Pues va a ser que no. Y me remito a las palabras del mismo Francisco: nos pide que, en este mes de octubre -mes tradicionalmente dedicado a rezo del Santo Rosario como devoción epecífica- “, y pedir a la Madre de Dios y a San Miguel Arcángel que, “frente al Gran acusador”, y “en momentos de turbulencia espiritual”, protejan a la Iglesia del diablo”.
Más tradicional imposible: el diablo como enemigo de la Iglesia y de las almas, y el rezo del Rosario, con el “Sub Tuum Praesidium” y el “Sancte Michael Arcangele, defendite nos in praelium…”. O sea: el combate de siempre -del demonios contra los hijos de Dios- y las armas de siempre: porque no podemos responder con las manos vacías.
O sea: las armas de siempre para el combate de siempre.
Y me ha encantado. Las cosas como son. Pero claro: después de lo que hemos tenido que oír y aguantar -también por parte del “fuego amigo”, como dicen en las películas de los americanos-por decir y escribir lo que estaba pasando, no voy a limitarme a rezar lo que nos ha pedido el Santo Padre -será “casualidad”, pero llevaba ya unas semanas, antes de esta petición pública, en que había vuelto rezar precisamente la oración a san Miguel y esa antífona mariana, y no me preguntéis por qué-, y ¡adelante! No. Lo siento.
Porque esta petición que nos ha hecho Francisco, no es un pedir por pedir. Nos lo pide, en segundo lugar, porque puede pedírnoslo: faltaría más; en tercer lugar, porque es una auténtica tradición de siglos en la Iglesia que tanto bien ha hecho a sus hijos: pone aceite y vino en el corazón herido y en el alma llagada; pero, en primerísimo lugar, porque le ha visto el rabo el mismísimo demonio, ha sentido su aliento en el cogote y -¿por qué no?-, porque frente al ‘fuego de satanás’ -lo del “humo”, que viene de lejos, se ha convertido en un hoguera tan impetuosa que casi parece imparable-, quizá se ve impotente ante lo que se está “abrasando” -es decir, corrompiendo- en el seno de la Iglesia Católica, de la que él es el Buen Pastor.
Ya nadie, medianamente honrado en el plano intelectual y moral, puede echarnos las culpas ni siquiera de ser aguafiestas, o avinagrados, o rígidos, o esparcidores de temores infundados, o agoreros, o de hacerle la cama a los enemigos de la Iglesia, o de no-fieles ni buenos hijos de la Iglesia y del Papa.
¡Que al demonio lo ha nombrado el Papa -yo nunca lo había hecho: me había quedado con las personas que están en medio de todo este desaguisado, con nombres y apellidos y sus rajadas, destructivas y corrosivas, que son mucho más visibles pero tan reales como el mismo demonio. Como mínimo.
Y ahora resulta que ¡hay que rezar! Y mucho. Y muchísimo. Y el que no lo haga se queda sin derecho a tenerse por hijo fiel de la Iglesia y por buen hijo del Papa.
Las cosas son así. Y así están. ¡Vamos a por ello!
Para los laicos,
A Dios rogando
Y con el mazo dando
Lo que no mide Bergoglio es con quiénes se ha metido: si es de buena fe, vaya y pase… pero si fue con aviesa intención, no le arrendo la ganancia. Si con Dios no se juega, imaginen con Su excelsa Madre!!!
Pues me imagino que al Papa ya no ve tan mal los ramilletes espirituales.
En hora buena, claro a rezar y mucho, aunque nunca he dejado de hacerlo ahora con mas intensidad.
Cae mas rápido un hablador que un cojo…había pedido lío y cuando lo ve cerca, taaan cerca… ya vio que con esto no se juega
No sean ingenuos. Bergoglio es un farsante y un hipocrita, que intenta seguir engañando a los bobalicones de siempre. !Derpierten!
Animar a la gente a rezar no lo recubre todo. Los numerosos pederastas y abusadores encubiertos oficiosamente en la Iglesia, ponen a rezar a sus pobres víctimas una vez que han saciado sobre ellas sus aberraciones.
Bergoglio se ha hecho un flaco favor, pues el que está con Satanás y la masonería es él. Tira piedras en su propio tejado.
Donde hay que restablecer la oración a San Miguel Arcángel es al final de la Misa.
Totalmente de acuerdo. Hay que rezar, y mucho, muchísimo, por la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo y por el Papa Francisco, que «quizá se ve impotente ante lo que se está “abrasando” -es decir, corrompiendo- en el seno de la Iglesia Católica, de la que él es el Buen Pastor.».
Querida Beatriz, quítate la venda. La Iglesia es santa y el Buen Pastor es el Señor. Quizá no sea tanto impotencia sino más bien incompetencia, quizá no sea tanto impotencia sino más bien imprudencia: llevar 5 años diciendo y haciendo barbaridades, escandalizando a los pequeños que creen y que los «pastores» se quiten la careta y aparezcan como los lobos encubiertos que son.
Así es.
Abisinio: Totalmente de acuerdo con tu comentario. Rezo por el Papa Francisco para que se abra a la iluminación del Espíritu Santo y cumpla fielmente con el mandato recibido de nuestro Señor Jesucristo: «CONFIRMAR a sus hermanos», no CONFUNDIRLOS. Bendiciones.