La Compañía de Jesús ha expresado su profundo dolor por la muerte del Papa Francisco, al tiempo que reafirma su esperanza en la resurrección, esa puerta que Cristo abrió para todos.
Así lo manifiesta el padre Arturo Sosa, Superior General de los Jesuitas, en una carta dirigida a los miembros de la orden en todo el mundo, publicada este lunes en el sitio web de la Curia general.
“Su partida nos conmueve, pero también nos llena de gratitud”, escribe Sosa, destacando cómo Francisco supo guiar a la Iglesia en fidelidad al Concilio Vaticano II. En su mirada siempre atenta a la realidad del mundo, el Papa ofreció palabras de esperanza y caminos posibles de transformación.
Sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti son prueba de ello: no solo exponen un diagnóstico claro sobre los males de la humanidad, sino que, desde el Evangelio, proponen rutas hacia la justicia, la reconciliación y la paz. Sosa subraya especialmente la apuesta de Francisco por el diálogo: entre culturas, religiones y hasta entre adversarios políticos, como un modo de construir comprensión, solidaridad y estabilidad.
Un incansable defensor de la paz
La admiración del padre Sosa también recae sobre el compromiso inagotable de Francisco con la paz y la justicia. Ya fuera impulsando iniciativas propias o apoyando las de otros, siempre creyó en el poder del encuentro. Su sensibilidad hacia los migrantes, especialmente los que arriesgan la vida cruzando el Mediterráneo, y su rechazo constante a la guerra y la intolerancia marcaron su pontificado.
Francisco puso siempre el acento en caminar juntos: obispo y pueblo, unidos en la fraternidad, el amor y la oración. Para el padre Sosa, esta fue una clave fundamental de su magisterio, junto con su insistencia en una Iglesia sinodal, construida desde la escucha y el discernimiento compartido.
En su relación con los jesuitas, el Papa no dejó de recordarles la importancia de cultivar una vida espiritual sólida. “Nos pedía dejar espacio suficiente para la oración y la experiencia espiritual en nuestra misión”, relata Sosa, recordando cómo, sin esta raíz, el resto de sus compromisos apostólicos perdería fuerza.
Uno de los momentos más significativos, según el padre general, fue el encuentro con la Congregación General 36 en 2016. Allí, Francisco les urgió a buscar consuelo en el Señor crucificado, a dejarse conmover por su dolor para poder servir a los “crucificados” del mundo de hoy. Una llamada que, dice Sosa, define profundamente la identidad de los jesuitas.
Finalmente, Sosa recuerda cómo la alegría del Evangelio fue una constante en la enseñanza de Francisco. Ya desde su primera exhortación, Evangelii Gaudium, el Papa dejó claro que esta alegría era para él algo esencial e irrenunciable.
Su relación con la Compañía de Jesús fue siempre cercana, aunque marcada por una atención humilde y discreta. La carta concluye con una invitación a acompañar espiritualmente al Papa en su encuentro definitivo con el Dios de amor y misericordia, y a renovar —a la luz de su ejemplo— el compromiso de seguir a Jesús con humildad y entrega.
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Sosa lárgate !!
No sea grosera, seño…
Sal, sal Sosa, fuera!!!
Las cuatro primeras palabras del título del artículo expresan un ideal irrenunciable.
No es acaso el «Jesuita» Sosa defensor de la tesis que afirma que el Diablo no existe?
Hay esta pintada la curia romana
Como no va a estar triste el Chavista de sotana si acaba de dejar este mundo el que ayudó a convertir su orden en la Red de Trafico de Migrantes más grande de Latinoamerica, repartiendo la miseria del Socialismo del Siglo XXI venezolano en todos los paises del continente
Se despide del poder dado en exceso. Curioso que haya llenado de jesuitas el colegio episcopal. Quizá sean ellos los que más extrañen éste deplorable pontificado.
Aunque también está el refrán: otro vendrá que bueno a mi me hará