A los musulmanes que son buenos, que no es lo mismo que los buenos musulmanes aunque puedan coincidir, menos lamentaciones, siempre escasas y que algunos pensarán que es con la boca chica y para salvar su presencia, y menos manifestaciones de solidaridad con las víctimas, siempre reducidas en número y es posible que también por propio interés, y más denuncias de los asesinos o de los radicales en vías de serlo que conviven con ellos, rezan a su lado en sus mezquitas y saben de sus intenciones más que nadie. El musulmán bueno, con la que está cayendo no vale lo de presunto sino que tendrían que acreditarlo, no es una entelequia de razón sino que ha de ser una realidad. Y que se vea.
Al Santo Padre, agradeciéndole su cercanía a las víctimas y su oración por ellas, le pediría más lejanía con el Islam porque ya está viendo lo que son no pocos de ellos. Matan. Y desconocen por completo la misericordia que es el leit motiv de su pontificado. El sueño de abrir las fronteras a todos no sólo es una utopía sino también una insensatez. Políticos de nombre han ya comenzado a ponerle las peras a cuarto y los demás como si les hablase en arameo. Ni caso. El Gobierno español incumple lo que en su día ofreció tal vez dándose cuenta de que se había pasado. Ha admitido a poco más de la centésima parte de lo ofertado. Polonia y Hungría no quieren ni a uno. Italia está desbordada y no sabe como resolver la situación. Varios países han cerrado sus fronteras y en algunos ha comenzado a expulsarse a varios. Dios quiera que los de Cataluña sean los últimos atentados terroristas de asesinos musulmanes. Pero por desgracia me temo que vendrán más. Y si después de un asesinato masivo se le ocurriera al Santo Padre comparecer en la manifestación de repudio y pedir en ella que se abran más las puertas igual le corrían a cantazos. No los católicos, que se limitarían a tragarse una vez más su desencanto pero sí los muchísimos no católicos a los que el Papa les importa un bledo y unos cuantos, además, encantados de arrojar las piedras.
A las autoridades españolas decirles que los minutos de silencio no sirven para nada o sólo para publicidad de los políticos que se apresuran a figurar en la fotografía. Encantados. Como si fuera por un motivo gozoso. No se la pierde nadie. El rey, Rajoy, Puigdemont, Colau, Soraya… A sopapos el día anterior y en la fotografía como si se tratara de una boda en la que todos son amiguísimos. Se les piden medidas y no fotografías. Creo haber leído que el imán que dirigió la operación estuvo en la cárcel por su radicalismo. Si es así, al salir de ella debió ir escoltado a la frontera. Y no a Ripoll. Porque luego vienen Ramblas y Cambrils.
A los responsables políticos catalanes no voy a decirles que tienen lo que se han buscado pero deberían considerar que su política de potenciar la inmigración marroquí en contra de la hispanohablante ha llevado a que Cataluña sea la región más islamizada de España. Y de ello salen ahora los terroristas. Si llegara a independizarse crudo lo iban a llevar. Dentro de unos años hasta sería posible una manifestación masiva pidiendo el regreso de la Guardia Civil. Véase lo del aeropuerto.
A los obispos de Cataluña, pienso que mucho más necios que malos, señalarles el riesgo de lo que están propiciando aunque en no pocos lo sea con la boca chica. Porque lo tienen muy negro si eso llegara a cuajar entre Scilla y Caribdis. Muy malo por parte de los radicales de izquierda y hasta con posible degollina si llegara el IS. Lo más lamentable es que si eso llegara a ocurrir iban todos a correr a refugiarse en España. Y lo que he dicho de los políticos catalanes lo multiplicarías de eso curas hijos de mala madre, es n modo de decir porque es seguro que la inmensa mayoría de sus madres eran casi santas, pero que ahuyentaron de sus iglesias a los que hablaban castellano, fueran de España o de Sudamérica. Y que jamás bautizaron a un musulmán.
Y a los obispos del resto de España alabarles su solidaridad pero bueno sería que a sus hermanos de Cataluña en la Conferencia Episcopal Española les pidieran que dejaran de hacer el asno. Y como ahora algunos me reprochan que me he ablandado pues más claro: que dejen de hacer el imbécil.
Uno ha conocido a poquísimos musulmanes. Y sin queja por mi parte de esos escasísimos. Seguro que en España hay bastantes que son buenas personas, honrados trabajadores y no pocos hasta auxiliados por la Iglesia desde Cáritas. Que tal vez también debiera examinarse algo. Nada contra ellos. Bienvenidos sean. Pero los radicalizados, con sus imanes y mezquitas en el caso de que unos y otras fueran los puntos de radicalización, los que no respetan a la mujer y tronchan el clítoris de las niñas, los que las visten de burka o similares, los que son unos terroristas cobardes pero encantados con los que no lo sonor estar dispuestos a morir en los atentados pues a esos puerta cuanto antes. Aquí están de más y en ese caldo se cuecen los terroristas.
Y a los aceptables, toda clase de facilidades dentro de las que se dan al común de los que habitamos España. Que tampoco son muchas. Y por supuesto libertad de culto aunque es evidente que para mí no es el verdadero. Siempre que sus lugares no se aliente el odio y menos el terrorismo.