No ha sido solo una cesión. No ha sido simplemente un cambio de prior, ni una negociación delicada entre Iglesia y Estado. Ha sido una profanación. Porque han roto uno de los votos más sagrados, más antiguos y más misteriosos del monacato cristiano: la stabilitas loci.
Y sabían lo que hacían. A fray Santiago Cantera, monje benedictino y hasta hace poco prior del Valle de los Caídos, no lo han destituido: lo han desarraigado. Y eso, para un benedictino, es casi un martirio blanco.
¿Qué es la stabilitas loci?
En el capítulo 58 de la Regla de san Benito, escrita hacia el año 530, el fundador del monacato occidental prescribe que el candidato a monje, si es aceptado, “prometerá en el oratorio, en presencia de todos, su estabilidad, conversión de costumbres y obediencia”. San Benito pone la estabilidad en primer lugar. No por casualidad.
¿Qué significa esta promesa? Significa permanecer en el lugar donde uno ha sido llamado, no solo físicamente, sino espiritualmente, con el corazón enraizado en una tierra, una comunidad, una cruz. Es el voto que ata al monje al monasterio “como a su tumba y a su cielo”, según la expresión del monje y teólogo Jean Leclercq.
Dom Chautard, en El alma de todo apostolado, explica que “la stabilitas arranca de cuajo la raíz de la soberbia, del capricho, del yo que quiere elegir y no obedecer”. Es la respuesta cristiana al nomadismo espiritual, al eterno moverse, al “donde me sienta mejor”. El monje no escoge. Permanece. Como María al pie de la Cruz.
La cruz del Valle era su lugar
Fray Santiago Cantera no era un político. No era un estratega. Era, ante todo, un monje. Un hombre de oración, de estudio, de fidelidad silenciosa. Y su lugar era el Valle. No por nostalgia, como repite el ministro Félix Bolaños con su vulgar materialismo, sino por vocación. Porque ahí echó raíces, ahí vivió su fidelidad, ahí se ofreció en silencio por la Iglesia y por España.
Lo que el poder político y la jerarquía eclesial han hecho no es un simple traslado: es una amputación. Han roto su stabilitas loci. Lo han arrancado del lugar donde había pronunciado sus votos y donde había esperado morir. Lo han hecho sin respetar lo que esa promesa significaba. Lo han hecho, quizá, porque sabían lo que significaba.
Una profanación con la complicidad de los pastores
Esto no ha sido un “relevo natural”. No nos traten como idiotas. No ha sido una rotación litúrgica ni una prudente reorganización. Ha sido un acuerdo político. Una cesión humillante ante las exigencias de un Gobierno que quiere reescribir la historia a golpes de decreto.
Pero lo más trágico no es la violencia del Gobierno. Lo más trágico es la clamorosa cobardía de los pastores. Los obispos han entregado a uno de los suyos para salvar la cara, como quien sacrifica una torre para proteger al rey… solo que aquí el “rey” era un ministro de Sánchez.
Decía san Benito que el abad debe ser “sabio en la ley divina, para saber sacar del tesoro cosas nuevas y viejas” (Regla, cap. 64). Pero los nuestros no han sacado ni una palabra. Ni una carta pública. Ni una defensa abierta. Han preferido callar. Han preferido pactar. Han preferido olvidar.
La permanencia como profecía
En un mundo que cambia de principios como de camisa, la stabilitas loci es profecía. El monje que permanece escandaliza al moderno que vive en la volubilidad. El que se queda, incomoda. El que no se mueve, molesta. Por eso había que echarlo. Porque era señal de contradicción.
Decía Jean Leclercq: “El monje no escoge el lugar donde morir: Dios lo elige por él. Y él acepta.” Pero ¿qué pasa cuando es la Iglesia la que le niega ese derecho? ¿Qué pasa cuando es la propia comunidad eclesial la que le arranca del lugar donde debía ofrecerse en silencio hasta el fin?
Pasa lo que estamos viendo: se rompe una promesa sagrada. Se vulnera un voto. Se violenta una fidelidad. Pero Dios no olvida. Santiago Cantera ha sido fiel. No ha negociado su promesa. No ha buscado excusas. No se ha ido: lo han echado. Y eso, en el lenguaje de Dios, tiene un nombre muy concreto: fidelidad probada.
Los que han celebrado su marcha quizá llenen titulares durante unos días. Pero los que conocen el valor de la stabilitas loci, los que entienden lo que significa morir en el lugar donde uno ha ofrecido su vida, saben que este destierro no es una derrota. Es una siembra. Y esa semilla dará fruto. Aunque hoy no lo veamos.
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Desterrado, como tantos santos y héroes a lo largo de la historia.
Perdón y porque no informan a que monasterio lo han trasladado
UN SACERDOTE,mejor para el P.Cantera que no se diga a donde lo trasladan .Ya está bien ! Ni SOLESMES ,Ni la CEE .Ya del Vaticano ( los que ordenan y mandan ,da igual que Francisco esté o no «esté»- parece más sombra que vaga-)
La «Iglesia de Francisco» hace lo que quiere, cuando quiere, y como quiere. Y para ello, no respeta ni la Biblia, ni la Tradición, ni las definiciones del Magisterio Pontificio, ni el Derecho Canónico, ni la regla benedictina, ni la justicia, ni la misericordia, etc.
El Papa y los que le siguen, practican un absolutismo orientado a la consecución de sus fines en sintonía con los poderes del mundo.
SACERDOTE MARIANO, cuando pase un tiempo acabarás haciéndote carlista. Poco a poco te vas acercando sin que te des cuenta de ello. Toda la Santa Tradición está en nuestro corpus doctrinal proveniente de la antigua España, a tí te quedan restos de liberalismo, hay que extirparlos del todo, entre ellos tu falta de caridad con los diferentes extranjeros. Te recomiendo que leas la Historia de los Heterodoxos Españoles de Don Marcelino Menéndez Pelayo, ahí esta la historia del catolicismo en España y los motivos por los que nos convertimos en una nación paria y renegada. Te deseo que pases una buena Semana Santa en contacto con los misterios de la pasión de Cristo.
LA TRADICIÓN NUNCA MUERE, NADA SIN DIOS.
Apreciado El Proscrito: Gracias por su comentario. De hecho he leído la Historia de los Heterodoxos Españoles de Homo Legens, y está muy bien. Además tengo buenos amigos que son carlistas, y valoro positivamente muchos postulados del carlismo.
En cuanto a los extranjeros no les tengo rechazo, lo que ocurre es que estamos sufriendo una invasión inmigratoria musulmana, y ante eso debemos reaccionar, pues sus consecuencias están siendo desastrosas.
Y sobre economía, opino que el libre mercado es el que más genera riqueza y bienestar material, aunque por supuesto no hay que olvidar ciertas regulaciones de la ética cristiana.
Jaime Gurpegui lo explica muy bien; pero….
Todo lo sucedido en el acuerdo Estado-Vaticano sobre el Valle de los Caídos, para el Estado español, tenía que pasar por el apartar, quitar, al ex prior.
El mismo abad-sacerdote Santiago Cantero, por obediencia, aceptó ponerse de lado, voluntariamente, por orden de su superior, así la Iglesia española ha podido salvar la sacrabilidad de la basílica, la permanencia de los monjes y la no destrucción de la Santa Cruz, líneas rojas puestas por la Iglesia católica para aceptar el acuerdo con el Estado y no entrar en una batalla legal entre ambos.
Grande el ex prior, único sacerdote que se opuso a la exhumación de la tumba de Franco, y principal defensor del Valle de los Caídos.
Conferencia Episcopal: No tenéis vergüenza ni legitimidad ya para defender nada y menos a vuestras ovejas que entregáis por un plato de lentejas. Bajasteis la cabeza cuando permitisteis desenterrar a quien había dado su vida por salvar a la Iglesia, lo más ruin nunca visto por parte de los que con disfraz de lobo disimulan apacentar el rebaño fiel pero os faltaba ya culminar la indignidad apartando a un verdadero y excelente monje benedictino de la Abadía donde desarrollaba una ingente tarea de evangelización. Lo dicho, vergüenza y repudio total..
«Fray Santiago Cantera no era un político. No era un estratega. Era, ante todo, un monje: un hombre de oración, de estudio, de fidelidad silenciosa».
Si esto es cierto, entonces que actúe como tal.
Que se comporte como lo que dice ser y deje de lado los juegos y los politiqueos que este medio —y la ACdP— celebran con entusiasmo.
Ambos resultan inquietantes, casi macabros, al tener como referencia y guía a la familia de “La Cigoña”.
Enhorabuena Eva, pocas mujeres quedan como tú con la fe y las ideas tan claras. Viva Cristo Rey.