Para entender a uno de los gallegos más gallegos, aunque haya nacido en Santander, no es imprescindible aunque sí conveniente llegar a sus artículos con genes gallegos. Que hacen meridiano lo que a algunos podría resultar nebuloso y perderse toda la sabiduría y la información que encierran. Vamos, que si le pillas el tranquillo los aprovechas y disfrutas más.
Es una estupidez y una falsedad que un gallego en una escalera no suba ni baje, lo que ocurre es que hay tontos que no se enteran y si un gallego es capaz de vender una vaca averiada a un listo, a un bobo, la catedral de Santiago, una parcela en el mar o las obras completas de Pepiño Tula.
José Francisco Serrano siempre dice algo, y casi siempre algo importante. Hoy también .
A su aire. Gallego.
«¿Lobbies en la Iglesia?». Es su modo no de expresar una duda sino de anunciar una rotunda afirmación. Como lo haría uno de Villalba o de Ginzo de Limia. Los gallegos tenemos un gran respeto a los demás y no queremos ponerles las cosas clarísimas no vayan a pensar que les tenemos por tontos.
«Si se asentara la práctica del lobbismo en la Iglesia católica, en la Iglesia del Evangelio, apostólica, estaríamos ante un síntoma evidente de la necesidad de una profunda reforma en la cabeza y en los miembros.» Clarísimo: ahí está.
Hoy incluso ha querido dar alguna pista más: «Habrá que estar atentos a la aparición y consolidación de lobbies en nuestra Iglesia en España». O sea: aparecidos y consolidados.
Pero no ha nombrado al señor del gran poder. ¿De verdad lo creen? ¿No está en todo el artículo?
Lean a José Francisco Serrano Oceja. Y si alguna vez les parece que no ha dicho nada, vuelvan a leerlo y comprobarán que el defecto estaba en ustedes. Si en una segunda lectura, tampoco, dense de baja de La Codorniz,