| 22 abril, 2025
¿Qué pasa con las vocaciones sacerdotales?
Vuelvo, una vez más, sobre este asunto crucial; al que me referí, extensamente, en un reciente artículo. No resulta fácil responder con algunos argumentos al interrogante del título de este trabajo. La cuestión es compleja y tiene que ver con la situación de la Iglesia. En la Argentina, nunca fueron abundantes. Sería erróneo considerar, en general, a la familia como «cuna» de la vocación. Tradicionalmente, muchas familias se han opuesto a la vocación religiosa de sus hijos, para los que soñaban otros destinos. Era muy común, entre nosotros, que los hijos varones continuaran el oficio del padre.
La formación religiosa desde la infancia es muy importante, sobre todo la figura del sacerdote, con el que un adolescente se puede identificar: «quiero ser como él». La Acción Católica, en un tiempo, fue una fuente, hasta que en los años 70, del siglo pasado, se ideologizó (hacia la izquierda, naturalmente); para ser cuna de subversivos montoneros y erpianos.
Actualmente, el número de sacerdotes ha descendido de una forma abrupta (apenas 407.000 en todo el mundo); a la vez que creció en demasía la cantidad de obispos. Estos tendrían como tarea prioritaria la de procurarse un clero abundante y bien formado. En este asunto se destaca la cuestión del Seminario. El fenómeno posconciliar se caracterizó por el vaciamiento y la destrucción de seminarios tradicionales. La idea extravagante de que las vocaciones debían cultivarse en pequeñas comunidades criticó el carácter institucional del seminario. También influyó negativamente la separación de los estudios académicos del resto de la formación. Sé de lo que hablo: he sido organizador y rector de un seminario, y profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Católica. La formación sacerdotal ha de ser una totalidad, sin excluir los datos personales como antecedente, cuidando de no recaer en un psicologismo. Para la «gente rara» no es un buen material.
El futuro de la Iglesia Católica depende en buena medida de la calidad y la cantidad de sus sacerdotes. La institución del Seminario, que tiene su historia desde el Concilio de Trento, sigue siendo posible si se la renueva con criterios razonables. También la situación de las familias tiene su importancia, si está constituida por padres, madres e hijos, no por «parejas», las más de las veces desparejas. –
+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, 21 de abril de 2025.
Lunes de la Octava de Pascua. –