Las bodas católicas en España: ¿fin de una tradición o despertar de la autenticidad?

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La imagen lo dice todo. Si antes las iglesias se llenaban de novias veladas y ramos blancos, hoy parece que el altar ha perdido protagonismo. Desde 2007 hasta 2019, se celebraron 2,2 millones de matrimonios, y la gráfica muestra un cambio abrumador: la línea de las bodas civiles asciende con fuerza, mientras la de las bodas católicas cae en picado. ¿Por qué?

Hace un par de décadas, el matrimonio por la Iglesia era casi automático. Para muchos, casarse en la parroquia del barrio era lo más «normal», no tanto por fe, sino porque “así se ha hecho siempre”. Había un componente cultural, social y estético que lo hacía casi irrenunciable. Pero la tendencia cambió, y quizá, en el fondo, eso no es tan malo como parece.

Más que números, un cambio de paradigma

Esta caída vertiginosa de las bodas católicas podría considerarse una derrota para la Iglesia, pero también puede interpretarse como un triunfo de la verdad sobre la apariencia. Hoy, quien se casa por la Iglesia lo hace, en su mayoría, porque cree y vive su fe, no porque “quede bonito” o por el álbum de fotos. El fin de las bodas «por inercia» abre la puerta a matrimonios sacramentales auténticos.

Sin embargo, esta gráfica también es un toque de atención. La Iglesia debe preguntarse: ¿por qué tantos jóvenes han dejado de confiar en el matrimonio cristiano? ¿Por qué ya no ven necesario el sacramento como el pilar de su vida familiar? Quizá el problema no esté solo en la secularización de la sociedad, sino en la falta de acompañamiento real en la vida cotidiana. Menos discursos, más ejemplo. Menos trámites burocráticos y más apertura a la realidad de los novios.

¿Una nueva oportunidad?

El auge de las bodas civiles puede parecer la consagración de la laicidad, pero también refleja el deseo de las parejas de controlar cada detalle de su celebración. En un contexto donde lo simbólico importa, ¿por qué no redescubrir el significado profundo del matrimonio sacramental? No se trata de competir con banquetes modernos o de ofrecer «servicios más atractivos», sino de presentar el matrimonio como una historia de amor respaldada por algo eterno.

El matrimonio católico tiene una fuerza única: es un sacramento, un sí que no se apoya solo en la voluntad humana, sino en la gracia divina. Hoy, quienes se casan por la Iglesia lo hacen porque creen de verdad en esa promesa.

No basta con lamentar la caída en las cifras. La Iglesia debe redescubrir su papel en la preparación de los matrimonios, volviendo al centro: Cristo. Porque al final, si quienes se casan por la Iglesia lo hacen desde la fe y no por tradición vacía, habrá menos bodas, pero mejores familias.

Así que sí, quizá se casan menos, pero lo hacen mejor. Y tal vez eso sea lo que más necesitamos.

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Comentarios
13 comentarios en “Las bodas católicas en España: ¿fin de una tradición o despertar de la autenticidad?
  1. Haber extirpado la fe entre la gente que fue evangelizada con grandísimos sacrificios por los que nos precedieron, y seguir todavía con más ahínco, es difícil que tenga que ver con «autenticidad».

  2. Esta explosion de bodas y vocaciones se debe a la cadena consecutiva de papas postconciliares excepcionalmente santos como nunca antes, y asi también fueron creando sus obispos y cardenales santos, no hay mas que verlo.

    1. UN APLAUSO A LA IGLESIA CONCILIAR POR SU ÉXITO ARROLLADOR EN LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA TRADICIONAL, QUE VA A UN RITMO ALUCINANTE DE APOSTASÍA, BRAVO CAMPEONES. SOLO SOIS BUENOS DE CHUPÓPTEROS……..MUTATIS MUTANDIS…..

      1. En el Archivo de RTVE están reponiendo la serie de 1970 «Bajo el mismo techo», sobre una familia de buenas personas de la época. Pero he notado desesperanza existencial, hastío y hasta escepticismos cínicos-marxistoides. Al principio he pensado que la serie intentaba ser realista, pero cuando he constatado que el guión lo firmó José Luis Martín Vigil he caído en la cuenta de lo pronto que tuvieron vía libre para inficionarnos en masa…

  3. Pero la tendencia cambió, y quizá, en el fondo, eso no es tan malo como parece.

    Es verdad, no es tan malo, es pésimo. No encuentro nada de bueno en que personas convivan sin estar casadas. Eso se llama «fornicación», y como nos dice el apóstol San Pablo en 1 Cor 6:9-10, los fornicarios no heredarán el Reino de los Cielos. ¿Pues entonces que se puede encontrar de bueno en que tanta gente se esté condenando o en camino de condenación? Veo personas que se dirigen hacía el precipicio y no, no me parece tan malo; si, muy cristiano de mi parte. Vaya disparate y menudo amor al prójimo.

    1. Muchos se acuerdan la profecía de Ratzinger, de una Iglesia mínima, irrelevante, pero más espiritual y que se encontraría a si misma
      Estos modernistas nos profetizaban lo que urdieron desde el CV2 y han tenido un éxito impensable hace pocas décadas. Profetas o urdidores, mangantes modernistas.

  4. Se casan menos, pero no mejor. Esto es como alegrarse de que ahora vamos mucha menos gente a Misa porque vamos «los de verdad».

    Quien no se consuela es porque no quiere.

  5. Hace años alguien me contaba -no recuerdo quien, solo el comentario- que en Roma estaban asombrados de los niveles de secularización a los que había llegado la «antaño» católica España. En mi humilde opinión, en nuestro país estaba implantado desde hacía siglos un catolicismo cultural, pero no auténtico. Nos casábamos por la Iglesia, al igual que tomábamos la comunión porque había que hacerlo. Por eso en cuanto los vientos de los tiempos cambiaron -muerte de Franco, Concilio Vaticano II, Transición…- se destapó todo tan rápido y pudimos ver que ni los españoles éramos tan católicos ni era verdad lo que se decía de nosotros. Por eso, es mejor una Iglesia pequeña pero auténtica que salga a salar este mundo.

    1. Será su opinión, pero está basada en nada. ¡Pues anda que no han hecho falta años y años de ingeniería social para tratar de desarraigar ese catolicismo que según usted era de pega! Se podían haber ahorrado tanto tiempo y esfuerzo, ¿no?

  6. Antes se llamaba amancebamiento, ahora se llama pareja de hecho, matrimonio civil, pareja irregular,…; al hecho de convivir juntos sin estar casados por la Iglesia.

    Es mejor, que haya bodas por la Iglesia, y que vaya gente a la misa dominical porque donde hay cantidad, sale la calidad y de ahí la excelencia.

  7. En mi humilde opinión, algunos obispos se están equivocando de plano con la rigidez en el temita de los cursos de preparación al matrimonio. Para otros temas, que ya conocemos, ponen el lado ancho del embudo.
    Conozco un caso sangrante de una pareja que no podía casarse porque trabajaban ambos de camareros, a veces 14 horas diarias, librando un día a la semana, y en ocasiones ni eso, y por narices tenían que asistir al cursillo (hablamos de cerca de 30 horas de cursillo) en las fechas que establecía el obispado. Llegaron a pensar en casarse por lo civil y punto.
    A dos antiguos legionarios de María que se fueron apartando de la Iglesia y vivían amancebados desde hacía años, a base de paciencia y predicación, consiguió mi santo confesor, que en paz descanse, que quisieran casarse por la iglesia. Al final mandaron a la m***** al obispado y a la madre que parió a los cursos de preparación.
    Ahí siguen, amancebados.

  8. Autenticidad… ha perdido puntos Gurpegui. Menudo soplagaitada el mantra de la autenticidad. Los hakuneros se casan por la Iglesia y a la virginidad no llega ni el apuntador. La media de hijos en los matrimonios por la Iglesia, mínimo en 5-6 hijos, ¿no? El indicativo verdadero son las familias numerosas. En 2018, en España, las familias numerosas de 6 eran 3.500 (a saber cuántas musulmanas. De 7 hijos, 1.100. De 8 hijos, 484. De 9 hijos, 195. De 10 o más hijos, 166. Hace ya seis años de estos datos. Muchas habrán dejado de ser familias numerosas por ser los hijos adultos. La mayoría son de matrimonios nacidos en los 70. No hay más preguntas señoría. Vivir en la farsa o en la autosugestión y pretender importar la farsa no está bien. Repetir esta idea es como la farsa que dicen algunos de que “mejor 3 hijos y educarles bien que no 10 y no poder educarles”.

  9. Recientemente el Papa bautizó en El Vaticano a hijos de empleados que trabajan allí, y dejó una frase buena para sus empleados:

    «El Papa Francisco apoya a las familias numerosas y les ofrece ayuda económica».

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