Carta abierta a don Pedro Aguado, nuevo obispo de Huesca y Jaca

Carta abierta a don Pedro Aguado, nuevo obispo de Huesca y Jaca

Excelencia: Sea usted muy bienvenido a esta tierra que le acoge con esperanza, con respeto y con una certeza profunda: necesitamos un obispo que entienda quiénes somos y que tenga un plan para reavivar la fe en esta tierra que lleva siglos rezando.

Huesca hunde sus raíces en Roma. Aquí, los padres de San Lorenzo, San Orencio y Santa Paciencia, cultivaban la tierra y proclamaban a Cristo entre los oscenses ya al comienzo del siglo III; aquí se conoce el martirio desde Nunilo y Alodia, niñas del Alto Aragón que en el siglo VIII dieron la vida por Cristo. Aquí se buscó refugio en las montañas para preservar la fe; aquí, se alzaron ermitas y templos románicos entre peñas y abismos.

Nuestra historia es humilde pero es la de una fe encarnada en la tierra, en el campo, en la piedra, en la romería y en la danza. Somos un pueblo humilde, pero con una tradición inmensa. Sabemos de reconquista, de Pirineo, de vida sencilla y dura. Y aunque el tiempo moderno ha golpeado con fuerza —con el cierre de un seminario fecundo, con una vida parroquial que se apaga, con una población envejecida— aún quedan brasas encendidas.

Necesitamos algo más que palabras y que métodos obsoletos. Necesitamos sobre todo un plan que no dé la espalda a la Tradición.

No le pedimos teorías sobre la sinodalidad. Antes que eso, le pedimos que nos conozca. Que camine con nosotros. Que sepa quiénes somos, y que entienda que nuestra identidad se construye desde la Tradición: nuestras fiestas, nuestras ermitas, nuestras costumbres religiosas son la forma en que todavía vive la fe entre oscenses y jacetanos.

Por eso, le pedimos que esté. Que venga. Que participe. Su presencia entre nosotros es esencial.

Acompañe a los jacetanos intensamente al Primer Viernes de Mayo. Viva con los oscenses las fiestas de San Lorenzo. Recorra nuestras romerías. Suba a nuestras ermitas. Comparta los días en los que lo religioso y lo social se entrelazan con fuerza. Y allí, entre la devoción y la alegría, anime a los jóvenes y revitalice el ánimo de sus curas cansados.

Nuestras parroquias languidecen. Hay gente joven que está deseando oír hablar de Dios, pero no siempre encuentra dónde. Usted puede ser el que les oriente hacia los sacramentos, hacia la Misa, hacia el Misterio. Recuerde cómo el papa Leon XIV, en uno de sus primeros discursos, nos recordó «el sentido del misterio”, a través de “la belleza de la salvación” que suscita “el estupor por la grandeza divina que abraza la pequeñez humana”.

Tenemos muchos pueblos, demasiados, con iglesias cerradas. Pero también tenemos una historia sagrada, una red de devociones y una memoria cristiana que puede volver a florecer. Si usted se compromete a estar cerca, si impulsa una verdadera revitalización verá que esta tierra todavía puede dar fruto.

Rezaré por usted, y le animo a que se apoye en el pueblo que le ha sido confiado. Que mire su tradición, que escuche a su gente, y que, con valentía, trace el camino para un renacer de la fe en Huesca y Jaca.

Con respeto y esperanza,
Un fiel del Alto Aragón

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