Y más solo se va a quedar si se empeña en no liberar Madrid de la carga de «progres» que tanto le gustaba a monseñor Osoropel: Royón, Josito, father Ángel, Brabrebribrobrú y otros. Y tendrá dos décadas para lamentarlo. Se puede meter en un «avispero» u «obispero» descomunal. Y, con un poco de suerte, con un pontífice que no acepte su «cobismo».
No es que Cobo «se descuelgue» o «se retire» de la carrera. Es que nunca se ha mostrado muy interesado en participar, ni tampoco en ser el «hombre del Papa», reconozcámoslo. Bastante tiene con «hacerse» con una diócesis que le ha recibido sin el menor entusiasmo (en contraste con Osoro, que fue recibido entre aplausos) y en la que hay un montón de problemas. Otra cosa sería la carrera por la vicepresidencia, donde sí le veo con más posibilidades, porque ese es un puesto puramente simbólico cuyo único efecto es colocarle en primera línea para una futura elección de presidente en 2028, y para eso queda mucho. El presidente de la CEE, salvo sorpresa de última hora, será Luis Argüello. Pregunta interesante: ¿qué pasará con la famosa «comisión» de entorpecimiento de nombramientos episcopales —que es lo único que ha sabido hacer— después de esto?
ya en el episcopado español ya se dieron cuenta quien es el progre cobito.
Y más solo se va a quedar si se empeña en no liberar Madrid de la carga de «progres» que tanto le gustaba a monseñor Osoropel: Royón, Josito, father Ángel, Brabrebribrobrú y otros. Y tendrá dos décadas para lamentarlo. Se puede meter en un «avispero» u «obispero» descomunal. Y, con un poco de suerte, con un pontífice que no acepte su «cobismo».
No es que Cobo «se descuelgue» o «se retire» de la carrera. Es que nunca se ha mostrado muy interesado en participar, ni tampoco en ser el «hombre del Papa», reconozcámoslo. Bastante tiene con «hacerse» con una diócesis que le ha recibido sin el menor entusiasmo (en contraste con Osoro, que fue recibido entre aplausos) y en la que hay un montón de problemas. Otra cosa sería la carrera por la vicepresidencia, donde sí le veo con más posibilidades, porque ese es un puesto puramente simbólico cuyo único efecto es colocarle en primera línea para una futura elección de presidente en 2028, y para eso queda mucho. El presidente de la CEE, salvo sorpresa de última hora, será Luis Argüello. Pregunta interesante: ¿qué pasará con la famosa «comisión» de entorpecimiento de nombramientos episcopales —que es lo único que ha sabido hacer— después de esto?