En una época marcada por el desconcierto cultural, la fragmentación familiar, y una fe menguante entre las nuevas generaciones, el arzobispo de San Francisco, Mons. Salvatore Cordileone, ha lanzado una petición urgente a lo que él identifica como el núcleo de la crisis eclesial contemporánea: la pérdida del sentido de lo sagrado, especialmente en la liturgia.
“La liturgia es la cumbre hacia la que tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que mana toda su fuerza”, recordó el arzobispo, citando el Sacrosanctum Concilium, documento central del Concilio Vaticano II. Pero se lamenta: “¿De verdad lo creemos?”
En un certero artículo publicado por en el National Catholic Register, Cordileone traza una radiografía espiritual de nuestro tiempo. Habla de “la incapacidad de evangelizar a la próxima generación”, del “declive del matrimonio y las vocaciones”, y de “una creciente confusión moral”, pero afirma con claridad profética: “El problema subyacente es la pérdida del sentido de lo sagrado”.
A través de estas líneas, no solo lamenta, sino que propone: un regreso consciente, bello y reverente a la liturgia como el camino para sanar las heridas de la Iglesia contemporánea. “Muchos de nuestra próxima generación de católicos no se encuentran con Jesús en la Eucaristía. Si así fuera, no lo abandonarían”, advierte.
Una cumbre para la renovación
Con este espíritu, del 1 al 4 de julio, Cordileone ha convocado la Cumbre Litúrgica Fons et Culmen en el Seminario de San Patricio en Menlo Park. “No hay asunto más importante en la Iglesia, ni en el mundo, que renovar esta fuente y cumbre de la fe en Jesucristo”, afirma con convicción.
Figuras de talla mundial acompañarán este esfuerzo. Entre ellos el cardenal Robert Sarah, que ofrecerá su habitual profundidad al analizar las crisis de la Iglesia actual, y el cardenal Seán O’Malley, quien retomará la idea de Dorothy Day sobre la importancia de la belleza litúrgica para los pobres: “El Señor escucha el clamor de los pobres”, será el título de su conferencia.
También participarán el obispo Earl Fernandes, símbolo de una nueva generación episcopal comprometida con la verdad, y el abad benedictino Dom Benedict Nivakoff, quien reflexionará sobre la tradición del ayuno eucarístico: “Jesús nos instó a menudo a ayunar además de orar. ¿Por qué es tan importante el ayuno en estos tiempos de abundancia?”, se pregunta Cordileone.
Prácticas concretas, frutos reales
Más allá del diagnóstico y la cumbre, el arzobispo comparte ejemplos concretos de renovación litúrgica que ha visto florecer en su propia diócesis. En la catedral de Santa María de la Asunción, el regreso de la comunión de rodillas, gracias a la instalación de reclinatorios, ha provocado una respuesta espontánea: “Cuando se ofrece la opción, muchas personas lo hacen con naturalidad”.
También se ha introducido, con prudente catequesis, la celebración ad orientem —el sacerdote mirando en la misma dirección que el pueblo durante la Eucaristía—, sin provocar escándalo alguno. “El furor que algunos pensarían que esto causaría nunca se materializó”, señala. “De nuevo, porque se hizo con la debida catequesis y sensibilidad pastoral”.
Cordileone critica la narrativa superficial que desestima esta práctica como “el sacerdote de espaldas al pueblo”: “Simboliza la pérdida de lo sagrado porque ignora por completo dónde debe centrarse: no en el sacerdote, sino en la marcha de la Iglesia hacia el encuentro con Cristo resucitado”.
“Lo que es clásicamente católico, funciona”
La liturgia no es un tema periférico, insiste el arzobispo, sino la clave para la renovación completa de la Iglesia. “Implementar prácticas que fomenten una mayor reverencia en la Misa no tiene por qué suscitar controversia… cuando se hace con la catequesis adecuada y la sensibilidad pastoral”.
Con esperanza, Cordileone observa un signo de los tiempos: “Me alegra ver cómo tantos jóvenes se sienten atraídos por las prácticas católicas clásicas que expresan con tanta eficacia realidades trascendentes”. Y concluye con una afirmación que bien podría ser consigna para esta nueva primavera litúrgica: “Es hora de reconstruir con confianza sobre una base sólida, incluso de rodillas en reverencia ante Nuestro Señor Jesucristo”.
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Imitando a Lutero, los progres de los años 60 querían que los católicos perdieran la Fe, en la presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Por eso se hizo la reforma Litúrgica, se eliminó arrodillarse en la Consagración y la Comunión de rodillas, se autorizó la comunión en la mano, a los ministros extraordinarios, etc. Cuando se elimina la devoción y adoración, lo siguiente es perder la Fe.
Las ultimas encuestas de EEUU señalan que un 70% de católicos practicantes, ya no creen en la presencia Real de Cristo en la Eucaristía.
En la Biblia se narra que dos hijos de Aaron fueron devorados por fuego del cielo, por no realizar correctamente los ritos sagrados. ¿Qué será de tantos curas que se inventan la Liturgia o la celebran de cualquier manera ?
Tal cual, Don Fred.
Todo claramente explicado en el libro “Los frutos del Concilio Vaticano II una mirada desde la Tradición”, escrito por un catedrático experto. De venta en Amazon. Y también en inglés.
En la Biblia se narra que dos hijos de Aaron fueron devorados por fuego del cielo, por no realizar correctamente los ritos sagrados. ¿Qué será de tantos curas que se inventan la Liturgia o la celebran de cualquier manera ?