La situación en Haití, marcada por la violencia de las pandillas, la pobreza extrema y la fragmentación familiar, ha llevado a una crisis humanitaria y social que el obispo de Fort Liberté, Mons. Quesnel Alphonse, describe como “asfixiante”.
En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el prelado ofrece una perspectiva cruda sobre la realidad que enfrenta su país y la urgente necesidad de esperanza y apoyo internacional.
“La situación está empeorando. Es como si nos estuvieran ahogando. Apenas se sobrevive”, afirmó Mons. Quesnel al describir el agravamiento de la crisis en Haití. La violencia de las bandas armadas, el colapso de los servicios básicos y el desplazamiento forzado han llevado a millones de haitianos a una situación de desesperación extrema.
Un fenómeno particularmente preocupante es el surgimiento y expansión de las pandillas, que operan con brutalidad en una ciudad superpoblada como Puerto Príncipe. “En un solo fin de semana de diciembre, 184 personas fueron asesinadas. Es terrible”, señaló el obispo. Estas bandas no solo obstaculizan el transporte y saquean comunidades, sino que también reclutan a jóvenes en situación de vulnerabilidad, ofreciéndoles dinero y un sentido de pertenencia.
Fragmentación familiar y el éxodo haitiano
La migración es otra herida abierta en Haití. Mons. Quesnel destacó cómo las familias quedan divididas por la búsqueda de mejores oportunidades: “El padre puede estar en República Dominicana, la madre en las Bahamas y los hijos en Estados Unidos. Esta separación desintegra a las familias, que son el pilar fundamental de la sociedad”.
Además, muchos haitianos se arriesgan a cruzar el mar hacia otros países, enfrentando peligros mortales y, en algunos casos, el rechazo de las comunidades receptoras. La inestabilidad social resultante afecta a toda la población, especialmente a los jóvenes, quienes, en su desesperación, son presas fáciles de las pandillas o incluso del reclutamiento por parte de grupos musulmanes que, según Mons. Quesnel, ofrecen pagos a los más necesitados.
Un rayo de esperanza en medio del caos
Pese a todo, Mons. Quesnel identifica pequeños signos de recuperación. Algunos desplazados internos han comenzado a regresar a sus hogares, aunque el proceso está marcado por un profundo trauma emocional. “Lo que encuentran al regresar es devastador. Será necesario un largo tiempo para sanar y reconstruir”.
En este contexto, el Jubileo 2025 se vislumbra como una oportunidad para renovar la esperanza en Haití. “El Jubileo podría llenar de esperanza a Haití, especialmente si se logra el perdón de la deuda de los países pobres, como sugirió el papa Francisco”, reflexionó Mons. Quesnel.
Un llamado a la solidaridad
En medio de tanto sufrimiento, Mons. Quesnel insta a la comunidad internacional a no olvidar a Haití. “Es una crisis existencial, no solo económica. La identidad del pueblo haitiano está siendo cuestionada, y necesitamos atención urgente para sanar y reconstruir”, concluyó.
Haití, un país al borde del colapso, aún guarda la esperanza de un futuro mejor gracias a la resiliencia de su gente y al compromiso de quienes, desde dentro y fuera de sus fronteras, se esfuerzan por brindar apoyo en estos tiempos oscuros.
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Y cómo va a ir un país consagrado a satanás?
Ya sabe el obispo, o debería saber, qué es lo que tiene que hacer él y todo el clero.
Ese lenguaje utilizado este obispo iluso, no sirve de nada. Parece que Dios no existe. ¿Llama a la conversión a los haitianos? ¿Les explica qué es el vudú?
Parece que no. Ese país está en poder del padre de la mentira.
Y tú quien sos para juzgar sin conocer lo que hace el obispo ? Pregunto no ?
Que organice una jornada de oración por la paz con los santeros del vudú (¡Importantísimo!) y, sobre todo, que explique bien a las fuerzas del orden que Bergoglio ha dicho en el catecismo que hagan lo que hagan las bandas nada de pena de muerte.