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Y AHORA A POR LA HUMANAE VITAE: Un miembro de la Academia Pontificia de la Vida defiende que las parejas puedan usar anticonceptivos.

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Vicente Montesinos

 

 

P. Maurizio Chiodi ofrece una charla titulada «Relectura de Humanae Vitae a la luz de Amoris Laetitia», el 14 de diciembre de 2017 en la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma.

 

 

La persecución a quienes hemos denunciado la exaltación de la reforma protestante, el constante modernismo y relativismo de este pontificado, y aspectos tan graves como la destrucción doctrinal bimilenaria en tan sólo 5 años por medio, entre otras, de Amoris Laetita, arrecia.

No quieren ver, o quieren que no veamos; pero la verdad es que este Pontificado de la «misericorditis» no se lo está poniendo fácil. Porque, pisoteada la santa doctrina sobre el Matrimonio y la Eucaristía en la Iglesia, ahora van a por la Humanae Vitae; para seguir con esta guerra sin cuartel contra los valores familiares, morales y sociales tradicionales; en la que sólo falta por saber para cuándo los sacerdotes, obispos y laicos de bien van a abrir los ojos.

Y esperando ya que disparen al mensajero; en vez de asumir de una vez por todas la verdad, para poder ponerse a trabajar en dar soluciones para Nuestra Santa Madre Iglesia, que pasa, sin duda, por uno de los peores momentos de su Historia; vamos con la última:

El Padre Maurizo Chiodi fue nombrado por el Papa Francisco como miembro de la Academia Pontificia de la Vida (manda…); y es el que se ha encargado de abrir la veda, y manifestar públicamente, y con luz y taquígrafos, que ahora ya, y bajo «ciertas circunstancias», se «requiere el uso de anticonceptivos».

 

El Padre Maurizo Chiodi, nombrado por el Papa Francisco como miembro de la Academia Pontificia de la Vida (sí, de la vida, que ironía…); es quién se ha encargado de abrir la veda, y manifestar públicamente, y con luz y taquígrafos, que ahora ya, y bajo «ciertas circunstancias», se «requiere el uso de anticonceptivos».

 

Me váis a permitir que os tutee, por la familiaridad que nos está propocionando esta tribulación constante, y además, me váis a permitir que os diga: ¡Toma ya!

En la conferencia «Una nueva lectura de la Humanae Vitae (1968) a la luz de Amoris Laetita (2016)» (ya me diréis que podíamos esperar con esos focos) que tuvo lugar en la Pontificia Universidad Gregoriana hace escasas fechas, el Padre Chiodi habló de la necesidad de tener una «nueva y más amplia visión» de la encíclica de Pablo VI, ya que ahora son «tiempos de cambio» y «más complicados». ¿Se puede hacer mayor homenaje a un relativismo falaz y ramplón?

El teólogo nombrado por el Papa para la Academia de la Vida, afirma que  «en situaciones donde los métodos naturales son imposibles o inviables, se deben encontrar otras formas de responsabilidad«.

Chiodi afirmó también sin pudor que las normas morales «tienen una cualidad simbólica y universal porque apuntan al bien que presentan, pero también apuntan a la conciencia que guardan y que instruyen». Ahora, queridos hermanos, la norma moral es simbólica.

El padre afirmó también que quería repensar la «antropología del matrimonio» desde la perspectiva de las diferencias de género y la «fertilidad responsable». Y que nos tenemos que preguntar si los métodos naturales pueden y deben ser la única forma de paternidad responsable.

Insistió en la idea de que en situaciones donde los métodos naturales son imposibles o no ejecutables, se deben encontrar otras formas de responsabilidad; y en que «la tecnología, en ciertas circunstancias, puede posibilitar la protección de la responsabilidad de un acto sexual, incluso si se toma la decisión de no tener un niño. ¿Algo más que añadir?

 

Insistió en la idea de que en situaciones donde los métodos naturales son imposibles o no ejecutables, se deben encontrar otras formas de responsabilidad; y en que «la tecnología, en ciertas circunstancias, puede posibilitar la protección de la responsabilidad de un acto sexual, incluso si se toma la decisión de no tener un niño. ¿Algo más que añadir?

 

Así empezó el Vaticano a lanzar globos sonda hace unos años para abonar el terreno hacia la Amoris Laetitia. Hoy la barbaridad que supone el 303 de la misma; y prácticamente todo su capítulo, está consumada. La doctrina sobre el matrimonio y la comunión aniquilada.

Pues ya tenemos el siguiente capítulo abierto; el de la contracepción. El camino se ha iniciado, y otro de los ascendidos a nuevos puestos por Francisco, el padre Chiodi, ha sido el encargado de romper el hielo. Preparaos para otra nueva encíclica que se «cargue» la Humanae Vitae y toda la tradición anterior, el magisterio y la sana doctrina.

Y ahora, los que me presionan para que calle, miren hacia otro lado; y no se preocupen. Como mucho de mandar nuevas amonestaciones a este humilde plumilla. Y si quieren; de paso, de contarme que van a decir en los confesionarios cuando vayan jóvenes a preguntarles sobre el uso de los anticonceptivos. Yo entre tanto seguiré, con perdón, defendiendo a la Santa Madre Iglesia Católica; aunque tenga, en su caso, que defenderla de su propio Pontífice.

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Si quieres contactar conmigo puedes hacerlo en [email protected]

Comentarios
20 comentarios en “Y AHORA A POR LA HUMANAE VITAE: Un miembro de la Academia Pontificia de la Vida defiende que las parejas puedan usar anticonceptivos.
  1. Magnífico artículo de Aldo maría Valli
    Prima o poi ci si doveva arrivare. E infatti ci siamo arrivati. Don Maurizio Chiodi, teologo moralista e neo-membro ordinario della Pontificia accademia della vita, recentemente rinnovata da papa Francesco, ha sostenuto che in alcune circostanze la contraccezione non è solo consentita, ma necessaria. Le dichiarazioni di Chiodi sono arrivate durante il suo intervento del 14 dicembre 2017 all’Università Gregoriana di Roma nell’ambito di un ciclo di lezioni pubbliche per i cinquant’anni dell’enciclica di Paolo VI «Humanae vitae».

    Ha detto dunque don Chiodi: «Ci sono circostanze, mi riferisco ad “Amoris laetitia” capitolo VIII, che proprio per responsabilità richiedono la “contraccezione”».

    «Rileggere “Humanae vitae” (1968) a partire da “Amoris laetitia” (2016)» è stato il titolo della relazione, nel corso della quale il professore ha spiegato: «La tecnica, in determinate circostanze, può consentire di custodire la qualità responsabile dell’atto coniugale anche nella decisione di non generare quando sussistano motivi plausibili per evitare il concepimento di un figlio. La tecnica, mi pare, non può essere rifiutata a priori quando è in gioco la nascita di un figlio, perché anche la tecnica è una forma dell’agire e quindi richiede un discernimento sulla base di criteri morali, irriducibili però a una interpretazione materiale della norma».

    Come si vede, centrale è l’idea di «discernimento» utilizzata per mettere in discussione l’oggettività, l’universalità e la cogenza della norma morale.

    Nell’«Humane vitae» Paolo VI definì la contraccezione contraria non solo all’apertura alla vita, ma anche all’amore coniugale, caratterizzato dall’inscindibilità dell’aspetto unitivo e procreativo. Di qui l’insegnamento di papa Montini: «In conformità con questi principi fondamentali della visione umana e cristiana sul matrimonio, dobbiamo ancora una volta dichiarare che è assolutamente da escludere, come via lecita per la regolazione delle nascite, l’interruzione diretta del processo generativo già iniziato, e soprattutto l’aborto diretto, anche se procurato per ragioni terapeutiche. È parimenti da condannare, come il magistero della Chiesa ha più volte dichiarato, la sterilizzazione diretta, sia perpetua che temporanea, tanto dell’uomo che della donna. È altresì esclusa ogni azione che, o in previsione dell’atto coniugale, o nel suo compimento, o nello sviluppo delle sue conseguenze naturali, si proponga, come scopo o come mezzo, di impedire la procreazione. Né, a giustificazione degli atti coniugali resi intenzionalmente infecondi, si possono invocare, come valide ragioni: che bisogna scegliere quel male che sembri meno grave o il fatto che tali atti costituirebbero un tutto con gli atti fecondi che furono posti o poi seguiranno, e quindi ne condividerebbero l’unica e identica bontà morale. In verità, se è lecito, talvolta, tollerare un minor male morale al fine di evitare un male maggiore o di promuovere un bene più grande, non è lecito, neppure per ragioni gravissime, fare il male affinché ne venga il bene, cioè fare oggetto di un atto positivo di volontà ciò che è intrinsecamente disordine e quindi indegno della persona umana, anche se nell’intento di salvaguardare o promuovere beni individuali, familiari o sociali. È quindi errore pensare che un atto coniugale, reso volutamente infecondo, e perciò intrinsecamente non onesto, possa essere coonestato [giustificato, ndr] dall’insieme di una vita coniugale feconda» («Humanae vitae», n. 14).

    Non si può mai fare il male, neppure se si pensa che ne possa derivare un bene, insegna Paolo VI alla luce dell’eterno disegno di Dio. C’è un oggettività del male che non può essere in alcun modo aggirata. Ma ecco che don Chiodi contesta questo punto decisivo, sostenendo che «il compito della teologia morale di oggi, riprendendo le istanze conciliari di “Gaudium et spes” n. 16 e alla luce anche della svolta antropologica rahneriana», è «quello di affrontare una sfida per pensare una teoria della coscienza del soggetto morale che dimostri la forma morale e credente». Poiché, in questa prospettiva, «le norme morali non sono riducibili a una oggettività razionale, ma appartengono alla vicenda umana intesa come una storia di salvezza e di grazia», ecco che «la persona è chiamata alla dimensione del cammino, a discernere quel bene possibile che sfuggendo all’opposizione assoluta tra bene e male, bianco o nero dice “Amoris laetitia”, si fa carico delle circostanze a volte oscure e drammatiche».

    Ora, se le norme morali, come dice Chiodi, «custodiscono il bene e istruiscono, ma sono storiche» e «non sono riducibili a una oggettività razionale», inevitabile è la conclusione che la scelta della contraccezione, in determinati casi, è possibile e perfino doverosa. Secondo Chiodi non ci sarebbe alcun cambiamento dottrinale, ma solo la necessità di un ripensamento della norma morale per « mostrarne il senso e la verità». Tuttavia è chiaro che lungo questa via quella che viene affermata, proprio come in «Amoris laetitia», è l’etica della situazione, rigettata non solo da «Humanae vitae» ma da tutto il magistero precedente e successivo, e in particolare da san Giovanni Paolo II in «Veritatis splendor», là dove il papa, respingendo la «concezione radicalmente soggettivista del giudizio morale» (n. 39), scrive: «Per giustificare simili posizioni, alcuni hanno proposto una sorta di duplice statuto della verità morale. Oltre al livello dottrinale e astratto, occorrerebbe riconoscere l’originalità di una certa considerazione esistenziale più concreta. Questa, tenendo conto delle circostanze e della situazione, potrebbe legittimamente fondare delle eccezioni alla regola generale e permettere così di compiere praticamente, con buona coscienza, ciò che è qualificato come intrinsecamente cattivo dalla legge morale. In tal modo si instaura in alcuni casi una separazione, o anche un’opposizione, tra la dottrina del precetto valido in generale e la norma della singola coscienza, che deciderebbe di fatto, in ultima istanza, del bene e del male. Su questa base si pretende di fondare la legittimità di soluzioni cosiddette “pastorali” contrarie agli insegnamenti del magistero e di giustificare un’ermeneutica “creatrice”, secondo la quale la coscienza morale non sarebbe affatto obbligata, in tutti i casi, da un precetto negativo particolare. Non vi è chi non colga che con queste impostazioni si trova messa in questione l’identità stessa della coscienza morale di fronte alla libertà dell’uomo e alla legge di Dio» (n. 56).

    Leggiamo ancora da «Veritatis spledor»: «Se gli atti sono intrinsecamente cattivi, un’intenzione buona o circostanze particolari possono attenuarne la malizia, ma non possono sopprimerla: sono atti irrimediabilmente cattivi, per se stessi e in se stessi non sono ordinabili a Dio e al bene della persona: “Quanto agli atti che sono per se stessi dei peccati (cum iam opera ipsa peccata sunt) — scrive sant’Agostino —, come il furto, la fornicazione, la bestemmia, o altri atti simili, chi oserebbe affermare che, compiendoli per buoni motivi (causis bonis), non sarebbero più peccati o, conclusione ancora più assurda, che sarebbero peccati giustificati?» (n. 134).

    Il professor Chiodi dunque, sostenendo che non esistono azioni umane che sono intrinsecamente sbagliate in tutte le circostanze e che di conseguenza la contraccezione è moralmente obbligatoria in determinate circostanze, contesta un insegnamento morale centrale della Chiesa cattolica e rigetta il magistero al centro non solo di «Humanae vitae», ma anche di «Familiaris consortio» e «Veritatis splendor».

    Ma in tal modo, osserva il professor Josef Seifert (si veda «Professor Seifert Comments on Fr. Chiodi’s “Re-Reading of Humanae Vitae”», in http://www.onepeterfive.com) Chiodi propone posizioni filosofiche ed etiche «profondamente errate e totalmente distruttive non solo dell’insegnamento morale della Chiesa cattolica, ma anche dell’essenza della moralità», perché assoggettate al relativismo storico e all’etica della situazione.

    Come nota Seifert, affermando che le norme della legge naturale sono storiche si mette in discussione alla radice il valore eterno e universale della norma morale e si apre la via al dominio dell’uomo sull’uomo.

    A proposito di contraccezione, il vecchio argomento utilizzato già cinquant’anni fa dai critici di «Humane vitae» sostiene che una grande percentuale di sposi cattolici pratica abitualmente la contraccezione e non accetta la norma indicata dalla Chiesa. Tanto è vero che preti e vescovi preferiscono non parlarne. Ma con ciò? Significa forse che sarebbe giustificato non rispettare l’ottavo comandamento, e non richiamarlo, perché la maggioranza dei cattolici mente?

    Legando ciò che è buono o cattivo alle situazioni concrete e al giudizio soggettivo si aprono prospettive inquietanti. Ecco perché, ricorda Seifert, il proporzionalismo morale è dichiarato falso, e pericoloso, non solo dalla Chiesa, ma anche da altre religioni e dalla ragione umana, attraverso il pensiero di grandi filosofi come Socrate e Platone.

    Aldo Maria Valli

  2. Estimo que otros miembros insignes de la Academia Pontificia, que aceptan el magisterio perenne de la Iglesia, como el profesor Jokin de Irala, de la Universidad de Navarra, no estaría de más que pidieran la destitución de quien no pinta nada en una Academia pro vida y no antinatalista. Sugiero a Infovaticana entreviste al profesor de Irala, con quien tuve el gusto de colaborar en Acción Familiar. Es además un estudioso de los métodos de diagnóstico de la fertilidad, que posibilitan la concepción o dilatarla en conciencia, en buena conciencia, si hay motivos serios para ello, como enseña la Humanas Vitae, la Familiaris Consortio y la Donum Vitae.

    1. Esos documentos no se llevan, Echenique… Parece mentira que no lo sepas… Y más con nombres en Latín! Aquí se llevan… Los amores de Letizia…

  3. Carlo Caffarra e Humanae vitae
    Il 2018 non è soltanto l’anniversario del cosiddetto ’68, ma è anche il cinquantenario dell’enciclica Humanae vitae, l’ultima enciclica di papa Paolo VI, il documento del magistero più discusso della storia recente della Chiesa cattolica.

    Fu pubblicato nel luglio del 1968, dopo una lunga gestazione, ribadendo la tradizionale dottrina della chiesa in materia di contraccezione e specificando l’inscindibile unità della dimensione procreativa e unitiva dell’amore coniugale. L’enciclica fu oggetto di critiche feroci, anche da parte di intere conferenze episcopali, così come fu attaccato lo stesso papa Montini.

    Oggi, mentre una commissione di studio sta lavorando in vista del cinquantenario di Humanae vitae, vi sono interventi e approfondimenti che sembrano chiaramente far intendere come si voglia “superare” l’enciclica del no alla contraccezione. Il più esplicito a questo proposito è stato l’intervento del teologo Maurizio Chiodi all’Università Gregoriana di Roma.

    L’intervento di Chiodi riapre una vecchia battaglia ecclesiale consumata proprio sull’enciclica di papa Montini, una battaglia a cui partecipò l’allora giovane monsignor Carlo Caffarra. Nel 1988, nel ventennale dell´”Humanae Vitae”, organizzò in Vaticano un famoso convegno, su indicazione di san Giovanni Paolo II, in cui accusò di “antiteismo” i teologi dissenzienti e reclamò provvedimenti disciplinari contro i vescovi che li autorizzavano a insegnare nelle rispettive diocesi. Di qualcuno degli eretici fece anche il nome, in particolare di Bernhard Haering, il più celebre dei teologi moralisti del post concilio. E questi reagì con una lettera aperta al papa, una specie di appello al disarmo: il papa metta un freno ai suoi moralisti di fiducia e li faccia smettere dall´accusare d´eresia i dissenzienti; a cominciare da Caffarra, che Haering giudicava in preda a “delirio teologico”.

    Ma, tra Haering e Caffarra, Giovanni Paolo II non aveva dubbi, stava decisamente con Caffarra.

    Proprio Caffarra al recente sinodo ordinario sulla famiglia, quello dell’ottobre 2015, ha tenuto un intervento in aula in sei punti che ha posto un freno all’avanzare delle istanze presenti nell’Instrumentum laboris al n. 137, quello che veniva già stigmatizzato da un appello firmato da diversi teologi moralisti (appello promosso da due professori dell’Istituto Giovanni Paolo II per studi su matrimonio e famiglia, David S. Crawford e Stephan Kampowski). Quel paragrafo, dicevano i firmatari, cita l’ultima enciclica di Paolo VI, ma lo fa in «un modo che consente un’interpretazione gravemente erronea del suo significato». Il cardinale Carlo Caffarra, lo possiamo affermare per testimonianza diretta, aveva la stessa preoccupazione.

    Nel video seguente, dedicato proprio ad Humanae vitae, dal minuto 20 circa, è possibile ascoltare dalla voce diretta del compianto cardinale Caffarra quale era la sintesi del suo pensiero sull’enciclica Humanae vitae.

  4. ” Los dos temas estrella por los que será recordado este tiempo de la historia de la Iglesia son la pedofilia y la corrupción económica.” Nos cuenta Specola.
    Discrepo profundamente. Pedofilia y corrupción económica ha habido y habrá siempre, dentro y fuera de la Iglesia. Lo característico de espe pontificado es la confusión doctrinal y moral propiciada por Roma, probablemente la mayor de la historia, una Iglesia que se autodestruye por medio de la Amoris, sobre todo 303, y pretende misericordiar todo el magisterio anterior vaciándolo de contenido. Lo dicho : un suicidio. No aprendemos de la deriva protestante y su camino a la irrelevancia y a la extinción.

    1. Así es. Ha habido pésimos Papas en nuestra historia, pero ninguno se atrevió a tocar una coma de la Doctrina… Hasta ahora…

    1. Evidentemente, porque la mayoría de estos personajes son miembros de Institutos, asociaciones, Academias o asesoramientos PONTIFICIOS. No sólo es el responsable de hecho, sino también de derecho

  5. En mi opinión, la postura de la Iglesia sobre los métodos anticonceptivos es un grave error que perjudica la relación conyugal. En la Biblia no dice que Dios castigara a Onán por usar uno de esos métodos, sino por no querer dar descendencia a su hermano fallecido, para quedarse con su herencia (Gen 38,8-9). La propia Iglesia permite por motivos graves usar métodos “naturales”, lo que es algo así como autorizar que se coma la fruta sólo cuando está verde, evitando comerla madura. Es hipócrita que, para evitar un embarazo, se pueda andar haciendo cálculos sobre cuando tener relaciones, mientras se prohibe usar otros métodos por considerarlos artificiales. Además, algunos de esos métodos evitan la transmisión de determinadas enfermedades a la pareja; aunque también hay que decir que otros tienen efectos perjudiciales para la salud, o pueden considerarse abortivos. En este asunto de tener hijos, pienso que también se debería aplicar lo que dijo san Pablo sobre la limosna: “Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7).

    1. Sancho; usted sigue adentrándose en una libre interpretación de la Palabra… Casi diría yo que en la creación de una nueva Iglesia….

  6. La Humanae Vitae,junto con el Credo del Pueblo de Dios,salvan con creces todo el pontificado de Paulo VI. Sé que los extremistas lo negarán,pero es así.Completa la triada la nota introductoria que el Papa Montini ordenó poner a la Lumen Gentium,para que dicho documento fuera leido e interpretado a la luz de la misma.

  7. la misericorditis invoca cada dos por tres la conciencia, pero la conciencia del tipo medio actual es entre laxa y laxísima, con unas tragaderas inmensas para todo tipo de aberraciones. La misericorditis renuncia de antemano a formar la conciencia, salvo la conciencia ecológica, imitadora de la natalidad, y, por tanto, eleva la laxitud a rango de categoría, al tiempo que condena la mal llamada rigidez, esto es : la conciencia recta y bien formada conforme al catolicismo de siempre, tan denostado por la misericorditis como un mueble viejo. En consecuencia está clarísimo que la misericorditis no es De Dios y lleva al infierno.

  8. El Francisco de la doble vida ahora se va decantando ya por una sola : la demolición completa de la doctrina y moral cristianas. Quiere aplicar la misericorditis de la Amoris a la Humanas Vitae. Quiere separar de una vez por todas los aspectos unitivo y procreador del acto conyugal, y, por tanto, banalizar la sexualidad, como un juego inocuo, admitiendo, como efecto reflejo, las relaciones no matrimoniales, incluidas las gay del ¿quien soy yo?

    1. Ahí está, Echenique. Y además, parece que tienen prisa… Se están quitando las caretas a toda velocidad… ¿Cómo puede haber tanto ciego?

  9. No descuiden la Confesión. El fin se está acercando a pasos agigantados. Estar siempre confesados, para que no nos tome desprevenidos.
    Teníamos bien claro que lo que seguía era la encíclica Humanae Vitae. y también sabemos que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”. Lo afirmó Sor Lucía, la vidente de Fátima, en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra.
    Como les digo: A confesarse.

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