San Jerónimo de Acela (Cazalla): arquetipo monástico de fray Lope de Olmedo

Lope de Olmedo
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LAS TRES VIDAS DE FRAY LOPE DE OLMEDO (XXII)

Pilar Abellán OV

En la bula de institución de la Orden de los Monjes Eremitas de san Jerónimo, firmada por el papa Martín V el 7 de agosto de 1424, puede leerse que fray Lope ha pedido al pontífice “que se les asignen y otorguen para tal propósito algunos lugares aptos como monasterios mediante la piadosa donación de los fieles, como, por ejemplo, un cierto eremitorio llamado Lacella (sic), en los montes del lugar de Cazalla, de la diócesis de Sevilla, formado por las casas contiguas y el resto de sus bienes, tanto muebles como inmuebles, que ha sido donado o asignado al dicho Lope para fundar o erigir un monasterio de la orden mencionada”.

Al respecto, afirma el monje Norberto Caymi en su biografía de fray Lope escrita en 1754, que, “viendo Lope que estaba ya a punto de realizar sus magníficas y santísimas ideas, comenzó a seguir las huellas del gran ermitaño San Jerónimo; con ese fervor que cualquiera puede imaginar, voló con sus compañeros a la ermita de Cazalla. Éste era un lugar no lejos de Sevilla, muy montañoso, horrendo y despoblado; y, por tanto, apto más para guarida de fieras que para morada de hombres”. Sobre las estructuras existentes, edificó Lope su nuevo eremitorio, el primer Monasterio de su nueva orden. Para sus monjes ermitaños, Lope buscó el desierto y la soledad.

Habida cuenta de que fray Lope de Olmedo consideraba estar restaurando la Orden Monástica de san Jerónimo, pretendiendo vivir según vivió el mismo Jerónimo y sus monjes en Belén, es lícito preguntarse en primer lugar por qué fray Lope eligió la sierra de Cazalla, en la diócesis de Sevilla, tan ajena a San Jerónimo, para erigir sus monasterios. Y la realidad es que se ha especulado con la posibilidad de que se debiera a que san Jerónimo mantuvo correspondencia epistolar con un matrimonio de la provincia Bética en el Imperio Romano, pero ninguna de las fuentes principales que trabajamos se plantea esta cuestión. Así pues, sin poder responder al porqué, tenemos el hecho histórico de que fray Lope eligió la Sierra de Cazalla, en la diócesis de Sevilla, para la edificación del primer eremitorio de su orden, San Jerónimo La Cella o Acela.

1.-El rastro historiográfico de san Jerónimo de Acela

A unos 80 km de la ciudad de Sevilla, en una meseta a 650 metros de altitud, se encuentra, rodeada de bosques, la localidad de Cazalla de la Sierra, enclavada en el parque natural de la Sierra Norte, asentado sobre Sierra Morena. El parque tiene una extensión de más de 170 mil hectáreas, formadas por suaves montañas, rocas, bosques de encinas y alcornoques que albergan ciervos, linces y jabalíes. Por el lugar pasaba la ruta de la Plata, abierta por los fenicios, quienes explotaron las minas del Cerro del Hierro; que fue luego utilizada por los romanos, pavimentada como vía romana. 

La web oficial de la Cartuja de Cazalla (www.lacartujadecazalla.com) da por hecho que el conjunto monástico de la Cartuja se edificó sobre la fundación de fray Lope, San Jerónimo la Cella. Y si bien es muy probable que así sea, como veremos, no ha estado siempre tan claro. 

Veamos. En la web de la Cartuja de Cazalla leemos que “el pabellón de caza construido por Fernando III a inicios del XIII fue la base sobre la que se levantó el eremitorio de los monjes de fray Lope “entre 1417 y 1420”. En la página no se cita la fuente para tal aseveración, pero no parece probable que Lope adquiriera el lugar en fecha tan temprana, cuando aún no había sido elegido General de la Orden de San Jerónimo. 1420 suena ya más probable, puesto que cabe la posibilidad de que en esa época Lope estuviera ya concibiendo su idea reformadora y buscara ubicaciones en las que establecer sus monasterios. 

Pero la fecha no es el único dato confuso, sino que lo es incluso la propia ubicación exacta del monasterio de fray Lope. Existen diversas tradiciones al respecto en el lugar, y sólo las hipótesis arqueológicas y las excavaciones permiten arrojar luz.

Por una parte, el historiador del arte Salvador Hernández González afirma en un artículo de 2016 que “la tradición local de Cazalla, al referirse a la ermita del Carmen, señala que su primitiva advocación era la de San Ginés, patrón de los viticultores. Si se tiene en cuenta la importancia que el cultivo de la vid tenía en la localidad, el culto de este santo se hacía particularmente necesario, lo que llevaría a levantar una ermita en su honor en fecha imprecisa. Esta primitiva ermita de San Ginés parece que sirvió de sede para el establecimiento de dos fundaciones conventuales. La primera, a cargo de la Orden Jerónima, promovida en 1430 por Fray Lope de Olmedo, perduró unos veinte años, al cabo de los cuales fue abandonada, aunque también se ha apuntado que el lugar elegido por los jerónimos fue el actual emplazamiento de la Cartuja”.

Esta segunda afirmación parece la correcta.

Por su parte, el profesor Miura Andrades, en un artículo de 1995 sobre fundaciones mendicantes en el reino de Sevilla en la Edad Media, menciona en el número 16 el recinto de San Jerónimo de Cazalla de la Sierra, del que dice ser “perteneciente a la Custodia (franciscana) y después Provincia de los Ángeles, realizado en 1493 por Teresa Enríquez (…), sobre una antigua fundación jerónima de la reforma de fray Lope de Olmedo”. En el texto del profesor Miura Andrades leemos la siguiente afirmación: “El convento de Padres Franciscanos Observantes se fundó por los años de 1493 en un monasterio que habían desamparado los monjes jerónimos, que se dice fue el primero que tuvo en España la Orden de San Jerónimo. En dicho convento permanecieron los religiosos franciscanos noventa y cinco años, hasta el 1588 que, habiendo labrado el que al presente tienen, se hizo la traslación del antiguo al nuevo, a quien pusieron por titular San Diego. Lo costeó el pueblo con sus limosnas y a expensas de corazones piadosos”.

Sin embargo, si bien es cierto que existe un convento franciscano en Cazalla de la Sierra, no hemos encontrado ninguna evidencia de que fuera el mismo edificio monástico de Lope. Podría ser pues una pista falsa en esta andadura quasi detectivesca que es la investigación histórica siguiendo los pasos que hace 600 años anduvo fray Lope de Olmedo. El convento de San Francisco, en primer lugar, se encuentra dentro del núcleo urbano de Cazalla de la Sierra, mientras que el eremitorio de fray Lope se edificó a las afueras, donde hoy se encuentra la Cartuja de Cazalla. En segundo lugar, las fuentes indican que este convento franciscano fue fundado en el año 1588, fecha muy tardía, en que el monasterio de fray Lope era ya desde hacía un siglo un monasterio Cartujo. 

A pesar de la confusión, parece que podemos estar seguros, gracias a los datos que arroja la investigación arqueológica, de que el emplazamiento de la fundación monástica de fray Lope fue el mismo sobre el que en cincuenta años después se erigió la célebre Cartuja de Cazalla. La arqueología ha arrojado luz al respecto.

2.-Los datos aportados por las excavaciones arqueológicas

Las fuentes documentales principales que nombran este eremitorio son la bula de institución de la Orden y en los Estatutos. Lo más interesante es poder observar cómo el ideal de vida descrito en los Estatutos se plasma físicamente en San Jerónimo de Acela, el arquetipo monástico de fray Lope de Olmedo

A partir de los estudios arqueológicos, parece que, a pesar de la cierta confusión, sí puede afirmarse que la Cartuja de Cazalla se edificó sobre el monasterio de Lope (en las coordenadas de geolocalización latitud 37.9507 y longitud -5.72443). Y a partir de la prospección y excavación arqueológica ha podido determinarse que las instalaciones iniciales erigidas por fray Lope presentaban dimensiones modestas y reducidas, pues habían de albergar a un máximo de 12 monjes. 

Veamos brevemente las principales informaciones académicas y trabajos científicos llevados a cabo en el conjunto monumental. 

Desde la regiduría de cultura del ayuntamiento de Cazalla de la Sierra tuvieron a bien enviarme en diciembre de 2021 una copia digitalizada de la Revista de Cazalla del año 1997, en la que el Doctor en Historia del Arte Salvador Hernández González había publicado el artículo titulado “Paseo histórico-artístico por la Cartuja de Cazalla”. Al describir la arquitectura del recinto, el Dr. Hernández se refería a “un tercer claustro, denominado ´de legos´, que sólo conserva – al igual que el claustro central – las bases de las columnas de las arcadas que conformaban sus galerías. Sí se conservan las celdas que lo rodean, cubiertas con bóvedas de ladrillo muy rebajadas, siendo esta parte del monasterio la más austera y con menos concesiones al ornato arquitectónico, destacando sólo la que fue la cocina”. El profesor Hernández indicaba a que “recientes estudios apuntan la posibilidad de que este claustro y las dependencias que lo rodean fuesen del monasterio de san Jerónimo fundado por fray Lope de Olmedo años antes de la llegada de los cartujos”. 

Los estudios a los que se refiere están recogidos en un informe de una actividad de urgencia realizada en el monasterio cartujo de Cazalla de la Sierra por los arqueólogos Campos Carrasco, Millán León y Fernández Caro, publicado en el volumen III del Anuario Arqueológico de Andalucía del año 1986. Se trata de una valiosísima aportación, en la que se constata que “en junio de 1986 la Comisión del Patrimonio nos encargó realizar un estudio general del monumento con el objetivo final de proceder a los trámites para su declaración como Bien de Interés Cultural. Inspeccionado el lugar y analizada la documentación existente sobre el mismo, nos planteamos una serie de objetivos básicos: estudio de toda la documentación histórica conocida; análisis artístico del edificio; estudio arqueológico del conjunto; determinación del estado de conservación de las estructuras; levantamiento de planos y establecimiento de un programa más amplio de investigación del conjunto monumental”.

Los trabajos de campo se realizaron entre el 1 y el 30 de julio de 1986, aplicando el método arqueológico que permitió obtener datos sobre cronologías, evolución del edificio, establecimiento de cotas originales, trazado de dependencias desaparecidas y otras, complementando así los análisis arquitectónico y estilístico. Se realizó un análisis exhaustivo del único plano disponible, para plantear a continuación varios sondeos enfocados a obtener cotas originales y dataciones, así como el uso de determinadas dependencias. 

Es extremadamente interesante el análisis planimétrico. Los arqueólogos afirman que “de un primer análisis del plano existente observamos una diferencia clara entre la zona sur y norte del conjunto. En el sector sur parecían encontrarse elementos suficientes para por sí solos conformar un recinto monacal, y que podría tratarse de las construcciones ya existentes que las fuentes confirman fueron compradas por la orden de la Cartuja. Esta existencia de una parte precedente a la construcción de la gran Cartuja pareció tomar cuerpo al realizar un barrido de cotas en el que resultó que la zona Sur queda como término medio 0´5 m más baja que la norte”. Los 18 sondeos que se practicaron durante la intervención tuvieron como objetivo corroborar la hipótesis de la existencia de un núcleo inicial que posteriormente evolucionaría al conjunto actual”. La hipótesis es que ese núcleo inicial anterior a la Cartuja era la fundación jerónima.

El sondeo corroboró que, con el desarrollo constructivo de la Cartuja, la antigua iglesia jerónima fue utilizada como cocina y se edificó un nuevo templo. El informe indica que “se replanteó al pie de lo que debería corresponder al presbiterio, y se realizó con la intención de encontrar alguna cripta que demostrara este supuesto. El resultado fue la aparición de cuatro peldaños que accedían a una estancia abovedada cuya cubierta había sido destruida y colmatada”.

Las conclusiones del informe destacan que “de un primer análisis del monumento y del plano antiguo existente parecía quedar configurada la existencia de un núcleo antiguo al sur del conjunto que posteriormente fue ampliado hacia el norte y el este. Esta hipótesis tomó más cuerpo tras el barrido de cota que diferenciaba claramente ambas partes, supuesto que los sondeos confirmaron. De otro lado, el análisis de las fuentes deja claro cómo la Orden Cartuja compró el lugar con una edificación existente. Todo parece indicar que esta edificación se trataría de la fundación de Jerónimos observantes de fray Lope de Olmedo que las fuentes sitúan en unos montes cercanos al núcleo de Cazalla y cuya ubicación nunca ha sido localizada. Nos parece extraño que una edificación de estas características no haya dejado vestigio alguno, por lo que la identificación antes establecida nos parece más que probable. Más problemático en cambio es identificar las supuestas estructuras precedentes a la fundación jerónima con el pabellón de caza de Pedro I el Cruel que la tradición sitúa en el lugar.

Abrimos un breve paréntesis para explicar que en la divulgación sobre la Cartuja de Cazalla, se dio por hecho que el monasterio jerónimo que precedió a la Cartuja se edificó sobre el pabellón de caza de Pedro I el Cruel que menciona el informe arqueológico de 1986. Puede leerse en medios generalistas como ABC, El Mundo, El Diario de Sevilla y otros, que buscan potenciar el conocimiento del lugar para promover las visitas al mismo, que “el lugar fue después visitado por los árabes durante su conquista de Castilla: aproximadamente entre mediados del siglo VIII y hasta el año 1200, los musulmanes construyeron en este lugar el recinto denominado El Castillejo, dotado de una mezquita, un molino de aceite y un molino de harina del que todavía quedan algunos restos. Era un enclave idóneo porque existe en él el elemento fundamental que es un manantial de agua dulce. Fernando III (1201 – 1252) reconquisto la zona desde Constantina y recuperó el edificio, haciendo de él un pabellón de caza. Cuenta la tradición que, cuando los musulmanes abandonaron el lugar, Pedro I el Cruel, rey de Castilla y León (1334 – 1369), se hospedaba en El Castillejo cuando se dirigía a la zona a cazar osos”.

Siguiendo con el informe arqueológico de 1986, los científicos identifican la distribución de la primera fundación monacal, con algunas lagunas, parece configurarse en el referido núcleo:

  1. Claustro.
  2. Iglesia.
  3. Sacristía.
  4. Profundis.
  5. Celdas. La planta alta podría interpretarse como dormitorios comunes o biblioteca.
  6. Refectorio.
  7. Cocinas y almacenes. En planta alta pudieron ubicarse una celda prioral que tenía acceso a la azotea situada encima del refectorio.
  8. Sala capitular.
  9. Letrina.

En todas las piezas definidas se detectan con más o menos claridad las huellas de su función: así, la sala capitular aparece dividida en dos estancias con bóvedas distintas, en la letrina se conserva el bajante a una atarjea detectada en el corte, etc.

Quizás lo más problemático de todo era la identificación de la cocina habilitada en el siglo XVIII para la Cartuja con la iglesia primitiva, sobre todo en lo brutal del cambio de uso. No obstante, hay que tener en cuenta varias circunstancias:

  • La estructura, tamaño y ubicación responde perfectamente a la de una iglesia.
  • En algún lugar hubo necesariamente de existir una iglesia que tuvo que ser utilizada por los cartujos hasta la terminación de la suya en el siglo XVIII.
  • La certeza de que la cocina se documenta en las fuentes que fue construida en el siglo XVIII después de haberse terminado la nueva iglesia, y utilizando para ello algo existente.
  • Nos parece que los datos obtenidos en el corte núm 3, donde apareció una cripta, deja claramente corroborada tal hipótesis.

Tras el asentamiento de la orden cartuja a fines del siglo XV debió comenzar un vasto plan de construcciones conforme a la regla de san Bruno y que no concluyó hasta el siglo XVIII. El antiguo núcleo jerónimo habría sido demolido en parte y reutilizado en su mayoría, con algunas reformas entre los siglos XVI y XVIII.

En el estudio se menciona que lo publicado es tan sólo un resumen, y que “los resultados totales del trabajo fueron recogidos en un amplio informe entregado en la CPPHA”. En estos momentos intento localizar el informe para poder extraer más información sobre la fundación jerónima. 

3.-El destino de san Jerónimo de Acela

El monasterio jerónimo de la orden de fray Lope, San Jerónimo de Acela, tuvo una vida muy breve: las fuentes coinciden en señalar que no sobrevivió más de dos décadas. Los monjes jerónimos abandonaron el edificio y éste fue adquirido en 1476 por la orden Cartuja, que vivió hasta la desamortización de Mendizábal, en 1836. Durante esos 400 años, los cartujos fueron ampliando el conjunto monumental, y entre lo que lo ha hecho conocido popularmente destaca la elaboración del aguardiente anisado de Cazalla. 

Como dijimos en la anterior entrega, Lope se marchó de San Jerónimo de Acela en la Sierra de Cazalla a inicios de 1425 para dirigirse a Roma, llamado por el Papa. No parece, en base a la documentación, que retornara a este eremitorio.

Con respecto al conjunto cartujo, desde la desamortización de 1836 y hasta finales de los años 1970, el conjunto padeció el más absoluto abandono. El lugar cayó en desuso y la gente de la localidad de Cazalla de la Sierra lo utilizó durante décadas como granja para el ganado, sirviendo el templo como bodega para almacenar el vino. Las instalaciones fueron quedando convertidas en ruinas, hasta que en 1973 el monasterio fue comprado por el inglés Alexander Harrington, quien posteriormente lo vendió a Carmen Ladrón de Guevara, quien inició un proceso de restauración que fue premiado. Los propietarios actuales, La Cartuja de Cazalla S.L., compraron el monumento en 1995 y han continuado la rehabilitación general, dedicándose a la celebración de eventos. Puede verse el lugar en www.lacartujadecazalla.com. Al tiempo que me apena profundamente que se utilice un edificio católico, aunque esté desacralizado, para actividades de yoga y “bodas” entre personas del mismo sexo, encuentro laudable el esfuerzo económico y de mantenimiento y recuperación de espacios que supone el hecho de estar en manos privadas. Habiéndolo visitado en marzo de 2022 gracias a la amabilidad de la propietaria, conduciendo entre bellos paisajes en la Sierra de Cazalla, recomiendo la visita a este edificio monástico de seis siglos de historia.

A destacar el hecho de que las habitaciones de la actual hospedería, donde se puede pernoctar, fueron las celdas de los legos jerónimos del siglo XV.

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