Lo que parecía ser un artículo para pedir oraciones por el Papa Francisco, ha resultado ser un alegato contra los «críticos» del pontificado de Francisco.
En un reciente artículo publicado en Exaudi, el purpurado mexicano confiesa que la salud del Papa Francisco «se ha deteriorado» y aunque no se la desea, «no se excluye el peligro de muerte, como lo han dicho sus médicos».
En ese sentido, Arizmendi señala que cuando llegue su muerte (que espera que no sea pronto) «la Iglesia continúa, pues no es obra de una persona, sino de Dios».
Acto seguido, el cardenal Felipe Arizmendi se mete en un jardín al sacar los trapos sucios en estos momentos delicados. «Desde hace tiempo, no han faltado incluso clérigos que piden a Dios que ya termine el ministerio de este Papa», dice el cardenal. Arizmendi hace un esbozo de las críticas que ha recibido el Papa durante estos años: «Unos lo han desconocido como legítimo sucesor de Pedro. Otros no están conformes con sus insistencias doctrinales y pastorales, como si se hubiera apartado de la Tradición; le critican la dimensión social de su magisterio, como si debiera reducirse a rezar y predicar un Evangelio sin incidencias para la vida y para las situaciones que vive la humanidad. No están conformes con que dé más lugar a las mujeres en puestos claves de gobierno pastoral, que insista en el amor misericordioso y liberador a los pobres, que se preocupe por el cuidado de la “casa común”, que tenga apertura a otras religiones y tradiciones religiosas, que impulse la sinodalidad eclesial, etc. Muchos de estos críticos no han aceptado tampoco la renovación promovida desde el Concilio Vaticano II».
Felipe Arizmendi subraya que «las críticas a los papas no son novedad» y hace un repaso desde Pío XII hasta Benedicto XVI con las críticas que recibieron más a menudo estos pontífices.
Para el cardenal mexicano, «estos críticos tienen una visión muy restringida y algunos no conocen la profundidad y oportunidad del magisterio de estos Papas, ni de su forma de ser y actuar». Por otro lado, confiesa que tuvo cierta desconfianza cuando en 2013 salió elegido Francisco como Papa «porque conocía unos detalles de su personalidad, un poco seco, distante y reservado, cosas que su ministerio le hicieron cambiar totalmente».