cual no hubiera existido san Agustín. En el medioevo y ayer la Iglesia recodó a santa Hildegarda de Bingen. Dos santas Isabel fueron reinas de Hungría y de Portugal. En tiempos renacentistas gobernó en España Isabel la Católica. En nuestros tiempos recuerdo a la filósofa Edith Stein. 

Pecados contra la familia: los princpales destructores de la familia son los enemigos del matrimonio indisoluble, de la casa edificada sobre roca, los codificadores que arremeten contra el modelo tradicional jerárquico y ordenado, para introducir nuevos tipos de familia, donde priman el egoísmo y la falsa libertad.

Pecados contra los jóvenes: sí, adulándolos, aplaudiendo sus estupideces, sus caprichos, sus arbitrariedades, en lugar de educarlos, corregirlos, recordando las palabras hoy tan olvidadas: la juventud no está hecha para el placer sino para el heroísmo.

Usar la doctrina como piedra para fulminar. Otra acusación en el vacío. La Iglesia tiene una doctrina elaborada mediante el esfuerzo y los estudios de la patrística, la escolástica y diversas expresiones de un sano pensamiento, que también existe en la filosofía moderna y contemporánea, que no tira piedras ni fulmina, pero nos protege de nuevos errores, que son muchas veces viejas herejías con nuevos atavíos linguísticos.

Pecados contra la pobreza, otra vaguedad propia del “pobrismo”, enfermedad mental argentina.

Pecados contra la sinodalidad. , falta de escucha, comunión y participación de todos… otra vez las vaguedades.

Para clarificar el tema, recomiendo el artículo de Danilo Castellano “Ancora sulla sinodalita” publicado en “INSTAURARE”, Udine, Enero-Agosto de 2024, una crítica que denuncia el vacío sustancial de la sinodalidad, como “perenne proceso”. 

Me quedo con los antiguos mandamientos promulgados por Dios en el Monte Sinaí, base del orden moral cristiano: Amar de Dios sobre todas las cosas. No tomar su santo Nombre en vano. Santificar las fiestas. Honrar al Padre y a la Madre. No matar. No comter actos impuros. No hurtar. No levantar falso testimonio ni mentir. No desear la mujer de tu prójimo. No condiciar los bienes ajenos. Todo bien concreto y compresible.

Buenos Aires, septiembre 18 de 2024. Bernardino Montejano

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