ECHADOS DEL IOR POR CASARSE
En medio de la llanura pampeana, gracias al progreso de las cominicaciones, en un dá soleado y ventoso, me entero gracias al blog Specola, de Infovaticana, que dos empleados, varón y mujer, ambos solteros, han sido echados del INSTITUTO PER LE OPERE DI RELIGIONE (IOR) por casarse en forma pública, por la Iglesia Católica. Si se hubieran concubinado, amancebado o formaran “pareja”, no hubieran tenido ningún problema.
Según la normativa vigente, está prohibido que trabaje un matrimonio y por tal motivo, los empleados pidieron al papa Francisco la dispensa, o sea el permiso correspondiente, pero nunca tuvieron contestación, porque el tema que atañe personas concretas y no tiene dimensión política. a Francisco no le interesa.
El fervor de los enamorados no tuvo respuesta y recuerdo a su patrono san Valentín, que. cuando los emperadores romanos prohibieron casarse a los soldados, los casaba en secreto.
Ante el penoso hecho, la Asociación de los empleados laicos del Vaticano ha emitido una declaración de protesta en la cual dice: “Esto hace mucho daño a la Iglesia, es la amarga comprobación de que el sacramento del matrimonio, en lugar de ser defendido y apoyado, se convirtió en causa de despido”.
Esto me permite entrar en un tema más general y muy importante respecto al Sumo Pontífice: existen cosas que le interesan y las encara con vigor a pesar de sus años y cosas que no le interesan, entonces las deja pasar y se hace el otario.
Un ejemplo de esto es la actitud ante la requisitoria de cuatro importantes cardenales, Walter Brandmüller, Raimond Burke,u Carlo Caffarra y Joachim Messner que por respetuosa carta le pidieron aclaraciones sobre la exhortación apostólica “Amoris Laetitia”, dos de ellos ya lamentablemente fallecidos, sin conocer la respuesta a temas morales muy importantes, de los cuales selecciono tres, todo vinculado con la permanencia o no, de lo enseñado por Juan Pablo II en su encíclica “Veritatis Splendor”.
El primero, es una pregunta: ¿Sigue siendo válida la Veritatis Splendor, respecto a la existencia de normas morales absolutas, válidas sin excepción alguna que prohiben acciones intrisecamente malas?
El segundo se refiere a la situación concreta que rodea al acto, siempre tan importante en los juicios morales y pregunta: ¿las circunstancias o las intenciones, nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto, en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección?
El tercero se refiere a la enseñanza de la Veritatis Splendor que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y afirma que esta nunca está autorizada para legitimar excepciones a las normas morales absolutas, que prohiben acciones intrínsecamente malas por su objeto, ¿sigue vigente?
Aquí están en juego el orden natural y el derecho natural, válidos para todos los hombres y para todos los pueblos. Así un retórico y abogado de la Roma pagana, Cicerón, en De legibus, 16, refutaba al relativismo de todos los tiempos y escribía: “porque si el derecho se fundara en la voluntad de los pueblos, en los decretos de los príncipes o en las sentecias de los jueces, entonces sería derecho el latrocinio, derecho el adulterio, derecho la confección de testamentos falsos, con tal que estos actos recibieran la aprobación de la masa. Si tanto poder tiene la voluntad de los insensatos para poder por sus votos, trastornar la naturaleza de las cosas ¿por qué no podrían decidir que lo que es malo y dañino, se tuviera por bueno y saludable? o ¿porqué aun, ya que la ley podrá crear el derecho de la injusticia, no podría crear el bien con aquello que es mal? En cuanto a nosotros, nos es imposible distinguir la lay buena de la mala que con la naturaleza como norma… Pensar que todo esto se funda en la opinión y no en la naturaleza, es propio de un demente”.
Dementes que hoy abundan en nuestros parlamentos y tribunales, en universidades y congresos, en laboratorios y centros de investigación, en sínodos y reuniones episcopales y hasta en clínicas y hospitales, tanto que en nuestros países más avanzados, podrían escribir en sus puertas, algo igual a la inscripción que Dante encuentra a la entrada del infierno: “Ustedes que sufren, entrando aquí, dejen toda esperanza”.
Es la hora de no callarse y defender con uñas y dientes el orden natural y el derecho natural contra la moda del relativismo, que renueva el error de Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas” a quien responde Platón: “Dios es la medida de todas las cosas”.
Pienso que Francisco no contestó porque quiere ensayar una tercera vía superadora de los planteos de Protágoras y de Platón, sin advertir que es imposible, porque uno solo mide desde el todo, uno solo es la suprema medida y es o Dios creador o la criatura humana ensoberbecida que repite hoy el pacado original, accediendo a la tentación de la serpiente: seréis determinadores de lo bueno y de lo malo.
Pero por desgracia nuestro pontífice es prisionero de sus deseos y de sus sueños. Recemos pues al Dios todopoderoso, Uno y Trino para que lo libere de ellos, por el bien de su Iglesia Católica y Apostólica.
Estancia San Joaquín,san Serapio de Azul, octubre 4 de 2024. Bernardino Montejano
El capítulo VIII de los amores de Leticia (ya es para tomar a guasa )abre las puertas a la deriva de todo este pontificado.Personalmente me miro catecismo de Juan Pablo II (y anteriores) y doctrina de siempre