Como informábamos desde Infovaticana, la Santa Sede ha aprobado la beatificación de 124 mártires de la diócesis de Jaén, asesinados por odio a la fe durante la Cruzada Española. Entre ellos destaca una figura que resuena de forma singular en el mundo de la prensa católica: Bernardo Ruiz Cano (1909–1936), periodista, poeta y tradicionalista, asesinado por su fe y su palabra en septiembre de 1936. Su inclusión en la causa de beatificación supone un reconocimiento eclesial no sólo de su martirio, sino de su coherencia vital como intelectual al servicio del Evangelio.
Ruiz Cano se suma así a los 43 mártires documentados por Javier Urcelay, consolidando el testimonio de una corriente espiritual y política que no dudó en dar la vida por Cristo Rey.
Una vida consagrada a la fe y a la palabra
Nacido en Jaén en 1909 en el seno de una familia católica de arraigo, Bernardo Ruiz Cano mostró desde joven una gran sensibilidad literaria y religiosa. Combinó su formación académica con una activa participación en los círculos católicos de la ciudad, destacando por su oratoria, su escritura y su compromiso con la defensa pública de la fe.
Muy pronto se vinculó al periodismo confesional, primero como colaborador y luego como director de publicaciones. Entre 1932 y 1935 estuvo al frente de la revista El Pueblo Católico, una publicación apologética que actuaba como dique de contención frente al embate ideológico del republicanismo laicista. Más adelante dirigiría el diario El Día de Jaén, desde donde defendía con firmeza los principios católicos, el orden natural y la tradición política española. Bajo su liderazgo, el periódico mantuvo su línea editorial sin concesiones: “En defensa de la religión y de la patria”.
A la par de su vocación periodística, cultivó la poesía y la biografía. Publicó Ecos del corazón (1934), donde revela un alma contemplativa, enamorada de la belleza cristiana, y Don Juan Varela en su vida y en su obra (1935), un retrato biográfico de una figura afín a su pensamiento, donde ya se percibe su vocación de historiador del alma tradicionalista.
Intelectual y militante: un carlista sin doblez
Bernardo fue también un activo miembro de la Comunión Tradicionalista, movimiento político y espiritual que agrupaba a los católicos contrarrevolucionarios fieles al legado de la monarquía tradicional y al Reinado Social de Cristo. Participó en el conocido grupo “El Madroño”, una tertulia de carlistas jiennenses en la que compartía inquietudes con poetas, abogados y periodistas. Era un hombre profundamente convencido de que la fe debía impregnar la vida pública, no reducirse a la sacristía.
Su fe no era un adorno: era una bandera. Y la sostenía con la pluma en la mano, desde columnas, tribunas y discursos. Defendía la familia, el orden natural, la autoridad legítima y la doctrina social de la Iglesia en un tiempo en el que hacerlo era asumir un riesgo cierto de represalias.
Arresto y martirio: camino de la Cruz
Tras el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, Jaén quedó bajo control de fuerzas republicanas radicalizadas, que iniciaron una dura represión anticatólica. Iglesias, conventos, centros educativos y archivos eclesiásticos fueron asaltados y arrasados; sacerdotes, religiosos y seglares comprometidos fueron perseguidos y asesinados.
Bernardo Ruiz Cano era un objetivo claro: católico, periodista, carlista y figura pública. Fue detenido en su domicilio por milicianos de izquierdas en las primeras semanas de septiembre de 1936. Hay indicios de que fue interrogado y golpeado por su negativa a renegar de sus principios. Según testimonios recogidos posteriormente, rehusó firmar una declaración de apostasía, manteniendo en todo momento la serenidad y una actitud de oración.
Finalmente, el 24 de septiembre de 1936, fue llevado junto a otros presos a una cuneta a las afueras de Iznalloz (Granada), donde fue fusilado sin juicio. No se conocen sus últimas palabras, pero no cuesta imaginarlo murmurando el Rosario o proclamando “¡Viva Cristo Rey!”. Tenía solo 27 años.
La Iglesia reconoce su martirio
La Santa Sede ha declarado oficialmente que Bernardo Ruiz Cano murió “in odium fidei”, es decir, asesinado por odio a la fe cristiana. Su beatificación, junto a la de otros 123 mártires jiennenses, pone en valor el sacrificio silencioso de tantos seglares y religiosos que ofrecieron su vida con fe, sin armas y sin odio, sólo por pertenecer a Cristo.
Ruiz Cano se suma así al grupo de 43 mártires carlistas documentados por Javier Urcelay, configurando una auténtica constelación de testigos del catolicismo militante que se enfrentó con coraje a la revolución anticristiana de los siglos XIX y XX.
Un ejemplo para la prensa católica de hoy
Para InfoVaticana, la figura de Bernardo Ruiz Cano tiene un eco especialmente fuerte. En él se encarna un modelo de periodista que no buscaba notoriedad ni equilibrio político, sino fidelidad al Evangelio. Su coherencia le costó la vida, pero su sangre derramada fertiliza hoy la conciencia de una Iglesia que necesita comunicadores valientes, capaces de decir la verdad con caridad, pero también sin miedo.
Su beatificación no es sólo un honor para Jaén o para los carlistas. Es una llamada a los comunicadores, a los católicos comprometidos y a quienes, como él, creen que la verdad merece ser defendida, incluso hasta la muerte.
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TÚ SOLDADO DE LA TRADICIÓN TENDRÁS UN PUESTO EN EL REINO DE LOS CIELOS. LA TRADICIÓN NUNCA MUERE, VIVA CRISTO REY
museocarlistademadrid. com
Carlismo Rebelde
Se canonizan personas, no ideologías. Este hombre debió de ser un ejemplo de fidelidad cristiana. Y fue eso lo que le condujo al martirio. No el hecho de que fuera carlista. Para su canonización, aquello es lo esencial; esto, accidental, por más que en su vida y en su persona ambas cosas estuvieran unidas.
Para decir tamaña sandez para eso callado estás mejor. El carlismo es lo contrario a ideología, el carlismo es comunión tradicionalista, es anti partido, su doctrina es la de los Santos Evangelios y defiende por tanto el Reinado social de Cristo. El carlismo como movimiento contrarrevolucionario es el único con carácter político que, dio a la iglesia innumerables mártires y santos desde la primera guerra carlista hasta la cruzada de liberación. El ser carlista es un don de Dios que pocos pueden acceder a el. El carlismo decanta el crisol de los hechos buenos de la historia de España y rechaza la escoria de los enemigos de Dios y de España. El carlismo ha sido perseguido tanto por la anti España, como por la actual iglesia modernista renegada que odia la TRADICIÓN. NADA SIN DIOS
«El ser carlista es un don de Dios que pocos pueden acceder a él». Gracias por darme la razón. Lo has dejado muy claro.
La beatificación se hace porque murió por odio a la fe, no por sus ideas políticas. Hace daño a la Iglesia esta mezcolanza que hace este artículo. Como si no fuera posible ser buen católico y pensar de modo distinto en lo político.
El odio comunista nunca superará al espiritu de los católicos. Sus sacrificios sirvieron para que la sociedad española gozará de libertad y verdad. Santos y héroes que siempre serán recordados. Viva Cristo Rey!