Me parece un acierto que no renuncie al Papado. A pesar de mi admiración por Benedicto XVI, creo que un Papa debe serlo hasta que el Señor disponga el fin de sus días terrenales.
Cuando Juan Pablo II salía enfermísimo y deteriorado en público, se decía de él que era un héroe y que tenía muchísimo mérito su entrega y se valoraba positivamente su sacrificio de seguir con su actividad pese a casi estar muriéndose. Se le admiraba y se le reconocía su dolor como algo rozando lo sublime
Ahora el Papa Francisco está muy mayor y con muchísimos problemas físicos y creo que se trata el asunto con una frialdad y con una cierta crueldad.
¿A los cerca de 90 años por qué no se valora positivamente el hecho de que el Papa Francisco no diga, como tampoco dijo Juan Pablo II : «AHÍ OS QUEDÁIS, que yo ya he dado todo lo que he podido; me retiro, a mis casi 90 años. Mis limitaciones físicas requieren descanso, atención y cariño y estar lejos de vuestras fotos en las que salgo con aspecto penoso y, por fin, vivir en paz alejado de vuestras críticas a veces veladas y a veces mordaces. Me retiro a esperar la inminente llamada de Dios a la otra vida y mientras tanto A REZAR PARA QUE DIOS NOS ayude a todos a seguir el Evangelio y nos perdone de nuestras múltiples faltas» ?
El Papa no está bien de salud desde hace tiempo, algo lógico en un anciano de 88 años. Pero si una cosa ha dejado clara es que NO va a abdicar. Y yo, por muy crítico que sea con su pontificado, lo entiendo: Francisco sabe muy bien porque lo está viviendo en persona que la abdicación de Benedicto XVI infligió un daño quizá irreparable a la institución papal (del daño a la autoridad del Papa mejor no hablemos), y una segunda abdicación a tan poca distancia de la primera agravaría tal daño. Por mucho cariño y admiración que nos inspire la figura humana y espiritual de Benedicto XVI (para mí un santo), eso no debe cegarnos a la realidad: su abdicación fue un gigantesco error (comprensible, vale, pero no por eso menos erróneo) cuyas consecuencias aún estamos pagando.
Parece que el Papa ha decidido que sea Dios quien lo retire del papado y en eso lo aplaudo. La renuncia de Benedicto XVI siempre me parecerá lastimosa.
Y esa renuncia del Papa Benedicto,fue LIBRE Y VOLUNTARIA? ,» allí está el detalle»
Sí que lo fue, pesado. Fue un error pero fue libre y voluntaria, estimado sedevacantista.
Me parece un acierto que no renuncie al Papado. A pesar de mi admiración por Benedicto XVI, creo que un Papa debe serlo hasta que el Señor disponga el fin de sus días terrenales.
Cuando Juan Pablo II salía enfermísimo y deteriorado en público, se decía de él que era un héroe y que tenía muchísimo mérito su entrega y se valoraba positivamente su sacrificio de seguir con su actividad pese a casi estar muriéndose. Se le admiraba y se le reconocía su dolor como algo rozando lo sublime
Ahora el Papa Francisco está muy mayor y con muchísimos problemas físicos y creo que se trata el asunto con una frialdad y con una cierta crueldad.
¿A los cerca de 90 años por qué no se valora positivamente el hecho de que el Papa Francisco no diga, como tampoco dijo Juan Pablo II : «AHÍ OS QUEDÁIS, que yo ya he dado todo lo que he podido; me retiro, a mis casi 90 años. Mis limitaciones físicas requieren descanso, atención y cariño y estar lejos de vuestras fotos en las que salgo con aspecto penoso y, por fin, vivir en paz alejado de vuestras críticas a veces veladas y a veces mordaces. Me retiro a esperar la inminente llamada de Dios a la otra vida y mientras tanto A REZAR PARA QUE DIOS NOS ayude a todos a seguir el Evangelio y nos perdone de nuestras múltiples faltas» ?
No caerá esa breva : Francisco «morirá matando». Qué largo se me hace este pontificado!
El Papa no está bien de salud desde hace tiempo, algo lógico en un anciano de 88 años. Pero si una cosa ha dejado clara es que NO va a abdicar. Y yo, por muy crítico que sea con su pontificado, lo entiendo: Francisco sabe muy bien porque lo está viviendo en persona que la abdicación de Benedicto XVI infligió un daño quizá irreparable a la institución papal (del daño a la autoridad del Papa mejor no hablemos), y una segunda abdicación a tan poca distancia de la primera agravaría tal daño. Por mucho cariño y admiración que nos inspire la figura humana y espiritual de Benedicto XVI (para mí un santo), eso no debe cegarnos a la realidad: su abdicación fue un gigantesco error (comprensible, vale, pero no por eso menos erróneo) cuyas consecuencias aún estamos pagando.
Parece que el Papa ha decidido que sea Dios quien lo retire del papado y en eso lo aplaudo. La renuncia de Benedicto XVI siempre me parecerá lastimosa.