En la audiencia de este miércoles, el Papa continuó su catequesis sobre el tema «Los más amados por el Padre», centrada en los niños y sus derechos.
Reflexionando sobre el Evangelio de Mateo (Mt 18,1-3.6), el Papa destacó la importancia de proteger y amar a los niños, quienes son especialmente vulnerables a la explotación, el abuso y las injusticias. Subrayó que millones de menores en el mundo son víctimas de trabajos peligrosos, trata, prostitución y otros actos atroces, calificándolos como crímenes graves y una violación de los mandamientos de Dios. Invitó a todos a despertar la conciencia colectiva y construir sinergias para ofrecer a los niños oportunidades seguras y dignas.
El Pontífice instó a combatir la explotación infantil mediante acciones concretas, como la toma de decisiones responsables al consumir productos libres de trabajo infantil, y alentó a las instituciones, empresas y periodistas a contribuir en esta lucha. Recordó la importancia de atender el sufrimiento de los más pequeños y de no ser cómplices de estas injusticias.
Citó las palabras de Jesús sobre cuidar a los más vulnerables y resaltó el ejemplo de Santa Teresa de Calcuta como modelo de amor y cuidado hacia los niños desfavorecidos. Concluyó la audiencia con un llamado a construir un futuro mejor para toda la sociedad, recordando que la felicidad de los más débiles es esencial para la paz de todos.
Les ofrecemos la catequesis completa pronunciada por el Papa Francisco:
Catequesis – Los más amados por el Padre. 2 –
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la audiencia precedente hablamos de los niños, y hoy también vamos a hablar de los niños. La semana pasada nos detuvimos en cómo, en su misión, Jesús habló repetidamente de la importancia de proteger, acoger y amar a los más pequeños.
Sin embargo, aún hoy, en el mundo, cientos de millones de menores se ven obligados a trabajar, a pesar de no tener la edad mínima para someterse a las obligaciones de la edad adulta, y muchos de ellos están expuestos a trabajos especialmente peligrosos. Por no hablar de los niños y niñas que son esclavos de la trata para la prostitución o la pornografía, y de los matrimonios forzados. Y esto es algo amargo. En nuestras sociedades, lamentablemente, los niños sufren numerosas formas de abusos y malos tratos. El maltrato infantil, sea cual sea su naturaleza, es un acto despreciable, es un acto atroz. ¡No es simplemente una lacra de la sociedad, no, es un crimen! Es una gravísima violación de los mandamientos de Dios. Ningún niño debería sufrir abusos. Un solo caso ya es demasiado. Es necesario, por tanto, despertar nuestras conciencias, practicar la cercanía y la solidaridad concreta con los niños y jóvenes abusados y, al mismo tiempo, crear confianza y sinergias entre quienes se comprometen a ofrecerles oportunidades y lugares seguros en los que crecer serenos. Conozco un país de América Latina donde crece una fruta especial, muy especial, llamada arándano. Para cosechar el arándano se necesitan manos tiernas, y obligan a los niños a hacerlo, los esclavizan desde pequeños para que hagan la recolección.
Las pobrezas difusas, la escasez de herramientas sociales de apoyo a las familias, la marginalidad que ha aumentado en los últimos años junto con el desempleo y la precariedad laboral son factores que cargan sobre los más pequeños el precio más alto a pagar. En las metrópolis, donde «muerden» la disparidad social y la degradación moral, hay niños empleados en el tráfico de drogas y en las más diversas actividades ilícitas. ¡Cuántos de estos niños hemos visto caer como víctimas sacrificiales! A veces, trágicamente, son inducidos a convertirse en «verdugos» de otros compañeros de su misma edad, además a dañarse a sí mismos, su dignidad y su humanidad. Y, sin embargo, cuando en la calle, en el barrio de la parroquia, estas vidas perdidas se ofrecen a nuestra mirada, a menudo volvemos la cabeza hacia otro lado.
Hay un caso en mi país: un niño llamado Loan fue secuestrado y se desconoce su paradero. Y una de las hipótesis es que lo enviaron para extraerle órganos, para hacer trasplantes. Y esto se hace. Ustedes ya lo saben. ¡Esto se hace! Algunos vuelven con una cicatriz, otros mueren. Por eso me gustaría recordar hoy a este pequeño, Loan.
Nos cuesta reconocer la injusticia social que lleva a dos niños, que quizá viven en el mismo barrio o bloque de apartamentos, a tomar caminos y destinos diametralmente opuestos porque uno de ellos nació en una familia desfavorecida. Una fractura humana y social inaceptable: entre los que pueden soñar y los que deben sucumbir. Pero Jesús nos quiere a todos libres y felices; y si ama a cada hombre y a cada mujer como a su hijo y a su hija, ama a los más pequeños con toda la ternura de su corazón. Por eso nos pide que nos detengamos a escuchar el sufrimiento de los que no tienen voz, de los que no tienen educación. Luchar contra la explotación, especialmente la infantil, es la manera principal de construir un futuro mejor para toda la sociedad. Algunos países han tenido la sabiduría de escribir los derechos de los niños. Los niños tienen derechos. Busquen ustedes mismos en Internet cuáles son los derechos del niño.
Entonces podremos preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo? En primer lugar, deberíamos reconocer que, si queremos erradicar el trabajo infantil, no podemos ser sus cómplices. ¿Y cuándo lo somos? Por ejemplo, cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil. ¿Cómo puedo comer y vestirme sabiendo que detrás de esa comida o de esa ropa hay niños explotados, que trabajan en vez de ir a la escuela? Tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices. Ver de dónde proceden esos productos. Algunos dirán que, como individuos, no podemos hacer mucho. Es cierto, pero cada uno puede ser una gota que, unida a muchas otras gotas, puede convertirse en un mar. Sin embargo, también hay que recordar a las instituciones, incluidas las eclesiásticas, y a las empresas su responsabilidad: pueden marcar la diferencia dirigiendo sus inversiones a empresas que no utilicen ni permitan el trabajo infantil. Muchos Estados y organizaciones internacionales ya han promulgado leyes y directivas contra el trabajo infantil, pero se puede hacer más. También insto a los periodistas – aquí hay algunos periodistas – a que cumplan con su parte: pueden contribuir a concienciar sobre el problema y ayudar a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien estas cosas.
Y doy las gracias a todos aquellos que no miran hacia otro lado cuando ven a niños obligados a convertirse en adultos demasiado pronto. Recordemos siempre las palabras de Jesús: «Todo lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).
Santa Teresa de Calcuta, alegre trabajadora en la viña del Señor, fue madre de los niños más desfavorecidos y olvidados. Con la ternura y el cuidado de su mirada, ella puede acompañarnos a ver a los pequeños invisibles, los demasiados esclavos de un mundo que no podemos abandonar a sus injusticias. Porque la felicidad de los más débiles construye la paz de todos. Y con Madre Teresa damos voz a los niños:
«Pido un lugar seguro
donde pueda jugar.
Pido una sonrisa
de quien sabe amar.
Pido el derecho a ser un niño,
a ser esperanza
de un mundo mejor.
Pido poder crecer
como persona.
¿Puedo contar contigo?» (Santa Teresa de Calcuta)
Gracias.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Otros niños olvidados: los congelados en nitrógeno, sobrantes de la fecundación «in vitro»; los inducidos a «cambiar de sexo», mutilados quirúrgicamente y medicados para deformarlos; los que no reciben el bautismo por negligencia de sus padres, o los que, bautizados, no se les educa en la fe.
Menos mal que alguien habla de ello. Es una vergüenza que vivamos en un mundo donde apenas se habla de las cosas más espeluznantes, de las cosas que más deberían escandalizarnos a todos.
Apenas se denuncia, apenas nadie lucha contra ello.
Tú que vas dando lecciones a todo el mundo, y has usurpado mi identidad. Yo soy la antigua Carmen, tú me robaste mi correo y mi nick y hace tiempo que no me dejan escribir aquí por tú culpa. ¿Y tú te llamas católica o católico?, porque no sé si eres una mujer o un hombre. No tienes dignidad ninguna y no te importa hacer el mal para conseguir tus fines, porque a mí me has hecho daño. Arrepientete y pide perdón a Dios por tus acciones.
Con su llamado insistente a que abran las fronteras a los inmigrantes ilegales coopera con esas las mafias que trafican humanos especialmente niños…así es que lo que diga no tiene ningún valor moral…y no quiere ayudar en el caso Orlandi…incoherencia total !!!
A quien le importa lo que diga.
A nadie. Es una nulidad completa. Pero ahí sigue, y tiene a toda la Jerarquía acongojada. Como buen comunista, sabe hacerse temer.
Y ¿ alguien va a deshacer en el futuro todas sus fechorías?
De cara a quién escucha al Papa Francisco, estás dos últimas charlas de la catequesis sobre los derechos del niño, dadas los miércoles, son muy importantes, demuestra que la Iglesia también se preocupa por el bienestar de los niños, demostrando también su corazón hacia ellos y el camino que deben seguir los gobiernos de evitar aprovecharse, no comprando su trabajo, ni dejándoles trabajar, para que los niños puedan hacer lo que todos los niños hacen jugar.
Son palabras dirigidas a todos los países que quieran escuchar y cumplir la voz de la Iglesia.
No podemos creer en la sinceridad de las palabras de Bergoglio sobre los derechos de los niños: Emma Bonino, activista italiana en favor del aborto libre, fue condecorada en el mismo Vaticano. El heresiarca la definió como «una grande de Italia».
Así que no, no cuela.
Sí, sí, sí, Gárgola, sí. ¿Este impostor llama a la conversión a Cristo? Claro. Ya pasó de moda porque a Cristo se lo debe llamar Jesús, a secas.
Todo lo que diga o haga Bergogliucho, nos tiene sin cuidado.
Pide que haya «migrantes» en todas partes, mientras que en el feudo del Vaticano, se cierran fronteras.
Las primeras mafias de niños son las de la migración que él tanto favorece y promueve.
No tiene solución. Es una calamidad. Una catástrofe para la Iglesia.
La palabra «Cristo» nunca pasará de moda porque es «el Ungido» de Dios E.S., en el momento de su concepción. Es «sacerdote» desde su concepción.
No quiero entrar en debates sobre los errores del Papa Francisco, principalmente porque Dios se aprovecha de los errores personales para sacarnos lo mejor de nosotros mismos para nuestra santificación.
Pero la defensa que está haciendo ahora el Papa sobre los derechos de los niños creo que es para ensalzar, aunque casi ningún medio de comunicación español, se está haciendo eco de estas charlas. Vende más, y es más noticia, lo esperpento que lo bueno.
Por ej. Em la sexta ya han dado la noticia de que el Papa se ha caído, sin romperse ningún hueso, y lleva el brazo en cabestrillo por precaución.
caras.perfil.com/noticias/celebridades/ulises-jaitt-involucro-al-vaticano-en-el-caso-de-natacha-jaitt-la-mataron-porque-era-un-dano-colateral.phtml
A ver si publican mi comentario.
Ya no sé qué hacer…