Escrita por uno de sus miembros,
Muy sensata. Y muy dolida. Deberían meditarla algunos cantamañanas de la Obra.
Querido Opus Dei,
¡Que Jesús bendiga a tus hijos y te los guarde!
Las palabras de esta carta son fruto de un verdadero amor en Cristo a la Iglesia, es decir, amor a ti, porque siempre has sido y eres Iglesia. Son amor, porque sé que el momento que vives es de Getsemaní, de Pasión. Pero tú sabes que “la Iglesia solo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección” (CIC 675).
Este es, sin duda, el tiempo. Nos dijeron que “por alguna grieta el humo de Satanás ha entrado en el Templo de Dios”, y nos lo dijeron hace 50 años. Hoy en día, el humo se ha convertido en fuego, tormenta y oscuridad, y cada vez es más visible y palpable la acción del “león rugiente que ronda buscando a quien devorar” (1 Pedro 5, 8). Esto ya sabíamos que iba a ocurrir, ya que la Iglesia no ha dejado de ser perseguida y atacada, desde fuera y desde dentro, a partir del momento en que fue fundada por Cristo, Su Cabeza y Piedra Angular.
Y como tú eres Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, también tú has sufrido y sufres los ataques del Maligno y sus secuaces, y de aquellos que atacándote creen servir a Dios (Juan 16, 2). Y así te han acusado de querer formar una iglesia paralela y de no someterte a la Autoridad; de querer ocupar todas las esferas, especialmente las más altas, e influir en todos los ámbitos de la sociedad; y te han acusado de creerte superior al resto de las realidades eclesiales y de ostentar unos privilegios que no te eran lícitos.
Pero tú sabes que eres Iglesia y tu Cabeza es Cristo; sabes que llevas el tesoro de la Gracia a todas las almas que encuentras en el mundo; que Dios mismo te suscitó y te eligió para cumplir una Misión universal a partir del momento estipulado por Él; y sabes que tus hijos no son santos, pero sienten la llamada a la santidad y luchan por alcanzarla, pues es deber de todo cristiano.
Por eso has sido como una semilla que, convertida en árbol, no ha hecho sino crecer, porque has buscado alimentarte de la savia verdadera, del alimento espiritual que es la Palabra de Dios, la Eucaristía y el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Tú has sido un árbol puesto en lugar visible para alimentar a quien se acerque a ti, para dar descanso a los que se refugian bajo tu sombra, y para asistir a los peregrinos que, habiéndose nutrido de tus frutos, continúan su camino de evangelización.
Sin embargo, los que se han hecho tus enemigos no te han conocido y no te han amado, porque no se ama lo que no se conoce. Y como no te han conocido ni han querido conocerte, han tachado lo desconocido como problemático, y han dirigido sus ataques hacia ti.
Te han dicho que el traje a medida que llevabas era un privilegio que ya no te es lícito, un favor de un amigo del pasado que tenía fecha de caducidad, y que ya era hora de corregir el error en el que vivías. Porque no han entendido la belleza de la diversidad y fecundidad de los dones de Dios en la Iglesia y, afianzándose en sus prejuicios, han tomado lo pionero como privilegiado, lo nuevo como reservado, y lo abierto como exclusivo.
Te han dicho que para llevar a cabo tu Misión no necesitas un obispo, y han convertido a tu pastor en zagal, luego en padre de ovejas, y finalmente en una oveja más. Porque no han entendido la vocación única de todos tus hijos, tan antigua y tan novedosa, y la necesidad de que sean guiados por un pastor que sea a la vez padre, que les conozca, les guíe y les corrija con amor.
Te han dicho que tu espiritualidad es simplemente un don, uno entre tantos otros; que tu Misión no es tan importante, específica y necesaria, y que no puedes ni debes gestionar y tutelar sus frutos.
Querido Opus Dei, ¿has creído todo esto que te han dicho? ¿Lo has aceptado con resignación? ¿Acaso lo has hecho tuyo? ¿Has ido más allá creyendo incluso que todo esto que Dios está permitiendo es verdaderamente Su Voluntad? ¿Era Voluntad de Dios, que suscitó por medio de María Santísima a San Josemaría para fundar Su Obra, que esto ocurriera, y que ocurriera de esta manera?
Dios nunca cambia. (Malaquías 3, 6; Santiago 1, 17)
Dios no miente. (Números 23, 19)
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. (Hebreos 13, 8)
Ahora te han despojado a la fuerza del traje a medida que te tejió el mismo Dios – porque de Él lo recibiste y no de manos humanas, y así lo celebrabas cada 28 de noviembre. Ahora han desviado sin posibilidad de retorno el cumplimiento de aquella intención especial por la que rezaban todos tus hijos esparcidos por el mundo, el camino querido por Dios desde el lejano 1928 y que parecía imposible de realizar. Han borrado la figura necesaria y definitiva para dar a tus hijos una asistencia espiritual adecuada para cumplir con su Misión apostólica específica. Y es que, aunque sigas llamándote Prelatura, tú sabes bien que el significado de esa denominación ya no es el mismo que antes. Ya no eres de derecho lo que en realidad eres – o debías ser – de hecho.
Ahora te han arrebatado a tu pastor, al que conoce a tus ovejas, sabe lo que necesitan, y puede proporcionarles una asistencia espiritual adecuada. Le han quitado la potestad de iluminar e instruir a tus ovejas a la luz de la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, para que supieran conducirse en el océano de confusión, relativismo y contradicción de un mundo que desprecia los dones de Dios, escandaliza a los más pequeños y reparte el Pan de Vida a los que Lo reciben sacrílegamente. Ahora tus hijos sacerdotes se ven desamparados, obligados a vivir en el conflicto de deber obediencia a unos obispos que apoyan en bloque la bendición del pecado, mientras ven desahuciar a aquellos hermanos suyos que alzan la voz para defender la Verdad.
Ahora tu Misión ha pasado a un segundo plano, a pesar de ser fundamental para la labor de la Iglesia. Porque un fiel podría santificarse practicando una devoción u otra, orando de diferentes maneras, cantando o en el silencio, poseyendo el don de curación, de lenguas o de interpretar las Escrituras, o sin tener ningún don extraordinario. Sin embargo, ¿puede alguien salvarse sin buscar la santidad en la vida ordinaria? ¿Es posible crecer en el espíritu sin santificar el trabajo, ofreciendo las primicias de nuestra labor como Abel (Génesis 4, 3-8)? ¿Se puede dar fruto sin predicar el Evangelio con el apostolado de la oración, el trabajo y la amistad? ¿Es posible entender y cumplir el Primer Mandamiento, sin considerar nuestra filiación divina?
Hay quien afirma que nada o poco ha cambiado, que no necesitas ese traje para realizar tu misión, que no necesitas un pastor que cuide tus ovejas, y que tu espiritualidad es algo bien conocido. Pero si nada o poco hubiera cambiado, solo habrías tenido que modificar algún artículo, no reescribir todos tus estatutos.
Querido Opus Dei, los tiempos que vivimos son extraordinarios. Vivimos la Pasión de Cristo en Su Cuerpo Místico. No es momento de quedarse en el taller confiando en que los miembros del Sanedrín y el Sumo Sacerdote actuarán guiados por Dios. Es momento de estar al pie de la Cruz recibiendo insultos y vejaciones por amor a la Verdad, sabiendo que los crucifixores son multitud y que los pastores han traicionado, renegado y abandonado al Señor.
Por ello, permíteme pedirte algo.
Te pido que cuando cada día ruegas al Padre ut sint unum, lo hagas consciente de que la unidad solo tiene valor si es consagrándose en la Verdad, y que Su Palabra es la Verdad, y que el que niega o contradice la Verdad no puede ser uno con Cristo.
Te pido que, como haces con tus hermanos, recuerdes que corregir al que se equivoca es una obra de misericordia, y que la corrección fraterna es especialmente necesaria cuanto más se contradice la Verdad y cuanto más alta es la posición desde la que se difunde el error.
Te pido que consideres que la obediencia es importante y debe estar fundada en la confianza, pero la obediencia nunca puede ser ciega: Dios nos ha dado la inteligencia y la libertad para discernir que la obediencia debe realizarse siempre en línea con la obediencia a Dios, porque hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5, 29).
Por último, te pido que sigas haciendo proselitismo, que no es otra cosa que apostolado y evangelización, porque Jesús nos mandó ir al mundo entero y proclamar el Evangelio (Marcos 16, 15), y porque todas las religiones no llevan a Dios, sino que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie va al Padre sino por Él (Juan 14, 6).
Querido Opus Dei, no hay nada oculto que no haya de manifestarse (Marcos 4, 22).
Solo espero que las tres campanadas resuenen antes que las siete trompetas.
Atentamente,
Tu hijo más pequeño.
No soy experto en el tema pero me da la impresión de que la intervención en el OD es un ajuste de cuentas. Jesuitas y Opus Dei son dos vértices: nunca se han podido ni ver. Si Francisco es Jesuita, cae por su peso que habrá querido ajustar cuentas con el OD. Humano, demasiado humano. Pero es lo que hay. Jesús el Cristo estará espantado con la deriva de su Iglesia. Como decía el tal Bergoglio, la historia de Jesús es la historia de un fracaso; pero es sobre todo desde su pontificado. A cada cosa que dice sube el pan. ¡Qué paciencia! Voy a decir algo políticamente incorrecto: soy de los que piensan que Jesús se desentendió de su Iglesia hace siete calles. Pero no porque Jesús incumpliera con su palabra sino por las múltiples barrabasadas perpetradas por sus vicarios a lo largo de la historia. ¿Quién puede hacerse cargo de las mil barbaridades perpetradas? Con este sujeto porteño, el asunto ya es de libro. ¡Cuánta mediocridad en todas las áreas! Hay que tener ganas de minusvalorarse para hacer caso de las mendacidades que excreta el mediocre bananero! Ya somos mayorcitos hijos de Dios como para estar al albur de idioteces. Vengan de donde vengan.
No voy a entrar en el tema de la revisión de los estatutos del OD, me sobrepasa, si bien intuyo que se actúa con muy mala fe desde Santa Marta y la Curia jesuítica (Mons Ghirlanda er alia). Quieren descuartizar el OD. Dicho esto, este papado se caracteriza por sembrar la división entre los católicos fieles. Cuántos grupos de oración han caído desde Amoris Laeticia y todo lo que siguió. División. Me alarma que todo un numerario pata negra, don Pedro Fortuny, desautorize en términos tan explícitos la carta del anónimo del OD. El Señor nos advirtió que todo reino dividido contra sí mismo está abocado a desaparecer. No sigamos el juego de los que quieren destrozar la Iglesia. Es tiempo de Purificación y penitencia. El Señor se ríe de los malos.
Gracias por el “pata negra”.
Mi conciencia me exigió dejar claro que:
a) La manera de pensar del anónimo autor no es la única en el Opus Dei.
b) La obediencia (que no implica negar la verdad) es más importante que la situación jurídica. Véase la historia de los Jesuitas y su(s) disolución(es).
La única sabiduría que podemos esperar adquirir es la sabiduría de la humildad: la humildad no tiene fin.
Gracias por el comentario.
Muchas gracias, don Pedro, por su ejemplar respuesta.
Con cariño y respeto, Santa Teresa ya dijo eso de que también anda Dios entre los pucheros. Y hay que agradecer a san José María que lo actualizara. No fue un inventor, pero si un actualizador. Así que a rezar y trabajar, ora et labora.
¿Siendo mujer y numeraria, ni un palabra a las cientos de numerarias explotadas donde hasta el segundo a bordo, Fazio, ha sido citado a declarar?
¿No merecen que se las pida perdón, reparar el daño y se las indemnice tras decenas de años de abuso?
¿No son tus hermanas?
¿Por qué no hacéis una colecta entre hermanos para ayudar a vuestras hermanas pobres?
Qué bien descrito en el artículo el delirio que esta asociación usa para hacerse valer: “el OD en realidad lo ha fundado Dios” y de ahí devienen otros delirios sectarios como “qué menos que hacer sucesor de los Apóstoles al jefe”, “la voluntad de los directores es la voluntad de Dios” o “lo que haces al OD se lo haces a Dios”. Respecto a lo jurídico, el santo marqués de Peralta estuvo encantado con el traje de Instituto Secular hasta que se emberrinchó porque se lo pusieron a otras asociaciones que no eran de su santo agrado. En un mundo globalizado, el que no sabe es porque no quiere; hasta la llegada de la autopista de la información sólo se escuchaba la versión de los poderosos, ahora ya no cuela, el OD sabemos que es una sociedad cuyo interés es acumular adeptos, bienes y poder, si algo entorpece esto lo apartan. ¿ De verdad alguien cree que es de Dios dirigir el proselitismo sólo hacia los que tienen más posibilidades de producir?, eso sí que nunca se había visto en la Iglesia de Cristo, ni en el Evangelio, son unos innovadores.
Amen
Leyendo la Biblia y el Genesis, todo es obra de Dios, no solo este grupo que se creen elegidos
El OD es obra del Marques de peralta
«En un mundo globalizado, el que no sabe es porque no quiere», se lo copio
¿Ha actuado el Opus diferente a tantos obispos, diócesis y congregaciones que han callado durante años ante el relativismo religioso, la predicación de una falsa fraternidad universal al margen de Jesucristo, el blanqueamiento y hasta la bendición de algunos pecados, o los abusos sexuales y de poder en la Iglesia? ¿No ha preferido también buscar una paz ilusoria, y guardar las apariencias antes que denunciar las desviaciones y abusos, para evitar más víctimas de todo ello? Pues, ahora, como dijo un famoso estadista británico ante los infames pactos con los nazis: «Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra».
Las cosas históricamente están muy claras. El Opus Dei quiso ser desde siempre una nueva Compañía de Jesús más poderosa, con la incorporación de «jusuitinos» y «jesuitinas» que la Compañia había rechazado, presidida, eso sí, por su propio «papa negro», el «prelado». Así lograba la autonomía de la abadesa-«arzobispa» de las Huelgas de Burgos que fue la que, en buena parte, inspiró al fundador. El marqués de Peralta, siempre y en todo, quiso ser un «primus inter pares», un «lo menos igual posible» entre iguales. Saltó, socialmente, de gozo cuando pudo exclamar: «Ya nos han hecho ministros».
El problema es que los cristianos todos están igual de bautizados y eso es lo único importante. Lo demás son adornos; mejor, sueños de la lechera.
Los teólogos críticos con los disparates del dúo Bergoglio-Fernández hablan de la caritas interpretandi, es decir, del esfuerzo obligado por ver la parte positiva de una declaración pontificia cuando se presta a equívoco. Un ejemplo de esa hermenéutica nos lo ofrece Révue Thomiste en una segunda entrega del artículo del que Infovaticana se hizo eco hace unos meses sobre Fiducia supplicans. No, cuando un error es palpable y manifiesto, cuando se disparata sin freno, no cabe empeñarse en buscar algo así como quiere decir, no lo que dice. De esas enmiendas estábamos hartos cuando reiteradamente el portavoz pontificio salía al paso de la bufonada teológica emitida. Uno de los métodos más socorridos en ese esfuerzo es el que se basa en el carácter pastoral. Pero no existe pastoral sin teología. En aras de la pastoral no se puede bendecir la pareja homosexual por mucho que se hagan afirmaciones sobre el mantenimiento de la doctrinal. Sencillamente no es verdad. Y como ha escrito algún teólogo se quiere que la doctrina perenne se interprete a la luz del dislate presente, no al revés, que la tesis actual sea interpretada a la luz de lo recibido.
No. Ya estamos hartos. La obediencia no puede abdicar de la inteligencia. Y los que no somos de la Obra, nos sentimos sumamente libres para decir que las medidas tomadas desde santa Marta son, lisa y llanamente, inicuas. Y por eso hemos interpretado, quizás sin caridad, que hay una voluntad aviesa de homogeneizar los carismas. El muchacho o lo que sea de la carta tiene más razón que un santo. El crítico, con nombre y apellidos, acusa sin fundamento apelando al buenismo que tanto daño está haciendo a la Iglesia. Querer mantener un prelado no es un signo de privilegio, sino de servicio. Así lo entendieron los pontífices anteriores. Fue la facultad de derecho del Angelicum la que preparó los estatutos y la Gregoriana la que nunca lo perdonó, sobre todo, a raíz del éxito entre el mundo universitario y profesional de los opusdeístas. La irritación de los jesuitas ha alcanzado cotas cómicas, como la recopilación esa de firmas contra la canonización del fundador.
Una oportuna visita al oculista arregla muchas cosas. Allá los miopes, los astigmáticos y los présbitas que se niegan a ponerse gafas. Santa Lucía los ilumine (porque Iberdrola, Endesa y Naturgy cobran y ella lo hace «gratis et amore»).
El autor no firma.
Como numerario que soy desde hace más de 30 años me siento obligado a expresar mi más sincero rechazo a esta carta que rezuma lo de siempre: sentimiento de singularidad y de injusta persecución.
Y -habiendo leído los Estatutos en latín y en castellano- me siento obligado también a decir que ya era hora de que se ajustaran a la realidad.
Recuerdo al autor que hemos (los del Opus Dei y el Opus Dei) de “servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida”, en palabras de san Josemaría, también.
Pedro Fortuny Ayuso.
Gracias por publicar la carta. Efectivamente está escrita con cariño y es muy sentida.
A mí me ayuda a rezar por el OD.
No sé valorar si el modo de defender la verdad que el OD está ejerciendo es el más adecuado. Creo que sí. Aunque parezca más inteligente pelear de un modo más frontal.
Al final, la fe nos dice que si el OD es de Dios nadie lo podrá tumbar. Si le ponen un vestido jurídico que no es el adecuado ya hay experiencia larga de que se puede vivir el carisma igualmente. El derecho debe ajustarse a la realidad que se vive. Cuando no es así se queda obsoleto y se crean situaciones de arbitrariedad, imposiciones de normas que socavan la confianza en la autoridad. En fin… recemos. El OD es D. Sufrirán pero eso está en el ADN de los cristianos. Nada que temer.