El día 7 de mayo de 2025 empieza el tan esperado cónclave después del pontificado del Papa Francisco -que Dios tenga piedad de su alma y María Santísima tenga compasión de él-.
Sin hablar del legado profundamente turbulento, extraño, y caótico para toda la Iglesia de este último Pontificado, hemos llegado a la pausa en medio de la tormenta donde la feligresía puede tomar un breve respiro de las arbitrariedades de recurrencia semanal que atozaban la paz del Cuerpo Místico de Cristo. Uno pensaría que este tiempo en la espera del Cónclave iba a ser caracterizado por un respeto irreprochable de la Sede Petrina, atado perfectamente con una piedad particular a la grey Cristiana que clama a Dios Todopoderoso por un digno sucesor del Príncipe de los Apóstoles. Ni lo uno ni lo otro ha llegado a suceder; gran parte de la feligresía se ha dejado llevar por las tendencias manifestadas por los medios corrientes y populares que profesan todo menos el más mínimo respeto sacral por el Trono de San Pedro. Por otro lado, la oración piadosa y de corazón se ha visto forzada o escasa en general.
¿Cómo podemos esperar un sucesor apto para el cargo si no hacemos de nuestra parte como laicos? En un tiempo que se ha perdido la noción de las obligaciones y el puesto jerárquico de cada uno para ser suplantado por un sentido de privilegio autoadquirido de un igualitarismo absoluto donde todos, todos, todos están en el mismo plano, solo se puede esperar los peores comportamientos emanando de la grey Cristiana. He aquí un compendio de observaciones para aquellos que desean cumplir su rol como fieles soldados de la única Iglesia fundada por Cristo. El fin de la subsiguiente lista es mencionar los puntos donde se está fallando de manera recurrente en los últimos días para poder reconocer los mismos y enmendar los caminos con la mirada fija en el verdadero orden Cristiano de las cosas.
[1] Escuchar a los medios seculares, influencers de redes sociales, sitios de farándula: Esto es totalmente incomprensible. Que haya Católicos que le presten una onza de su atención para escuchar la opinión de diferentes medios, celebridades, y bochincheras banales con la marcada tendencia de desprestigiar a la Santa Madre Iglesia ante la más ínfima situación que suceda. No es posible que todas estas fuentes de chatarra, de la noche a la mañana con la muerte del Romano Pontífice, ahora tengan derecho a emitir su opinión. Sus opiniones se basan en una notable carencia de conocimiento elemental de la fe, mezclada con un orgullo que eleva su opinión al plano de un cuasi-dogma de carácter indiscutible. Lo que el Cristiano piadoso debe hacer es apagar la televisión, cerrar la aplicación de red social de su preferencia, y dejar de lado las revistas donde se aborden este tema. ¿Cómo vamos a escuchar a los que tanto daño han hecho a nuestra madre amadísima, la Santa Iglesia?
[2] Este segundo punto va atado al primero, que consiste en el afán del laico de seguir diariamente las últimas noticias sobre el Cónclave. Tristemente, como puede suceder en la vida espiritual, nosotros mismos buscamos las tentaciones que terminan marchitando nuestras almas. Si la tentación no viene a nosotros, nosotros mismos la buscamos en ciertos casos. No hay necesidad de estar atentos a las noticias sobre el Cardenal tal o el Obispo aquel que tenga que ver con el Cónclave. El reconocido Padre Lorenzo Scupoli, autor del libro “El Combate Espiritual”, tan recomendado por San Francisco de Sales, habla sobre el vicio de la vana curiosidad. Este vicio es muy fácil de caer en él, especialmente en este tiempo de información disponible con un par de clicks. Nosotros tenemos que enfocarnos en saber lo justo y necesario para poder gozar de una paz espiritual en medio de una horda incansable de noticias superfluas.
[3] En redes sociales, diferentes perfiles han publicado el curriculum vitae de cada uno de los “candidatos” -como han dicho con frecuencia-, incluyendo estadísticas de la composición teológica del Colegio Cardenalicio para entender cómo piensa cada uno. Algunos han ido más lejos diciendo “hay que votar por el Cardenal aquel…”, combinado con la afirmación de “apoyar al Cardenal este por medio de comentarios en redes…”. Todo esto tiene tinte inocente y objetivo, pero en realidad es algo marcadamente de tendencia democrática liberal. Hay que dejar algo en claro: El Cónclave no es una elección democrática. En un sentido de metodología, sí, es una elección; al fin y al cabo consiste en un proceso de elección aristocrática donde solamente los cardenales eligen entre sí. Aquí no hay sufragio universal, ni campaña política, ni ellos representan los intereses de sus súbditos de la diócesis. Se ha secularizado por culpa de los medios y el pensamiento liberal un tan solemne proceso para elegir con la ayuda del Espíritu Santo al Romano Pontífice. Nosotros los laicos no tenemos injerencia en el Cónclave; intentar incidir en el proceso, aún sea para bien, es exactamente lo mismo que hacen los enemigos de la Iglesia que desean meter sus tentáculos revolucionarios dentro de la jerarquía eclesiástica.
[4] En medio de tanto caos cuasi-electoral papal, una cantidad considerable de personas bien intencionadas han buscado refugio en las revelaciones privadas de todo tipo. Diferentes locuciones, visiones, y apariciones han hablado del futuro del Papado, la Iglesia, y sus miembros. Darle una importancia desordenada a estas, elevándolas al nivel de ser fuente absoluta de lo que ha de acontecer en el Cónclave. Esto no es algo discreto para los fieles por ser algo desordenado y que, a su vez propicia otros vicios espirituales de gravedad perniciosa. Agrandar la “Profecía de San Malaquías”, por nombrar la que comúnmente se ve circulando para el tiempo de Sede Vacante, al punto de ser la norma regente del futuro, es algo sumamente erróneo. Una revelación privada, por más aprobada que pueda ser, nunca podrá truncar dogmas, doctrinas, y magisterio infalible de la Iglesia. Lo previamente mencionado ha sido el resultado de esta moda aparicionista que desemboca en el amargo desenlace de ideas apocalípticas, irreales, y corrientes siniestras de matiz Irenista entre la novedad y el Magisterio de siempre.
[5] En la segunda mitad del siglo XX se empezó a suscitar una novedad que atenta contra el Romano Pontífice, que es consumar la canonización del Papa apenas fallece. Hay que recordar que debemos rezar por los fieles difuntos, en especial el Vicario de Cristo, que tanto necesita de nuestras oraciones ante el justo tribunal de Dios. No podemos expedir frases escandalosas como: “Ya está en la casa del Padre Eterno…ya entró en la santidad…finalmente, alcanzó el cielo…”. Esto va de la mano con fotos, videos, y material dinámico que muestran al Papa como si fuera automáticamente un santo. Nada de esto coopera con la obligación sumisa de rezar, ofrecer sacrificios, y limosnas por el descanso eterno de algún fiel. En cierto modo, es un acto de mezquindad con el difunto porque no rezamos por él cuando tanto requiere del bálsamo que pueden ofrecer nuestras oraciones y sacrificios.
Solución obediente y devota:
Ante todo lo señalado, las soluciones saltan a la vista una vez hemos descubierto el problema. En lo que vale la pena hacer énfasis es en la acción del Espíritu Santo ante los eventos mundiales de toda naturaleza. Cuando los fieles se enfocan en sus obligaciones como buenos y obedientes hijos de la Iglesia, por medio de sus oraciones y penitencias, se pueden realizar grandes cosas. No solo se consigue el objetivo deseado (siempre y cuando sea conforme a la voluntad de Dios), sino que se santifican los miembros de la Iglesia, se adquieren gracias para las conversiones, se logran los milagros más sorprendentes, entre otros tantos prodigios concedidos de la mano del Altísimo. Pidamos que María Santísima, Reina de la Iglesia, Protectora del Papado, y Reina de la Cristiandad, nos ayude a fijarnos en nuestro deber para merecer la gracia de un Papa santo, que defienda la Iglesia y el Depósito de la Fe.
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El compendio de exhortaciones para los fieles, en tiempo de cónclave, se podría sintetizar en:
1- Hacer oración, ayuno y otras mortificaciones.
2- Entender que el que sale de un cónclave no necesariamente es el elegido del Espíritu Santo.
3-Renovar nuestro propósito de obediencia al futuro pontífice, en todo lo que no se oponga a Dios (y en lo que se oponga, refutarlo con caridad cristiana).
4- No creer en supuestas profecías , pues Cristo dijo «no sabeis ni el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.» (Mt 25,13)
¿Ayuno? Por supuesto. Yo hago ayuno todos los días. Solo hago dos comidas: desayuno y almuerzo en una ventana de 6 horas. Después nada: solo agua. Sugiero que todos se unan para que el ayuno sea efectivo. Adelante, hermanos ¡Ayunad!
No interesa.
Uf. Cuánto dramatismo.
El artículo no está a la altura de la seriedad y el profesionalismo que han llevado a Infovaticana a posicionarse como un medio de información católica de alto nivel.
Tal vez convendría que el autor publicara sus opiniones en un blog albergado en el sitio,
JORGE
Uff, cuanta tontería.
El artículo es una disección certera sobre la información religiosa por medios abiertamente anticatólicos que son la mayoría.
Excelente texto, muchísimas gracias.