Que debía ser llamado cardenal Enrique pues ese era su primer apellido. Aunque no rimara con paredón como aquel día. Que yo lo oí.
Fue figura capital en el llamado desenganche de la Iglesia española. Hasta que le desengancharon a él. Con notable cabreo por su parte. La prórroga no llegó al año. Y había mucha Iglesia deseando su jubilación, Sobre todo había dejado de ser el hombre del Papa en España. Ya había otro Papa.
Hoy está totalmente olvidado. Los menores de cincuenta años ni saben quién fue.
Tras el en Madrid hemos tenido a Suquía, Rouco. Osoro y Cobo.
A Suquía le tocó intentar recomponer lo que el taranconato había descabalado. Lo que Rouco, su sucesor, consiguió llevar a cabo con notabilísimo éxito.
Osoro una calamidad a la que engañaron diciéndole que su apoteosis sería acabar con el rouquismo Y el pobre hombre se lo creyó, En el intento, fracasado, se hundió el y solo consiguió incrementar la popularidad entre el clero de su antecesor. Una vez caído, los que le vendían como el hombre del Papa fueron los primeros en olvidarse de él.
Con la personalidad de Tarancón solo Rouco. Aunque este mucho mejor.
Y Cobo acaba de llegar.
Sr. RAMILO COSTAS: Llamar a un Santo que fue el Papa Pablo VI » el flordelisado » es despectivo e insultante. Todos sabemos que en su escudo estaba la flor de lis. Pero me parece a mi que se le debe un respeto a un Papa que era cultísimo e inteligente. ¿O es que usted no le perdona que no fuera un total y absoluto defensor del entonces Jefe del Estado ? ¿ O que desde su autoridad moral y desde la Catedrá de San Pedro que rogara respetuosamente al General Franco que tuviera clemencia evangélica hacia unos condenados a muerte ? Y que conste que mi simpatía hacia aquellos condenados a muerte fue , es y será siempre NULA
Tarancón fue muy feliz en Solsona, 18 años, y ya era secretario de la CEE.
Cada cual cuenta la feria según le ha ido en ella. Desgraciadamente la Historia no es como las matemáticas o la física. No impide mentir. Sigan minusvalorando a los grandes como los enanos a los gigantes. Ya se encargará el tiempo de ponerlos en su sitio. Sólo es cuestión de esperar. No logran, tan poderosos como presumen ser, ni poner en su sitio a las muy «ortodoxas» exclarisas de Belorado que los están poniendo en ridículo un día sí y otro también. ¿Sus extraños «obispos» continuan también la sucesión apostólica? ¿Su liturgia «viejo orden» es liturgia?
Con Tarancon, mas algunos otros obispos, la político dejo de contar con un partido de Democracia Cristiana. Los próceres católicos de la transición, junto con cargos políticos, denegaron el permiso de llamarse cristiano a ningún partido político, asi que aquellos que querían organizar un gran partido de clases medias católicos, con ideario social cristiano católico, tuvieron que integrarse, deprisa y corriendo en aquella UCD de Suarez. Y así seguimos. Por cierto, todavia tengo en mi retina, aquella homilía de la Misa de acción de gracias, que se oficio al rey Don Juan Carlos, (algo teneia que hacerse, pero fue de medio pelo). Le hecho lo que llamamos un buen «chorreo», le llamo de todo (por ser heredero de Franco), le puso deberes y obligaciones, y todo ello con tal cara (iracunda) de estar molesto (diríamos que cabreado) por tener que hablar en esta misa. Yo, si hubiera sido D. Juan Carlos, me hubiera levantado y me habría ido, dejándole con, no palabra en boca, sino dejándole con sus diatribas. Claro que el rey tenia mucho que perder y yo con ello no deje sino una linea política y, a la definitiva, por hoy, una patria destruida y sin fe.
Tarancon fue un ingrato y ese no era su principal defecto.
Cobo acaba de llegar y ya sabemos de que va . Pobre diócesis !
Tarancón por orden de Roma declaró la guerra al hombre santo que salvó a la Iglesia Católica en España, y que llevó la influencia católica a todos los órdenes de la vida.
Desgraciadamente la Iglesia de postconcilio, la de Tarancón y los actuales , está mucho más cómoda con el aborto, el divorcio a destajo, la eutanasia y la famosa constitución del 78 que todo lo ampara.
Suquía tampoco estuvo mal. Se mantuvo firme cuando el Gobierno quería quitar la fiesta de la Inmaculada por su cercanía al día 6 de diciembre, fiesta civil
El Flordelisado ordenó a su nuncio en España que recabara la opinión de todos los prelados españoles a fin de decidir si escindía en dos la Compañía de Jesús. La respuesta aplastante fue que lo hiciera. Si no lo llevó a cabo, fue porque lo convencieron tres personajes funestos: Arrupe, Tarancón y Tabera (CMF). Esta información la ofrece el libro «Las puertas del infierno», don Ricardo de la Cierva. Al parecer, el pontífice Flordelisado estaba hasta el mismísimo capelo de los jesuitas. Resumiendo: el papel de Tarancón fue funesto. Si en Burriana le abren un museo (que no merece), no será un servidor quien lo visite; confieso que su voz campanuda y engolada (que luego tuvo también el muy mediocre escritor don Francisco Umbral) me resultaba insufrible.
La imagen icónica es la foto en blanco y negro que le hizo Alberto Schommer, donde aparece entregando a la Iglesia española la soga que selló su destino…
Nadie negará la personalidad y el carisma que el de Burriana tenía. Y ciertamente merece aplausos por la valentía con la que soportó el torrente de insultos que le llovían de todas direcciones cuando el funeral de Carrero Blanco. Pero el respeto que nos merezca su figura humana no nos debe cegar a la realidad: no fue un buen obispo de Madrid. Quizá porque estaba tan ocupado en ser «el hombre del Papa» (él sí lo fue, pero ojo, solo hasta 1978) que se olvidó de su diócesis, la cual entregó a una cuadrilla de curas ultra radicales que, capitaneados por Martín Patino (una de las figuras más nefastas de la historia de la Iglesia en España) lo arrasaron todo. Y otra cosa que le pasó es que a partir de 1978 dejó de ser «el hombre del Papa». Juan Pablo II tenía unas ideas bien distintas sobre lo que quería para la Iglesia. Su hombre fue desde entonces Marcelo González. Que lo primero que hizo al llegar el Papa polaco fue sacar aquél manifiesto crítico con la Constitución, que dejó completamente descolocado al burrianés y los suyos. Tras aquello, Tarancón ya no volvió a levantar cabeza. En la CEE le desplazaron otros muchos más radicales que él (Díaz Merchán, Yanes, Fernando Sebastián), que en realidad era bastante conservador, y en Madrid cayó en la más completa desgracia: no le querían ni los «conservadores» ni los «progresistas».