Un obispo ausente y un clero exhausto: el drama de Bielsa y su entorno

Un obispo ausente y un clero exhausto: el drama de Bielsa y su entorno

En la diócesis de Barbastro-Monzón, los problemas pastorales no son un secreto, pero pocos casos son tan sangrantes como el de Bielsa y las poblaciones cercanas.

En esta zona, una de las más alejadas del palacio episcopal, tres valientes sacerdotes intentan atender 110 pueblos. Una cifra que supera cualquier límite razonable y que pone de manifiesto el abandono pastoral que sufren estas comunidades rurales.

Mientras estos curas recorren montañas y carreteras para llevar los sacramentos a los fieles, desde Barbastro parece que las prioridades están en otro lugar. Lejos de encontrar apoyo, estos sacerdotes no solo cargan con una labor titánica, sino que además deben lidiar con la indiferencia de una diócesis que no parece interesada en aliviar su carga.

Malas formas y peores resultados

El problema no se queda ahí. Este medio ya publicó el pasado mes de noviembre que varios sacerdotes han abandonado la diócesis, hartos de las malas formas y la falta de apoyo del obispo Ángel Pérez Pueyo. Este éxodo no hace más que agravar una situación ya insostenible. Cada cura que se marcha deja a los pocos que quedan con una carga aún mayor, especialmente en zonas remotas como Bielsa, donde la distancia con el obispado parece medirse también en términos de atención y cuidado pastoral.

Vocaciones: un desierto en expansión

A esto se suma un desierto vocacional que amenaza con perpetuar esta crisis. InfoVaticana ya informó que la pastoral vocacional en Barbastro-Monzón es prácticamente inexistente. ¿Cómo se espera garantizar la atención a los fieles si no hay nuevos sacerdotes que puedan relevar a los actuales?

La falta de vocaciones no es solo una cuestión estadística, es el reflejo de una diócesis que parece haber abandonado la misión de sembrar para el futuro. Mientras otras diócesis trabajan activamente en atraer a jóvenes al sacerdocio, aquí no se percibe ni siquiera un esfuerzo mínimo en esta dirección.

El precio del abandono

Lo que ocurre en Bielsa y los pueblos cercanos no es solo un problema logístico, es un escándalo pastoral. Estas comunidades, alejadas físicamente del obispado, también parecen estarlo en las prioridades de su pastor. Mientras el clero rural se desgasta en soledad, las almas que más necesitan de la Iglesia se quedan sin los sacramentos.

La solución pasa por un cambio real de prioridades. Es urgente reforzar la presencia pastoral en estas zonas, redistribuir recursos y personal, y, sobre todo, trabajar en serio en una pastoral vocacional que garantice el futuro de la diócesis. Pero para eso hace falta voluntad, y, por ahora, no parece que esa voluntad exista.

Mientras tanto, los curas del Pirineo oscense seguirán haciendo lo imposible para cumplir su misión. Porque, al final, los que realmente llevan la cruz de esta diócesis son ellos. Y las almas que esperan la gracia de Dios no deberían ser las víctimas de la negligencia episcopal.

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