Ettore Gotti Tedeschi: “El futuro de la Iglesia se juega en Asia”

A medida que la Iglesia católica se prepara para elegir al sucesor del Papa Francisco, la pregunta no es solo quién será elegido, sino qué Iglesia emergerá del próximo cónclave. Así lo plantea Ettore Gotti Tedeschi, expresidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), la llamada «banca vaticana», que en declaraciones recientes ha esbozado una profunda reflexión sobre el futuro de la Iglesia y su papel en un mundo transformado.

“Creo que el futuro de la Iglesia depende del resultado del cónclave”, afirma Gotti Tedeschi, “porque obtendremos muchas explicaciones iluminadoras sobre un punto fundamental: ¿será una Iglesia que se refiera a las verdades doctrinales o una Iglesia que evolucione aún más con el mundo, gracias a un concepto de misericordia que integra o sustituye la verdad? El cónclave nos dirá qué Iglesia quieren los cardenales. Y la decisión sobre el sucesor de Papa Francisco debería ayudarnos a comprenderlo. Creo que nunca, como hoy, el mundo ha necesitado tanto una autoridad moral fuerte”.

Para Gotti Tedeschi, no está en juego solo el futuro de la Iglesia, sino el de toda la civilización occidental, nacida del cristianismo y moldeada por sus valores durante milenios. “La Iglesia representa la autoridad moral más escuchada del mundo, también por otras religiones”, subraya. Pero el escenario global ha cambiado drásticamente: “Hace treinta años, Occidente controlaba el 90% del PIB mundial. Hoy, menos de la mitad. Otras culturas y civilizaciones son cada vez más influyentes. Dado que el cristianismo contribuyó a fundar la actual civilización occidental, debemos preguntarnos cuál será su futuro y el de toda la humanidad”.

El desafío asiático

El exbanquero vaticano destaca que los países emergentes, agrupados en los BRICS, ya representan cerca del 40% del PIB mundial y crecen a un ritmo del 5-7% anual, mientras Occidente permanece estancado. “Treinta años atrás, China apenas representaba el 2% del PIB mundial; era un país de campesinos. Hoy equivale al 24%, lo mismo que Estados Unidos”, advierte. “Recuerdo una conversación con Benedicto XVI sobre este tema. Me preguntó, al hablar de la deslocalización industrial hacia Oriente y el crecimiento económico chino: ‘Cuando sean fuertes y ricos, ¿difundirán también su cultura, además de sus productos? ¿Qué consecuencias tendrá esto para Occidente?’. Y añadió: ‘Recuerde: fuimos nosotros quienes creamos el poder de China’. El cardenal Ratzinger intuyó las consecuencias. Y tenía razón”.

Por ello, Gotti Tedeschi sostiene que “hay que mirar a Asia”. En su opinión, no solo es necesario estar atentos al crecimiento económico asiático, sino también acompañar a esos países, especialmente China, “a comprender los valores de Occidente”. “Esto ya está ocurriendo en parte. Pero hoy China no es solo un productor de bajo coste; también ofrece calidad e innovación. Y creo que el cardenal Pietro Parolin es una de las personas más expertas en estas cuestiones”, concluye.

En vísperas del cónclave, las palabras de Gotti Tedeschi resuenan como una advertencia y una llamada: la Iglesia no solo debe elegir a un Papa, sino discernir su propio rumbo en un mundo donde ya no es Occidente quien dicta todas las reglas. ¿Será capaz de reafirmar su papel como brújula moral universal? ¿O cederá ante las presiones de quienes quieren una fe que se pliegue al espíritu del tiempo?