Una víctima reconocida por su militancia, un Papa recién elegido, y un medio al acecho de cualquier gesto para arrastrarlo a su trinchera. El episodio reciente entre León XIV y José Enrique Escardó Steck no es una historia de compasión, sino de apropiación.
Apenas supe que el cardenal Prevost fue elegido papa, le envié un audio por WhatsApp. No pensé que lo iba a escuchar y menos responder. Pero hoy a las 4:32 a. m. recibí una respuesta. En mi audio, bastante emocionado, le decía: «Mi querido papa, usted fue mi candidato y, si bien… pic.twitter.com/tjN4rzmVof
— 𝔧𝔢𝔢𝔰𝔵𝔬𝔯𝔠𝔦𝔰𝔪𝔬 (@JEESxorcismo) May 13, 2025
Escardó, activista peruano, fue la primera víctima en denunciar los abusos del Sodalicio de Vida Cristiana, y ha hecho de su historia un estandarte —no solo contra los abusos, sino contra todo un perfil eclesial tradicional, jerárquico y doctrinalmente firme. A ese perfil pertenece, al menos en parte, el mundo que ciertos sectores mediáticos quieren borrar del mapa.
Tras enviarle un audio de Whatsapp al Papa recién elegido, que se ha cuidado de no difundir, éste le responde amablemente —“Cuenta conmigo. Fuerza y vamos adelante”— la maquinaria de Vida Nueva se ha puesto en marcha. Escardó ha publicado el WhatsApp respuesta del Papa, y no su audio, para encajar en su narrativa: este Papa es nuestro, porque responde a nuestras víctimas, a nuestros relatos, a nuestra sensibilidad.
No importa que el mensaje fuera simplemente una muestra de humanidad y educación. No importa que Escardó no sea católico. No importa la prudencia institucional. Lo que importa es cómo instrumentalizar esas palabras para presentar a León XIV como respaldo directo de una narrativa concreta, la de quienes usan el drama real de los abusos para deslegitimar todo lo que huela a ortodoxia o tradición.
Así, el gesto pastoral se convierte en consigna ideológica. El WhatsApp privado se transforma en manifiesto. Y el Papa, en herramienta.
Pero León XIV no ha dicho una palabra sobre estructuras, modelos, ni líneas pastorales. No ha reformulado posturas, ni bendecido corrientes. Solo ha respondido con amabilidad a una felicitación.
El problema no es el Papa, sino quienes, sin esperar a que hable como Pastor universal, ya lo presentan como su Papa, en oposición a otros. Lo que buscan no es acompañar al Papa, sino apropiárselo. Domesticar su figura, vaciar su libertad, y usar su nombre como coartada para su guerra interna contra una Iglesia que aún se resiste a rendirse.
No les interesa el respeto, sino la bandera. Y hoy toca usar a León XIV.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando