Doce años. Doce años en los que InfoVaticana ha asumido una misión ingrata, pero necesaria: la de denunciar el envilecimiento de la fe, la traición de los pastores, la sumisión cobarde de muchos al espíritu del mundo.
Doce años señalando la deriva woke, progre y anticatólica que ha contaminado tanto las instituciones civiles como las eclesiales. Doce años, en definitiva, defendiendo lo que siempre ha sido verdadero, bueno y bello, incluso cuando parecíamos gritar en el desierto.
Pero ahora, tras más de una década de resistencia, podemos decirlo: hemos ganado. La batalla de las ideas ha dado un vuelco. Aquellos que nos quisieron reducir al silencio se han convertido en los fósiles de una época moribunda. Lo progre ya no es el futuro; es un régimen agotado, un lastre ideológico que ni siquiera sus propios impulsores pueden sostener sin caer en contradicciones grotescas. Lo woke, antaño una maquinaria de hegemonía cultural, ahora es motivo de burla. Y en lo eclesial, aunque el cambio es más lento, la marea también está girando: las iglesias que se vaciaban por la mundanización de la fe están dejando paso a una nueva generación que busca autenticidad, identidad y sentido.
Ya no somos los últimos del ayer, sino los primeros del mañana. Y ese cambio de era trae consigo una transformación también para InfoVaticana. Durante años, la denuncia ha sido nuestra principal herramienta; ahora, sin dejar de desenmascarar los escándalos cuando sea necesario, nos centramos en lo que viene. Es tiempo de construir, de reconstruir. Si hasta ahora hemos sido un muro de contención contra la destrucción, ahora debemos ser los cimientos de una nueva primavera de la fe.
No se trata de una ingenua ilusión, sino de una constatación: hay hambre de verdad, de belleza y de bien. La juventud que se reencuentra con la tradición, los conversos que llegan desde los caminos más insospechados, la resistencia serena pero firme de quienes nunca se han rendido… Todo apunta a que estamos en el inicio de algo grande. Y es aquí donde InfoVaticana quiere estar: no solo testificando el desastre del progresismo, sino participando en la restauración de la cristiandad.
Seguiremos vigilantes. Pero, sobre todo, seremos constructores. Porque el mañana no es de ellos. Es nuestro.