
Hace ya bastantes años, poco más que mediado el pasado siglo, a algunos les dio por hablar de la negritud como importante realidad cultural. Me pareció exagerado aunque hubiera algunas figuras de esa raza de indudable valor intelectual. Creo recordar que el buque insignia era Leopold Sedar Senghor.
Hoy, al menos en el Sacro Colegio, la negritud es una espléndida realidad consolidada aunque pueda haber alguna oveja algo más negra. Y evidentemente no me refiero al color de su piel.
Los cardenales africanos, o al menos la gran mayoría de ellos, están manteniendo la dignidad y la ortodoxia de la púrpura a un nivel que ya quisiéramos que demostraran muchos de piel blanca. Muchísimos.
Entre ellos el arzobispo de Abuja (Nigeria), cardenal Onaiyekan.
Bendita África y benditos cardenales africanos.
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