El imprescindible magisterio del arzobispo Aguer
El “rito maya”
y el progresismo papal.
La Liturgia representa la vida íntima de la Iglesia, su esencia: el culto del Dios Trino, en el que se cumple el Primer Mandamiento; la reproducción del Misterio Pascual de Jesucristo; la comunicación de la Gracia del Espíritu Santo, en la celebración de los Sacramentos. La realización de la Liturgia se verifica según diversos ritos, de Oriente y de Occidente. El Rito Romano incluye el Ordo de la Misa Latina, originado aproximadamente en el siglo VI, y que nunca ha sido derogado. En 1970, el Papa Pablo VI sancionó un nuevo Ordo Missae, que se ejerce con alteraciones aquí y allá, y que carece de solemnidad y belleza. Por eso, muchos jóvenes adhieren a la Tradición de la “Misa de siempre”, donde ésta no es arbitrariamente prohibida. La letra de esa Misa Tradicional tiene la exactitud del latín eclesiástico.
Los ritos orientales se mantienen invariables a través del tiempo; a lo sumo adoptan, siquiera parcialmente, la lengua del lugar donde se los celebra. El actual Ordo Missae, en cambio, se caracteriza por su variabilidad, e incluye numerosos abusos. Un campo de especial experimentación es la música, ámbito en el cual se ha abandonado el canto gregoriano, y se ha introducido el uso de instrumentos populares. Es notable que aún allí donde existe un órgano de tubos, éste permanece callado. El disgusto que provocan esos cambios explica que numerosos jóvenes adhieran a la “Misa de siempre”. Apunto algo curioso. Se podría pensar que el actual pontificado adopta en su orientación litúrgica los vicios populares argentinos.
Ahora se ha dado otro paso en falso: la aprobación del “rito maya”, concedido a México. Es una “incorporación” al rito de la Misa de elementos paganos, abundantes incensaciones, participación de mujeres que intervienen como si fueran sacerdotisas, música popular ajena al ámbito religioso, aplausos y danzas. ¿Qué ha quedado de la Eucaristía cristiana? La formulación de esta instancia constituye un punto de llegada de la transformación de la Liturgia católica, despedazada ahora en la abolición del Culto Divino. ¿A qué dios se dirige el “rito maya”?
La situación creada por esta fabricación es gravísima; altera la espontánea relación entre la Liturgia y el Cielo. No se puede aducir una referencia al Concilio. El primer documento del Vaticano II fue la constitución Sacrosanctum Concilium, votada casi por unanimidad. En este texto se establecía “que nadie, aunque sea sacerdote, se atreva a quitar, añadir o cambiar nada por iniciativa propia en la Liturgia”.
Vale para el caso que vengo analizando: el Sumo Pontífice, por iniciativa propia, y contra la Tradición y el sentido litúrgico, promulga un rito inventado para una nación particular, contra la extensión de la Liturgia a toda la Iglesia. El “rito maya”, entonces, contradice al Concilio.
La responsabilidad pontificia en este caso hace pensar en un agravamiento de su progresismo. Motus in fine velocior: el movimiento se acelera hacia el final. Y otra prueba de ello es el cambio reciente en el ritual de las exequias papales; con evidente objetivo de desacralización. “Sinodalmente” parece que donde hay “pompa” –como se la llama, de manera peyorativa-, no tiene cabida el pobrismo. Hay que rezar mucho por el Papa. Que los santos videntes de Fátima, Francisco, Jacinta y Lucía, intercedan por la Iglesia.
Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, miércoles 27 de noviembre de 2024.
Memoria de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Mes de María Santísima. –
Cada día veremos más gilipolleces. Hasta que se les acabe el chollo. Espero no tarde mucho.
Monseñor Aguer, de buena doctrina, sentencia con ligereza sobre una serie de factores que llaman la atención. El Novus Ordo «carece de solemnidad y belleza», indica. ¿Cómo lo celebraba él? Seguro que se le podrán hacer mil y una modificaciones para depurarlo o para mejorarlo conforme a las Escrituras y al Magisterio. Pero, cuanto menos, es una opinión muy personal.
El aspecto de la música se ha tratado en mil ocasiones. No se prohíbe por parte de la Iglesia el empleo de otros instrumentos en la música sacra diferentes al órgano o al canto gregoriano. Ambos merecen conservación y uso, pero no está reñido el uso de una guitarra o un violín con el cuidado de la liturgia. Precisamente lo que prescribe el documento sobre música sacra es que debe ayudar al culto y fomentar la solemnidad eucarística.
Sobre la afluencia de gente a la misa tradicional. Ojalá fuera masiva, pero sabe el arzobispo tanto como nosotros que se da en reductos concretos. Si se liberalizase su celebración, acudiría más gente, pero no es probable que existiese una migración masiva o una conversión de muchos que no tienen fe por el mero empleo de una forma u otra del rito.
Esto no es más que una sarta de bobadas. El «rito maya» no pasa de ser algunas adaptaciones MENORES del ordinario de la misa, eso es todo. Al parecer, el ignorantísimo Aguer ni siquiera sabe que en la pequeña zona en la que se han autorizado estas adaptaciones no se habla español, se habla la lengua maya (cuyo uso se ha autorizado). ¿Qué tal si antes de empezar a soltar tonterías pseudoteológicas nos informamos adecuadamente? Por ejemplo, leyendo el detallado comunicado que ha hecho la Conferencia Episcopal Mexicana (que, por cierto, tiene una página web magnífica). Aquí: https://acrobat.adobe.com/id/urn:aaid:sc:US:57d436e1-d363-43f4-9383-6e61ad872ac2