Cipriani y Prevost: las dos varas de medir y la destrucción del derecho en la Iglesia

Por Miles clericorumEl cardenal Cipriani y el cardenal PrevostEl cardenal Cipriani y el cardenal Prevost
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Un sistema de derecho es fundamental para el crecimiento y la paz de una sociedad. Este ofrece serenidad y seguridad en la gestión personal y grupal.

En el caso de la Iglesia, esta asegura a los fieles que los bienes de salvación (Cfr. canon 1752) son una realidad que puede ser alcanzada con los medios que ella misma ofrece: doctrina y sacramentos. El derecho penal canónico, por otra parte, es el medio de corregir abusos y llamar a la conversión a los que han delinquido para el bien de todos y de ellos mismos. La Iglesia ha tenido predilección por los juicios ordinarios en los que se observan todas garantías procesales y las excepciones propias de un sistema civilizado, tal como ha sido siempre la pretensión cristiana.

Situación actual

Lamentablemente en la actualidad –y en mayor dimensión en este pontificado– la norma de derecho ha tenido muy poco aprecio. La mayoría inmensa de los casos en los que se implica a clérigos han sido reducidos a meros procesos administrativos penales. El proceso ordinario, paradójicamente, está en práctico desuso. Sólo esta realidad debería causar alarma para cuestionar si el derecho canónico realmente ofrece las garantías propias de un sistema civilizado y acorde con los derechos humanos, a los cuales la Santa Sede tantas veces alude, sin ser siquiera signataria de ningún acuerdo internacional sobre los mismos. Es decir, exige lo que parece no cumplir. Muchas veces sus dictámenes parecen proteger un régimen, una ideología, o simples posturas personalistas en lugar del imperio de un sistema que antaño la Iglesia podía exhibir con orgullo.

Los casos de los cardenales que se nombran en el título son muy ilustrativos y, en mayor o menor grado, son emblemáticos de lo que ocurre con otros casos de personas no tan ilustres y visibles.

Caso del Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne:

La noticia de un potencial abuso saltó al conocimiento público luego que el Cardenal recibiera una condecoración en el municipio de Lima a cargo del actual alcalde. Cipriani había dejado de ser arzobispo de Lima en 2019. La acusación contra él parece que había predatado la aceptación de la renuncia al oficio arzobispal. Según se ha podido saber, la sanción impuesta por el papa consistía en vivir en Roma y no hacer uso de las insignias cardenalicias: pero al mismo tiempo se desempeñaba como miembro de algunos dicasterios romanos hasta cumplir los 80 años; edad que lo inhabilita para ser cardenal elector y marca, como consecuencia, su retiro de todos los encargos que hasta entonces había tenido.

El escándalo se atizó en el contexto de un clima de desplome del prestigio del actual arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio. Su apoyo a una obra de teatro vulgar y blasfema contra la Santísima Virgen no podía ser remediada sino con un escándalo mayor. Entonces se soltó la noticia y fueron todos los obispos del Perú, incluido el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Carlos García Camader, a quien el mismo Cipriani había sacado, décadas atrás, del ostracismo que su mala conducta mientras era formador en el Seminario Santo Toribio de Lima le había merecido por parte del entonces cardenal Augusto Vargas Alzamora. Para García Camader la historia no contaba, cuenta el poder.

Toda la maquinaria eclesial se movilizó. Uno quería ser más que otro en la censura y ataques a Cipriani. De la noche a la mañana se convirtió, o lo convirtieron, en blanco de todos los vituperios y objetivo de todas las censuras de la iglesia oficial. Pero faltaba algo muy esencial: un proceso canónico. Y esa responsabilidad está nada más y nada menos que en su superior jerárquico: el papa. Pero lamentablemente para este caso y felizmente para otros, los dictámenes del sumo pontífice son inapelables. Con o sin proceso. Esta es la situación a la que nos ha llevado las intervenciones del papa en la micro-administración de la Iglesia. Su autoridad no se reserva para los grandes temas que afectan a la cristiandad sino a las más minúsculas, y a veces muy triviales, situaciones donde se desgasta la majestuosa autoridad ganada otrora por diversos pontífices.

Lo más reciente es el nuevo comunicado de la Conferencia Episcopal Peruana el día 7 de los corrientes. Este comunicado no tiene desperdicio. Es una antología del disparate y del despropósito; pero también es una pieza de vergonzosa adulación, dos veces repite la edulcorada frase: “exquisita caridad pastoral” refiriéndose a Bergoglio. El resto del comunicado son frases manidas y recursos pedestres. Para remate cita a Matteo Bruni, como si fuera quien dicta a una sentencia judicial; pero no para aclarar nada, sino para confundir más. Lo que no logra ver el obispo García Camader es que ni él ni su conferencia de marras tienen atribuciones para aparecer como jueces, ejecutores de sentencias, coadyuvantes de procesos, formuladores de doctrina, ni nada parecido. Determinar si Cipriani es culpable o no es tarea suya. No le incumbe. Pero a los obispos peruanos, para su desgracia, les encanta estar en el candelero, les competa o no. Les causa un placer enorme que los vean, aunque sea para su vergüenza; pero no puede dejar pasar una ocasión sin estar callados venga o no a cuento.

El caso del cardenal Robert F. Prevost:

Empieza en 2022, cuando aún era ordinario de la diócesis de Chiclayo. Entonces se le presentaron hasta tres casos de sendos sacerdotes abusadores de menores, a saber: Eleuterio Vásquez, Ricardo Yesquén, los cuales han sido más aireados; pero también está el del sacerdote José Burga. De ninguno hizo ninguna investigación previa. Todo lo contrario, consta que no la hizo. No obstante, ahora mismo en la diócesis de Chiclayo, funge como abogado de los acusados un sacerdote incardinado en Chiclayo mismo, de apellido Tocto. Por lo que se sabe, dentro de unos días le serán intimados los cargos a los acusados; pero lo que también se sabe es que todos los canonistas que actúan tienen el propósito –motu proprio o por sugerencia de alguien–, de depurar expedientes de tal modo que su eminencia reverendísima quede totalmente exonerado de su negligencia.

Cuando la noticia salió al publico fue debido a que la Conferencia Episcopal Peruana, entonces presidida por el obispo Miguel Cabrejos y vicepresidida por el ya mencionado Carlos García Camader, decidió perseguir y acallar al entonces abogado de las víctimas. Semanas antes el Cardenal Prevost coincidentemente había estado en el Perú para celebrar los cincuenta años de la diócesis de Chulucanas y se detuvo por un tiempo en la diócesis de Chiclayo. Obviamente, no vamos a pensar mal y suponer que haya interferido para nada en los expedientes. A los pocos días de su partida a Roma, tuvo lugar la asamblea de la Conferencia Episcopal Peruano y esta, con la aprobación de “todos los obispos” declaraba, también coincidentemente, que el abogado no podía patrocinar ninguna causa. Más tarde, un dicasterio citaba a la CEP para excluirlo de otra causa también de abuso laboral. Todo se reduce a meras coincidencias.

También para ello colaboraron muy comedidamente los obispos de Cajamarca y Chota. Se trataba de cuidar el “bien de la Iglesia” y no se podía permitir que se defienda a las víctimas y se comprometa a un colaborador clave del presente pontificado. La maquinaria eclesial se puso en marcha y a base de torpes comunicados de la diócesis de Chiclayo, impedimentos para la defensa, ataques a las mismas víctimas, se logró que esto se aplazara. El portavoz oficioso del papa en Lima había comentado que se había dado la orden “desde arriba” de blindar a Prevost y se encargó en mandar recados para que el abogado renunciara a la condición clerical. Pero esto no agota ni mucho menos el modus operandi del eminentísimo Prevost. Es conocido tanto en la orden agustina cómo en la diócesis de Chiclayo su modo intimidante de proceder. Por lo menos hay dos frailes perseguidos por él, pues sigue teniendo manos largas en su orden. En Chiclayo, la emprendió gratuitamente contra quien fuera párroco de la catedral y otro que fue rector del seminario menor. Mientras su eminencia estuvo en Chiclayo tuvieron que buscar refugio en otro lado. Pero sus persecuciones se trasladaban a cualquier diócesis o país. Su carácter vengativo le impide el sosiego. No haber sido servil y genuflexo es para él una declaración de guerra. Debe destruir a quien no se humilla ante la majestad de su ostentosa sencillez sazonada con sinodalidad, claro está. Lo contrario ocurre con quien es obsequiosamente adulador para con él. No hay crimen que no se pueda condonar o quizá encubrir. Se usará la misma maquinaria, pero al revés. No quepa duda. Todo lo tiene a sus órdenes: dicasterios, conferencias episcopales, obispos nuevos, especialmente los promovidos por él. Todo sirve.

Felizmente hay personas que no se han dejado embaucar y que conocen lo que ocultan las protecciones y mantos de poder.

Conclusión

En el estado actual de la Iglesia el derecho es lo que menos sirve. Sirve ser servil al poder. No existe el principio de la presunción de inocencia hasta la sentencia final; por supuesto hemos visto en varios casos de resonancia internacional que ya no vale la excepción de cosa juzgada-depende para quién-. Ha desaparecido el derecho a la defensa especialmente para algunos. Si alguien va a querellarse con el obispo o superior por un abuso, el mismo obispo o superior debe aprobar al abogado. ¿No es esto ridículo? Hay otros casos en donde se aplica la ley penal ¡retroactivamente! En muchas ocasiones se niega al abogado y más frecuentemente al procesado que vea algunas partes de las actas de la acusación. Muchas veces el procesado no sabe quién ni de qué se le acusa y así se llega al decreto final, que no sentencia. Los decretos ni se refieren al mérito de la causa, y mucho menos al razonamiento jurídico para la decisión.

Entonces ¿qué pueden esperar?

Al cardenal Cipriani no se le juzga ni se le juzgará por varios motivos: si hubo delito ha prescrito, también según el derecho canónico. Es mejor para el sistema tenerlo como culpable sin que se pueda defender en un juicio, porque así se anula mejor a un prelado que no parece muy sinodal, pertenece al Opus Dei, esa prelatura en el blanco de tiro del presente pontificado, a la cual hay que demoler. En un juicio ordinario con todas las garantías procesales es posible que hasta salga absuelto y tendríamos a una fiera de vuelta en la arena. Es mejor eliminarlo por medio de sicarios y sin ningún pronunciamiento oficial. Que el trabajo sucio lo haga un tipo irrelevante como el presidente de una conferencia episcopal deficiente como la del tercermundista Perú.

Al cardenal Prevost tampoco se le investiga ni juzga. ¿Cómo descalificar a quien nombra a los obispos del mundo entero? ¿Cómo quedaría este pontificado en sus estertores? Mientras viva el actual papa y sus colaboradores puede estar tranquilo el eminentísimo señor cardenal. Puede mandar corregir los expedientes: tiene a Sánchez, Tocto y el mismo obispo Edinson Farfán para hacerle el trabajo que necesite, la conferencia episcopal para cubrirle las espaldas en Perú, los demás obispos que le deben el puesto y no se arriesgarán a un llamado mínimo de atención y así aseguran un poquito de poder por un tiempecito más. Además, su eminencia es sinodal donde los haya, ya ha declarado que tiene los elementos para una “auténtica renovación de la Iglesia”, o quizá para una nueva iglesia. Es pieza indispensable…por ahora. Tan indispensable que hace muy poco el “pontífice reinante” lo ha premiado. Lo ha elevado desde cardenal diácono hasta el mayor estatus en el colegio cardenalicio. Ahora, sin pasar por cardenal presbítero, ha pasado a ser cardenal obispo. El único menor de 80 años. Toda una distinción.

En conclusión, el derecho no existe en la iglesia de Bergoglio. Hay dos códigos de derecho canónico, también está Vos estis, entre otras piezas legislativas; pero eso está para los otros y para asegurar el poder de los ya por sí poderosos. El insignificante no tiene derechos. Y que no espere justicia. La Iglesia es jerárquica entonces; pero para la galería es sinodal. Hoy la constitución chavista de Venezuela tiene tantas garantías como el derecho canónico. El narcochavismo ha creado un sistema de derecho muy parecido al del actual pontificado. ¿Qué deben hacer los interlocutores tanto nacionales como internacionales? Por lo menos saber con quienes tratan. Las garantías y privilegios que la Iglesia había logrado en foros internacionales y las excepciones que había ganado en las legislaciones nacionales, hoy también son usadas para perseguir a quienes los obispos, como los de la CEP determinan que no contribuyen al “bien de la Iglesia”; es decir, al sometimiento de su poder. Los individuos y grupos eclesiales no pueden estar serenos y seguros de poder alcanzar los bienes de la salvación en este clima de inseguridad jurídica. Hoy es importante la sinodalidad, la ecología, las ideologías de varios tipos, la reducción partidista, que no política, del mensaje evangélico, y un largo etc. La Iglesia ha perdido credibilidad en su sistema jurídico y mucho más en su sistema judicial; pero confiamos en la promesa de Cristo.

Miles clericorum

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Comentarios
15 comentarios en “Cipriani y Prevost: las dos varas de medir y la destrucción del derecho en la Iglesia
  1. “Las garantías propias de un sistema civilizado acorde a los DERECHOS HUMANOS”
    Sorprendente apología de un concepto masónico.
    La Iglesia nunca ha sido un civilizado sistema de derecho, siempre ha sido un sistema absolutista en el que el poder ejecutivo, legislativo y judicial han estado concentrados en una sola persona.
    Lo que ocurre es que antes no protestabais.

    1. (…) «un sistema absolutista en el que el poder ejecutivo, legislativo y judicial han estado concentrados en una sola persona…»
      Sí, pero un poder que debe esforzarse por tratar a todos con justicia, con misericordia y con equidad. El sistema absolutista que usted declara, si no esta basado en la misericordia y en la justicia, es pura exhibición cínica del poder por el poder. Y no es propia de la Iglesia de Cristo

        1. Ya que por aquí, hay muchos vendeanos, admiradores del Antiguo Régimen, les recuerdo que antes de la ominosa declaración de derechos del hombre, en Francia existían las denominadas “lettres de cachet”, por orden del rey cualquier persona podía ser encarcelada de forma indefinida.
          “Poder absoluto” o “poder ilimitado”, lo dejo a gusto del consumidor.
          Y, basta de tantas cínicas protestas, lo peor que ahora te puede pasar en la Iglesia es que te cancelen, a partir de ahí puedes seguir largando lo que te apetezca, algunos día y noche.
          Yo si que fui a clase.

          1. Más que sorprendido, me da la impresión de que usted lo que está es herido, muy herido, tanto por el artículo, como por las respuestas que ha recibido.

          2. No sabe usted, siento como si una espada hubiera atravesado mi corazón, herido, no, malherido es la palabra exacta.

  2. El Papa F es comunista. Lo primero que hacen los comunistas es destruir el derecho. Usan la injusticia como arma amenazadora. Nada da más miedo que un dirigente injusto. Ellos lo saben perfectamente, y lo usan y por eso toda la cristiandad está acogotada.

    Para los pocos valientes tienen otra solución. La cancelación inmisericorde.

  3. El Papa Dictador aplica un «no derecho¨ canónico sino una serie de despropósitos de manera que uno de los temas más urgentes que deberá hacer el siguiente Pontìfico será anular todos las barbaridades jurídicas creadas por Bergoglio y sus pan y agauados. El Obispo Schneider propuso una serie de temas que considera urgentes para que se logre eliminar las barbaridades bergoglianas. SI no me equivoco no incluye el tema jurídico. Sin justicia no puede haber caridad ni otros bienes fundamentales.

  4. ¿ Tendrán razón los sedevacantistas de que ya no existe la Jerarquía Eclesiástica sucesora de los Apóstoles y que solamente existen agentes masónicos incrustados en puestos Jerárquicos para acabar con la Iglesia o utilizarla para sus fines. ?
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    » En el momento de esta tribulación un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte. Entonces, los escándalos se multiplicarán, nuestra Orden se dividirá, y muchas otras serán destruidas por completo, porque se aceptará el error en lugar de oponerse a él. » Profesías de San Francisco de Asís (Fragmento)
    Profesía Completa en: wwwapostoladoeucaristico.blogspot

  5. Desde cuando Infovaticana permite que acusaciones tan graves que se vierten sobre un cardenal como es Prevost se hagan desde el anonimato. Si alguien es tan machote de acusar tendría que ser igual de machote de poner su nombre. Algunas afirmaciones son tan categóricas que hacen dudar de su veracidad: «Es conocido tanto en la orden agustina cómo en la diócesis de Chiclayo su modo intimidante de proceder». Le conozco hace muchos años al P. Prevost y en la vida se ha manifestado intimidante. Y esto otro: «Su carácter vengativo le impide el sosiego. No haber sido servil y genuflexo es para él una declaración de guerra. Debe destruir a quien no se humilla ante la majestad de su ostentosa sencillez sazonada con sinodalidad, claro está». Rezuma usted mucho odio. ¿Es usted acaso uno de los perseguidos por el Card. Prevost o habla por boca de ganso? Se lo debe hacer mirar porque se vislumbra en su artículo alguna dificultad no sé si psíquica o psicológica.

    1. Vale, pero lo de que no hizo nada ante las denuncias de acoso sexual ¿es cierto o no? Lo de que no ha sido juzgado ni tiene visos de que vaya a serlo, ¿es cierto o no? Lo de que es un cardenal fundamental en la gestión que el Papa Francisco hace de la Iglesia, ¿es cierto o no? Lo de que alguien con este pasado, cuando menos dudoso, es el encargado de nombrar los obispos del mundo entero ¿es cierto o no? Lo que sí sabemos es que a Prevost no le han impuesto ningún precepto penal sin haber sido juzgado; a Cipriani, sí, y la propia Conferencia Episcopal Peruana lo reconoció en su último comunicado.

      1. Pues eso es lo que habría que responder si es cierto o no. El problema es cuando primero se acusa, se tira toda la porquería posible sobre una persona y luego ya se verá. Dice usted: «Pasado, cuando menos dudoso». El que ha escrito el artículo e Infovaticana ya han conseguido su objetivo, inculcar la duda, hacer dudar sobre el prestigio de una persona. Yo no dudo de una persona porque lea un artículo que no se fundamente en una sentencia judicial sino en conjeturas. Es muy propio de estos círculos eclesiales que se auto-consideran puros y perfectos el emponzoñar porque su lema es «difama que algo queda». Sin embargo, con respecto a Prevost no hay acusación formal, solo el testimonio (si esto puede considerarse así) de una persona que escribe y una página que le da publicidad porque todo lo que vaya contra el Papa Francisco y contra sus colaboradores más directos es bienvenido en este blog.

    2. CRISTIANO, Infowc permite acusaciones graves sin más fundamento que la maledicencia de medios amigos. Realmente lo mismo que han hecho otros medios y la Conferencia Episcopal del Perú contra el Cardenal Cipriani.
      Si se quiere ser justo, efectivamente, hay que constatar que tanto Prevost como Cipriani han sido objeto de murmuraciones y acusaciones sin pruebas y sin proceso. Lo malo es que al Cardenal Cipriani, de forma injusta se le hayan impuesto unas medidas que con toda desfachatez se califican de «penales».
      Los catolicos tenemos derechoa que los pastores no sean vilipendiados sin pruebas ni proceso. Y los medios que se etiquetan de católicos lo mínimo que deberían hacer es no dar pábulo a esas acusaciones infames y sin respaldo veraz. Ni contra el Cardenal Ciprini ni contra el Cardenal Prevost.

  6. Como víctima de este sistema corrupto y deshumanizado del episcopado y las instituciones eclesiásticas, puedo atestiguar de primera mano el daño que infligen bajo la fachada de la Iglesia. El derecho canónico, en lugar de ser un instrumento de justicia y sanación, se ha convertido en una herramienta para blindar a los poderosos y silenciar a los vulnerables. Esta «moderna Inquisición» no solo niega nuestros derechos y revictimiza nuestro dolor, sino que también socava la credibilidad de la Iglesia y aleja a los fieles de su mensaje de amor y compasión. Es hora de que la Iglesia reconozca su responsabilidad y priorice la protección de las víctimas sobre la defensa de sus instituciones corruptas.

  7. Este artículo es ingenuo y torpe. ¿no saben que las víctimas ya desistieron con los 150 mil dólares que han recibido de la diócesis? Los que acusan a Mons. Prevost se quedaron sin pruebas. Pronto pagarán por eso. El P. Lute pedirá su salida voluntaria y todo este enredo quedará en el aire

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