Anticipo del futuro: los jóvenes
y la Tradición de la Iglesia.
En varios países se registra un proceso interesante, que colorea la actualidad de la Iglesia. Los jóvenes se apegan a la Tradición; los obispos donde este apego es creciente reconocen el cambio que deja atrás al progresismo, y aceptan y aun favorecen ese nuevo movimiento, por ejemplo, instituyendo prelaturas, en las cuales la Misa antigua, “preconciliar”, se constituye en el signo más claro del retorno de la Tradición. Estados Unidos es un caso particularmente evidente, pero también Francia. Roma reacciona con el propósito de bloquear el fenómeno, en algunas diócesis, recurriendo al recurso de nombrar “coadjutores”. Este hecho plantea una reserva que debe explorar el catolicismo, en el que ha reinado un papismo excesivo; felizmente justificado en el pontificado de Pío XII, pero que resulta fatal en el caso de Francisco.
Una de las acciones más significativas en el apego de los jóvenes a la Tradición, es la recuperación de peregrinaciones que tienen muchas veces una historia nacional. En la vieja Europa esta recuperación marca, asimismo, un proceso patriótico, en el que se prueba cómo la religión es el alma de una cultura. Esta dimensión es ajena al globalismo actualmente profesado por Roma, que anticipa su apoyo a la Agenda 2030, y es característica de su progresismo.
El caso de Francia resulta ejemplar: pensemos en esa peregrinación secular de Chartres. Lo mismo puede verse en las peregrinaciones a Lourdes, o a Fátima, centros de la devoción popular mariana. Y a Covadonga, en España. En el caso argentino la meta de la Peregrinación es Luján, donde una imagen silenciosa de Nuestra Señora se encuentra desde el siglo XVII.
La orientación actual del catolicismo deja la cultura del mundo a merced de la incredulidad, con el frecuente predominio de un liberalismo de izquierda, que invade las conciencias a partir de la vida universitaria. En la cultura mundana, es decir, cuando el cristianismo ha sido devorado por el paso del tiempo, o desplazado de la centralidad, reina el paganismo. Es exactamente lo contrario a lo que ocurría en los tres primeros siglos, en los que la fe cristiana se iba haciendo cultura al conquistar la sociedad.
Hoy día, en un país como la Argentina, el subsuelo religioso va siendo cubierto por extensiones paganas. En ese contexto se destacan los grupos en los que la juventud descubre el valor de la Tradición; sea con la preferencia de la Misa de San Pío V, o de Pablo VI, celebrada esta última con respeto a la exactitud, la solemnidad y la belleza propia de la liturgia, que es posible celebrar después del Vaticano II, según los criterios del mismo Concilio, coherentes con la Tradición católica. La mención de la liturgia no es un dato menor: en la vida litúrgica está la base de una cultura cristiana, en la que el sentido de Dios ilumina todas las formas de la vida. Lo contrario ocurre cuando ese sentido de la primacía de lo Divino se pierde en el laberinto de las religiones, tal como es impulsado actualmente por el diálogo interreligioso, que es una manía del actual pontificado. Otra manía es el diálogo con las expresiones anticatólicas. Recientemente, el Papa Francisco visitó en su casa a la política radical Emma Bonino, que se caracterizó por sus expresiones dañinas de la cultura cristiana de Italia: el divorcio, el aborto y, en general, todo lo contrario a la orientación cristiana de la sociedad. Éste fue otro signo de confusión ofrecido por Roma. El contraste está en el apego de los jóvenes a los valores tradicionales. Una parroquia en la que abundan los jóvenes, y éstos se forman según la Tradición es capaz de ir conquistando el contexto social y superando el paganismo invasor. Éste es el modelo providencial de creación de una cultura cristiana, en la que el apoyo está en el orden natural, descubierto y respetado.
El paganismo precristiano estaba abierto a su superación por la Palabra de la Verdad. El poscristiano, en cambio, se cierra a la renovación que puede venir de la Tradición. El apego de los jóvenes a ésta puede renovar las parroquias y volcar el sentido de Dios a la cultura de la sociedad.
Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, viernes 8 de noviembre de 2024.
Mes de María Santísima. –
Monseñor, me encanta el apego de los jóvenes a la tradición, la verdadera, la que incluye al cvII, la que no ve a papas santos, como Juan xxiii o Juan Pablo ii, como a enemigos de la Iglesia.
Me gustan los jóvenes que aman la tradición y que «a veces «caen, pero no coincido, con los que están «cómodos» en sus bolicheadas, vestimentas indecentes ,borracheras y pucho en mano, criticando a los santos de la Iglesia, sin mirar las vigas propias, esas actitudes y posturas, no juntan, desparraman.
Cómo argentino de 76 años me reconforta comprobar que en mi país de origen aún queda un Obispo.
Cancelado por Tiranoglio
Pero firme en la Fe y en la Verdad